Pack Bianca y Deseo marzo 2021. Varias Autoras

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Pack Bianca y Deseo marzo 2021 - Varias Autoras страница 13

Автор:
Серия:
Издательство:
Pack Bianca y Deseo marzo 2021 - Varias Autoras Pack

Скачать книгу

es porque me porto bien con ella –replicó Ethan–. Deberías probarlo en alguna ocasión.

      Paul tardó un instante en responder a la indirecta de su hermano. En realidad, ni tenía tiempo ni interés alguno por tener vida personal. Su estilo de vida tan solitario era lo único que Paul comprendía sobre Lia Marsh.

      –¿Estás seguro de que no fue Lia quien te metió en la cabeza la idea de que ella debería hacerse pasar por la hija de Ava?

      –Confía en mí. La idea se me ocurrió a mí solo.

      –Ella afirma que solo tiene la intención de quedarse dos semanas.

      –Eso es lo que hemos acordado. Traté de convencerla para que se quedara un mes, pero está decidida a marcharse. No le gusta quedarse en un lugar más de unos meses.

      –¿Por qué?

      –No lo sé. No habla mucho sobre sí misma.

      –¿No te parece que eso indica que tiene algo que ocultar? Bueno, tengo que admitir que no me gusta esa situación, pero estoy de acuerdo que ella tiene un impacto positivo en Grady. Mientras solo sea dos semanas, no me importa que ella se quede y finja ser la hija de Ava.

      –Gracias –dijo Ethan tras exhalar un largo suspiro–. Y no te preocupes. Ya hemos diseñado una estrategia para que pueda marcharse. Todo va a salir bien. Ya lo verás.

      –Los dos decís lo mismo. Espero que tengáis razón.

      –Claro que sí. Y sé amable con Lia. Nos está haciendo un gran favor.

      Después de terminar de hablar con Ethan, Paul estuvo pensando en las últimas palabras de su hermano mientras metía la ropa que necesitaría para las próximas dos semanas en una bolsa de viaje. Nadie cuestionaría su decisión de quedarse en la finca familiar. Su despacho estaba muy cerca de allí y había dormido en los antiguos establos con frecuencia desde que su abuelo sufrió el ictus.

      Cuando terminó, bajó y dejó la bolsa en el vestíbulo antes de regresar al salón para buscar a Lia. Miró por la ventana y la vio junto a la piscina, con los brazos cruzados sobre el pecho mientras contemplaba el océano Atlántico. Se había soltado el cabello y la fuerte brisa se lo revolvía.

      –Nunca he podido decir si prefiero la montaña o la playa –comentó ella con una sonrisa cuando él se le acercó–. Supongo que por eso viajo tanto. Siempre hay sitios nuevos por descubrir.

      La tranquila expresión de su rostro dejó a Paul sin palabras. Examinó las pecas que le cubrían la nariz y las mejillas y se preguntó qué era lo que ella tenía que tanto lo cautivaba. A pesar de que no había dejado de sospechar de ella, estaba dispuesto a aceptarla en su familia para salvar a su abuelo, pero, aunque Ethan había tratado de convencerle de lo contrario, sabía que Lia representaba un peligro para la familia.

      Entonces, ¿por qué tenía que reprimir constantemente el deseo de tocarla, de saborear su piel, de estrecharla contra su cuerpo y capturar aquellos rosados labios con un beso? Aquella guerra sin cuartel entre su cuerpo y su mente resultaba agotadora.

      ¿Habría influido en Ethan de la misma manera?

      –Creo que mi hermano podría estar enamorado de ti.

      –¿Cómo has dicho? –le preguntó ella mirándolo. Entonces, soltó una carcajada–. Eso es ridículo.

      –¿Tú crees? Se muestra muy protector hacia ti.

      –Eso es porque le caigo bien. Soy una buena persona.

      –¿Te estás acostando con él?

      –Es mi cliente –replicó ella inmediatamente–. No me acuesto con mis clientes.

      –¿Pero te sientes atraída por él?

      –Ethan es un hombre muy atractivo, con modales impecables, una voz profunda y sensual y mucho encanto. El hecho de que no me sienta atraída por él hizo que mis compañeros de trabajo, de ambos sexos, cuestionaran mi orientación sexual. Soy una profesional. Nunca aceptaría a Ethan como cliente si él me atrajera. Para mí, eso es cruzar la línea.

      –Te olvidas de que os he visto juntos. Hay algo entre vosotros.

      –Cuando está conmigo, se siente lo suficientemente cómodo como para compartir cosas.

      –Es más que eso…

      –No, no hay nada más –afirmó Lia con impaciencia–. Mira, me da la sensación de que estamos bailando alrededor de algo.

      –Yo no bailo.

      –No, no esperaba que lo hicieras. Mira, para que esto funcione, tenemos que encontrar el modo de llevarnos bien. ¿Qué te parece si te confieso que hay algo que me resulta difícil admitir? –comentó. Entonces, se aclaró la garganta y esbozó una nerviosa sonrisa–. Te encuentro atractivo.

      Paul debería haber considerado aquella afirmación como una manipulación y haberla recibido con escepticismo. Sin embargo, aquella confesión encendió su cuerpo como si se tratara de una fogata.

      –¿Por qué me dices eso?

      –Te da un poco de poder sobre mí –respondió ella con una sensual y dulce sonrisa.

      –Y piensas que lo necesito –observó Paul.

      –¿No es así? Creo que te gusta tener el control en todo momento y apuesto algo a que te vuelves loco cuando las cosas no salen como habías planeado.

      –No me vuelvo loco –dijo él dando un paso al frente e invadiendo el espacio de Lia. No quería pensar en la verdadera motivación que había para lo que estaba a punto de hacer–. Me adapto.

      Lia no comprendió la razón por la que Paul se acercó a ella y no vio venir el beso. El hecho de que la sorprendiera acrecentó el impacto emocional del aliento de él acariciándole la piel. Un instante más tarde, los labios de él tocaron los de ella y Lia sintió que millones de estrellas explotaban bajo sus párpados. Él le agarró la cabeza con fuertes manos, sujetándola, mientras la firme y hábil presión de la boca le quitaba a Lia el aliento y el equilibrio.

      Los besos de Paul eran de una clase especial. Nunca antes se había sentido ella tan poseída por la magia del momento. La perfección de sus labios deslizándose sobre los de ella. El modo en el que contuvo el aliento cuando Lia se puso de puntillas y se inclinó sobre él. Lia no quería que el beso terminara nunca, pero no podía explicar por qué. ¿Qué tenía Paul que la atraía de aquella manera? Él no le había ofrecido nada más que escepticismo y malas palabras. Sin embargo, su masculino y limpio aroma y la delicada caricia de sus dedos sobre la piel desataba gozo y deseo a la vez.

      Cuando le aspiró el labio inferior, Lia dejó escapar un gemido y le proporcionó acceso completo a su boca. La lengua se enredó con la de ella y su sabor acrecentó aún más su apetito. Le enredó los dedos en el cabello para evitar que las bocas se separaran mientras él la besaba con fruición y ella lo devoraba.

      Paul le rodeó la cintura con el brazo y la estrechó contra su firme torso. Aunque ella ya había apreciado el poderoso cuerpo de Paul desde la distancia, apretada de aquella manera contra él incrementó el deseo de

Скачать книгу