El bebé en tus manos. Michèle Busquet-Vanderheyden
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Más tarde fui madre de un niño. El descubrimiento de esa maravillosa relación que yo podía vivir con un bebé contribuyó obviamente a hacer evolucionar mi práctica.
Un curso de perfeccionamiento en neonatología en el Hospital Universitario de Burdeos me permitió concretar mis intuiciones. Allí conocí a Madame Josette Erezué. Verla trabajar con los bebés despertó mi admiración. Ella se adaptaba a los niños, establecía una relación antes de tratarlos, buscaba para cada uno la posición más adecuada y más cómoda al atenderles. Aplicado con calma y con tales precauciones, el tratamiento resultaba aún más eficaz.
La lectura de la obra del Dr. Leboyer, en la que se presentan las técnicas del masaje Shantala, pensadas especialmente para los bebés, confirmó finalmente mi deseo de adaptar el método de las cadenas musculares al bebé. La familiarización con ese maravilloso libro y la oportunidad de ser madre hicieron que mi percepción de las cosas evolucionara considerablemente.
Observé, además, que el masaje se inscribía en el marco de las cadenas musculares descritas por Léopold Busquet en sus obras. De hecho, las cadenas se confirmaban perfectamente en el recién nacido. Simplemente, la práctica debía tomar en consideración la fisiología del bebé.
Del masaje Shantala y de la Formación Busquet nació, pues, el método de las cadenas musculares adaptado al bebé o, para ser más precisa, «el método de las cadenas fisiológicas del recién nacido».
Al principio, el tratamiento se componía del masaje:
- de las cadenas de flexión y de extensión,
- de las cadenas de cierre y abertura,
- de la cadena estática visceral.
El masaje se amplió para las técnicas de inhibición y las técnicas de desenrollamiento de las cadenas. En la esfera craneal el tratamiento iba en el sentido de la descompresión de las suturas. Sin embargo, yo notaba que persistían algunas resistencias en el sistema muscular si no se perfeccionaba este enfoque, ya que las cadenas musculares del recién nacido aún no presentan una estrategia de dinámica, sino que todavía se están formando.
Pero me faltaba una clave, que yo buscaba y no encontraba. No obstante, un día un suceso importante marcó mi vida y me obligó a cesar en mi actividad física y profesional. Tras esta experiencia profunda, decidí ir más allá del «saber» indispensable de la anatomía y de la fisiología para todo tipo de tratamientos a fin de alcanzar el «saber percibir». El bebé es un ser sensible. Para tratarlo hay que liberar la sensibilidad y la intuición propias. Este «saber percibir» es lo único que puede ponernos en armonía el uno con el otro.
En cuanto volví al trabajo, se estableció un diálogo emocional entre el niño y yo. Este diálogo era la clave que me faltaba. Empecé a prestar una especial atención a fin de comprender el temperamento propio de cada bebé y establecer una relación adecuada con él.
Al acceder a la esfera sensorial y emocional del niño pude abordar de otra manera la esfera sensoriomotriz. Estando atenta a los recién nacidos, abordaba mejor su sistema motor.
Una vez creado el clima afectivo de la relación, a continuación podía poner en juego el conjunto de los aparatos sensoriales, sensibilidades exteroceptivas y vestibulares. Este diálogo era la condición sine qua non de un bienestar psicológico cuya acción relajante sobre el soma es indiscutible. Con este diálogo emocional creamos un enfoque global del ser que se inscribe en el esquema corporal del recién nacido y de su conciencia de sí mismo.
En unas condiciones medioambientales favorables, el tratamiento de las cadenas fisiológicas da al niño la posibilidad de asumir su experiencia corporal en lugar de sufrirla. El «sentirse bien en uno mismo», el «sentirse bien del vientre», el «sentirse bien de la cabeza» y, por último, el «placer de ser» son los objetivos del tratamiento del bebé. Nuestro «saber percibir» y nuestros conocimientos prácticos deben dirigirse por completo hacia ellos.
El libro consta de dos partes. La primera está dedicada a la descripción y análisis del bebé. La segunda se orienta a la práctica, presenta los motivos y objetivos del tratamiento. Finalmente, expongo los medios y procedimientos precisos de mi tratamiento, para terminar con algunos consejos.
Conocer al bebé
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