Gestión ambiental y desarrollo sostenible. Innovación y Cualificación S. L.

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y las consecuencias de nuestro desarrollo acaban en él. La relación del hombre con el Medio Ambiente, en la mayoría de los casos es una relación dañina, dónde todos los efectos negativos recaen casi en el 100% de las ocasiones sobre el Medio Ambiente.

      A lo largo de la historia, se pueden distinguir tres grandes fases a modo de relación humanidad/Medio Ambiente. Aunque estas tres grandes fases no proporcionan una visión totalmente exacta desde un punto de vista cronológico, en la actualidad coexisten las fases precedentes, debido al diferente nivel alcanzado en el desarrollo técnico-cultural de los distintos grupos que pueblan la Tierra, estas fases son las siguientes:

      1 Fase de caza-recolección. Uso sin transformación del entorno.

      2 Fase agrícola-ganadera. Uso con transformación limitada del entorno.

      3 Fase industrial-tecnológica. Uso con transformación generalizada del entorno.

      2.1. Fase de caza-recolección. Uso sin transformación del entorno

      En esta etapa, la de mayor duración con mucha diferencia de la existencia humana, el ser humano era nómada, cazador y recolector, empleando su fuerza muscular y todo su tiempo en la satisfacción de sus necesidades alimentarias. Durante mucho tiempo la única fuente de energía fue la solar, en forma de alimentos.

      En un principio, para la obtención de comida el ser humano solo empleaba su propio cuerpo, por lo que su capacidad de cosechar estaba muy limitada por mecanismos físicos, tales como velocidad de desplazamiento para capturar una presa o posibilidad de trepar para obtener frutos. Por ello, su acción sobre el medio no fue más notable que la de cualquier otro mamífero.

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       Sabía que...

      Este tipo de hombre era denominado Hombre de Neandertal. Surgió hace unos 230.000 años y se alimentaba de grandes animales como los mamuts.

      Con el paso del tiempo empezó a utilizar herramientas (inicialmente muy sencillas, como palos y piedras, pero progresivamente más complejas y eficaces) con lo que su capacidad cosechadora se incrementó notablemente, ocupando nichos ecológicos que inicialmente correspondían a otras especies. Por otra parte el dominio del fuego, que usaba para calentarse, cocinar y defenderse de otros animales, constituyó una auténtica revolución en su historia y supuso la utilización de recursos energéticos como la madera.

      En tales condiciones la población humana se mantenía en un equilibrio dónde el aumento implicaba una disminución de los alimentos disponibles, lo que se traducía en un mayor número de muertes por desnutrición. Se calcula que al final de este periodo, los seres humanos repartidos por el mundo apenas superarían los 5 millones de individuos, y su influencia sobre el ambiente era apenas superior a la de cualquier otra especie.

      Durante esta etapa el impacto causado era muy bajo: el ser humano se comportaba como un depredador más, pues aunque se le achaca la desaparición de ciertas especies animales (bisontes, búfalos, mamuts, etc.), fue el cambio climático el principal responsable de dichas desapariciones y la acción del hombre solo aceleró sus efectos.

      2.2. Fase agrícola-ganadera. Uso con transformación limitada del entorno

      El panorama anterior cambió radicalmente hace unos 10.000 años con la aparición de la agricultura y la ganadería. Auténtica revolución que acabó con la dependencia directa de la naturaleza para obtener alimento, y que tuvo como consecuencia que las poblaciones fueran haciéndose cada vez más sedentarias. Una diferencia fundamental, en su relación con el ambiente, entre poblaciones nómadas y sedentarias, es que las primeras explotaban una amplia gama de ambientes y lugares, mientras que las segundas se limitaban a unos pocos ambientes próximos a sus residencias, por lo que su explotación fue muy intensa.

      La agricultura posibilitó la producción de un excedente de alimentos y paralelamente la domesticación de algunas especies de animales facilitó la utilización de máquinas rudimentarias, el transporte y el desplazamiento.

      Una de las consecuencias fue que parte de la población pudo dedicarse a actividades distintas a la adquisición de alimentos, y, con ello, se inició un importante desarrollo tecnológico: el descubrimiento de los metales e invención de utensilios revolucionarios como el arado, el carro de ruedas, variedad de armas, etc.

      Como fuentes de energía, además de las utilizadas en la etapa anterior, se añaden la tracción animal y las energías hidráulica y eólica (molinos de agua y viento, buques de vela, etc.).

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       Tracción animal

      Todo ello supuso un importante crecimiento poblacional, con el desarrollo de grandes ciudades y sociedades cada vez más complejas con trabajos especializados, durante esta etapa por ejemplo se realizan importantes obras de construcción, se inicia el comercio a gran escala, etc.

      El resultado fue una mejora sustancial de la calidad de vida, pero, el mantenimiento de una población en crecimiento, implicó unas necesidades de alimentos y de otros recursos cada vez mayores.

      La agricultura-ganadería ha sido y sigue siendo, uno de los mecanismos más importante de transformación ambiental: deforestaciones masivas para dedicar los terrenos al cultivo y al pastoreo con la consiguiente degradación del suelo, construcción de sistemas de regadío y vías de comunicación, etc.

      Cuando se inició la agricultura y se extendió por todo el mundo, la población creció de una manera espectacular, de modo que al llegar el año 3.000 a. C. se habían alcanzado los 100 millones de personas. Una vez establecida a vida agrícola, continuó el crecimiento pero a un ritmo significativamente más lento, de modo que a mediados del siglo XVII la población era de unos 500 millones.

      Por todo ello, en esta época la acción humana sobre la naturaleza fue intensa y una de las causas de la creciente degradación ambiental, pero restringida a las zonas más pobladas del planeta, quedando amplias regiones sin sufrir de manera importante influencia antrópica.

      2.3. Fase industrial-tecnológica. Uso con transformación generalizada del entorno

      El creciente agotamiento de los recursos forestales condujo al descubrimiento de una nueva y más potente fuente de energía: el carbón. Lo que permitió, a mediados del siglo XVIII, la invención de la máquina de vapor y el inicio de la revolución industrial, que supuso un profundo cambio en la vida humana y en sus relaciones con la naturaleza. A partir de este hecho se crean fábricas que atraen a un elevado número de emigrantes, con lo que se desarrollan grandes urbes, se mejoran las técnicas agrícolas y ganaderas, dedicándose cada vez más terrenos a tales menesteres, con lo que se incrementa la producción de alimentos, etc.

      Desde el descubrimiento de la máquina de vapor el desarrollo tecnológico ha sufrido un ritmo acelerado, basado principalmente en la utilización de recursos energéticos no renovables: carbón, petróleo, gas natural y combustibles nucleares.

      El aumento de la producción de alimentos y otros bienes, así como la paulatina mejora en las condiciones de vida, tuvo como resultado un pronunciado crecimiento de la población, de manera que en la actualidad está en torno a los 6.000 millones de habitantes.

      En la actualidad los

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