Orden y progreso: Manuel Caballero y los géneros periodísticos. Laura Edith Bonilla de León

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de la muerte

       3.4 De la nota de sensación a la nota de color

       FUENTES DE CONSULTA

       Bibliográfica

       Hemerográfica

      PRESENTACIÓN

      La obra que tiene en sus manos: Orden y progreso: Manuel Caballero y los géneros periodísticos es un libro de historia fundamentado en las transformaciones que estos géneros tendrán en el Porfiriato, particularmente a través de uno de sus más destacados artífices, Manuel Caballero, el primer periodista moderno en México.

      Explicar el desarrollo histórico de los géneros periodísticos en nuestro país, y particularmente la transición entre los opinativos y los informativos, podría parecer una empresa fácil, pero no lo es; ya que entender esos cambios implica una plena identificación del objeto histórico a estudiar, y en el caso de los géneros, esto resulta más complicado de lo que se supone.

      El estudio de los géneros textuales constituye un campo de gran interés para diversas disciplinas, entre ellas la literatura, la lingüística, la comunicación, los análisis del discurso y los estudios culturales en general. La importancia de los géneros se debe a su relación con la capacidad comunicativa de los hablantes de una lengua, pero también porque revelan las estructuras de comunicación que son significativas en las diversas sociedades humanas.

      Heinemann y Viehweger han destacado que los hablantes tienen una capacidad para descubrir las estructuras globales que rigen la comunicación textual y que resulta fundamental para su desenvolvimiento social:

      […] Los hablantes han conseguido en su actividad comunicativa un saber sobre clases de textos o saber de tipificación que los capacita para actuar en distintas esferas comunicativas, en tanto producen y entienden textos que pueden relacionar sistemáticamente con situaciones, contextos e instituciones. Es decir, los hablantes reconocen un aviso publicitario, una intimación judicial, una clase magistral, etc.1

      Por tanto, el reconocimiento del género textual ayuda no sólo a comprender la información que se transmite de ese modo, sino sobre todo a anticipar la función que pretende cumplir el texto y la intencionalidad de su enunciación.

      Por otra parte, en la primera mitad del siglo XX Mijaíl Bajtín había señalado que la construcción de géneros discursivos obedecía a una necesidad de facilitar la comunicación en esferas sociales y culturales con funciones e intenciones recurrentes e importantes de los grupos humanos, y había postulado la distinción entre los géneros primarios que se emplean en la vida cotidiana, vinculados con la interacción directa de los participantes y con intencionalidades personales; y los géneros secundarios como:“[…] novelas, dramas, investigaciones científicas de toda clase, grandes géneros periodísticos, etc. —surgen en condiciones de la comunicación cultural más compleja, relativamente más desarrollada y organizada, principalmente escrita: comunicación artística, científica, sociopolítica, etc.”.2

      Con base en esta primera clasificación, se entienden los géneros periodísticos como estructuras comunicativas que requieren de un alto grado de organización y se encuentran sometidos a intencionalidades institucionales y con una función social de gran relevancia.

      También el teórico soviético destacó que la consideración de un género textual depende de tres factores: un estilo funcional apropiado a las intencionalidades del texto, su articulación con una esfera social en la cual el texto adquiere sentido y propósito, y la estabilidad de esta interrelación, es decir, que su uso sea recurrente en esa esfera y con ese estilo. El estilo es un fenómeno intratextual, formal y lingüístico, la esfera social es externa al texto pero determina sus características. Por ello, el análisis de los géneros textuales no puede hacerse sólo desde una perspectiva, también tiene que articular la forma y el contexto para explicarlos y entenderlos.

      Por lo anterior, el lingüista Eugenio Coseriu afirma el carácter eminentemente histórico del género, ya que éste sería un rasgo común en determinados textos que permite todavía el reconocimiento de un individuo histórico (el texto):

      Porque es propio de los individuos históricos presentar continuidad y presentar en todo momento rasgos que ya tenían antes y que seguirán teniendo y que pueden desaparecer, en principio totalmente, aunque en lo empírico no ocurre casi nunca. Gracias a estos rasgos continuos existen los individuos históricos: un pueblo, un estado, y un género literario que puede llegar a ser muy distinto al final de lo que fuera en un momento inicial.3

      Por ello, el lingüista rumano afirma que no es posible un estudio científico de los géneros textuales, sino que únicamente es posible consignar su historia. Más allá de lo determinante de esta afirmación, es cierto que los géneros textuales se transforman a lo largo del tiempo, lo que demuestra su íntima relación con el contexto social, político, cultural y económico que impone distintas necesidades comunicativas o cambios en las esferas de conocimiento.

      Con base en esta breve revisión, nos queda claro que los géneros no pueden definirse sólo por su forma, ni únicamente por su contenido y sus temas, sino por la interrelación entre ambos planos, y que esta relación entre forma y contenido no es homogénea, estática ni continua.

      Lo anterior enfatiza la importancia del libro que el lector tiene ahora en sus manos: un estudio histórico de los géneros periodísticos en un momento de transición en los esquemas políticos del siglo XIX y XX en México.

      Se ha estudiado mucho la historia de la prensa mexicana: periódicos, periodistas, tecnología, acontecimientos políticos, sus funciones sociales y culturales, pero pocas veces se ha aplicado el método histórico para explicar la compleja interrelación de los géneros periodísticos y el sistema de ideas y conocimientos que los moldean en una etapa histórica específica, esa es la virtud de la autora de esta obra, que con gran rigor, claridad y perspicacia nos ofrece una mirada a la comprensión de las necesidades comunicativas del porfiriato en las planas de sus periódicos.

       Luis Felipe Estrada Carreón

      INTRODUCCIÓN

      Este trabajo se hizo pensando en los alumnos que de manera temprana se adentran en la historia del periodismo en México y quieren saber cuándo, cómo y porqué se comenzaron a utilizar los géneros periodísticos en nuestro país. Existe mucho material para trabajar este tema, se han escrito y se siguen haciendo libros sobre el periodismo en tiempos pasados. Por ejemplo, al adentrarnos en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM podemos encontrar las indagaciones, reflexiones e interpretaciones sobre el tema. Los estudios pioneros de María del Carmen Ruiz Castañeda y los subsecuentes nos han permitido entender la importancia de la historia del periodismo y al mismo tiempo comprender su función social.

      En el caso del periodismo mexicano durante el Porfiriato, tema de esta investigación, debemos reconocer la deuda con la obra De la opinión a la noticia, de Irma Lombardo, la cual ha servido de guía para este trabajo, ya que evidencia el vínculo entre el periodismo de opinión e informativo, así como su proceso de profesionalización a finales del siglo XIX.

      A los alumnos que estudian periodismo les interesa en particular el funcionamiento del periodismo en el presente; sin embargo,

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