Cenicienta De Sangre. Victory Storm

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Cenicienta De Sangre - Victory Storm

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cualquier cosa, menos asesinos: dos niños por debajo de los siete años, tres ancianos de los cuales uno era ciego, un vampiro que temblaba y estaba lleno de paquetitos de colores con moños, tres mujeres jóvenes de las cuales una estaba embarazada, dos lobisones de la familia de Fanny y tres vampiros más preparados para escapar por la vergüenza que para luchar y matar.

      “ Se puede saber qué demonios han hecho?”, explotó Zack furibundo después de haber entendido que aquellos que consideraba sus amigos más queridos, habían destruido media clínica, enviado al hospital a la mitad del staff, asustado a su esposa y puesto en peligro la tregua entre la Orden y los vampiros.

       No pudo agregar más nada, porque la mujer que parecía estar a cargo de esa misión le dio una sonora bofetada en la cara.

      “ Habrías tenido que decírnoslo!”, dijo colérica Vera tratando de no balancearse demasiado por la panza que parecía que no dejaba de crecer. De todas formas, todos temían encontrarse de frente a un embarazo múltiple.

      “ Ocultarnos una cosa así! ¡Debes avergonzarte!”, se entrometió Tess con aire amenazante, a pesar de que intentaba contener a la pequeña niña de apenas dos años que llevaba en brazos y, que intentó rasguñar el rostro de Zack.

      “ Has olvidado que somos tu familia?”, dijo Siobhan ofendida, arrastrando detrás de ella un niño de siete años, que remarcó las palabras de la madre con una poderosa patada en la pierna de Zack.

       Tuvo que contenerse para no gritar de dolor. Incluso si era pequeño y aparentaba ser indefenso, Leo ya tenía la fuerza de un lobisón y esto sólo le recordó lo débil y frágil que era su naturaleza humana, comparada con la de los demás.

      “ Todo este lío por...”, susurró Zack.

      “ Por ella!”, exclamaron todos a coro, señalando con el dedo a la pequeña recién nacida que Fanny sostenía en brazos.

      “ Vera! Tess! Siobhan!”, gritó Fanny viéndolos acercarse e intentando aplacar la ira del marido.

      “ ¡Oh, Dios! ¡Pero es hermosísima!”, dijeron las tres amigas empujándose entre ellas para poder admirar mejor a la niñita nacida hacía apenas ocho horas.

       Fanny rio feliz ante esas expresiones llenas de afecto y, finalmente también Zack volvió a sonreír.

      “ Felicitaciones!”, se felicitaron los dos vampiros Blake y Nick, dándose la mano.

      “ Gracias!”, balbuceó mientras se sonrojaba, Zack. Ver a todas esas personas allí por él y su familia lo hizo sentir especial y amado. Especialmente después de haber terminado definitivamente la relación con su padre algunos años atrás.

      “ Yo también voy a felicitarte, pero te has condenado a una existencia difícil y complicada”, se acercó Jack, el padre de Vera, uno de los vampiros más temidos en todo el mundo. “Ser padre no es lindo como parece. A menudo me hizo desear envejecer y morir, para escapar de este rol que me encadena a Vera y a sus problemas por toda la eternidad.”

      “ Y dentro de poco serás abuelo”, sonrió divertido Zack.

      “ No me lo recuerdes”, murmuró Jack con la voz rota, arreglándose la corbata con gestos nerviosos, como si estuviera a punto de sofocarse.

      “ Pero se dan cuenta que hoy con su imprudencia han puesto en peligro nuestra alianza?”, se recompuso Zack notando la molestia de sus agentes parados en la salida y listos para intervenir ante la mínima insinuación de ataque.

      “ Lo sabemos, pero apenas Félix nos avisó del inminente parto, Vera, Tess y Siobhan salieron al ataque. Teníamos sólo dos posibilidades: dejarlas venir solas a enfrentarse con los guardias de la Macross Company o seguirlas y protegerlas”, explicó Blake avergonzado.

       La idea de Vera embarazada y cerca del parto, que se enfrentaba con sus guardias lo hizo reír, sobre todo porque había sabido por medio de Félix, el hermano de su esposa, que desde el comienzo del embarazo ella había perdido todos sus poderes vampiros. Ahora era una simple y débil humana. Lástima que no se diera cuenta.

       Lo mismo se podía decir de la frágil y humana Tess, que para estar junto a la que ella consideraba su familia, no había dudado un instante en correr al hospital, haciéndole caer el cabello a su marido Nick, un vampiro Antiguo.

      “ Zack, no te olvides que Fanny forma parte de mi grupo de lobisones. Como Alfa, es mi deber estar aquí para protegerlos, sobre todo ahora que ella está débil por el parto”, intervino Xander, el imponente marido de Siobhan, que tomaba muy en serio su rol de líder de la manada. Él mismo había ordenado a Félix informarle todo sobre su hermana y su vida en el interior de la Orden.

      “ Fanny es mi esposa. Es mi deber cuidarla”, dijo ofendido Zack, sintiéndose poca cosa porque era sólo un humano. A veces, para él no era fácil aceptar que había sido “adoptado” por una familia alargada, con poderes sobrenaturales. Sin embargo, el afecto que le habían demostrado siempre había quitado cualquier inseguridad y ahora estaba contento de tenerlos allí, incluso porque Sarah, su hermana, habría podido llegar sólo a la noche por el largo viaje desde Japón.

      “ No te ofendas, Zack. Sabes que aquí son todos híper-protectores”, intervino el vampiro Peter abrazándolo, seguido por su pareja Cecilia, la tía humana de Vera.

      “ La verdad es que todos te extrañamos en la Confederación”, agregó Cecilia abrazando a quien consideraba su hijo.

      “ ¡Oh, Cecilia! ¡Gracias! Estoy muy feliz que hayan venido… ¡De verdad! No me lo esperaba”, se emocionó Zack sintiéndose por un instante como si todavía fuera el científico de la Confederación, junto a Grucho y Kurosawa. ¡Cuánto extrañaba esos tiempos!

       Pero ahora todo había cambiado porque, precisamente para salvar a la Confederación y a todos los que estaban en esa habitación, había decidido echar a su padre, tomar el mando de la Orden de la Cruz Ensangrentada y llevar un nuevo equilibrio entre los humanos y los vampiros.

       Todavía perdido en sus pensamientos, se encontró frente a los últimos dos que llegaron: el sirviente de la Confederación, Harold, que intentaba mantener en equilibro la bella cantidad de cuarenta y dos paquetes de regalos todos apilados uno sobre el otro y, finalmente Ahmed, el Cazador Hechicero que le había enseñado a tener mayor control sobre el poder mágico aprendido en Susa muchos años atrás, cuando estaba buscando a Vera y odiaba a los vampiros, como su padre.

       Sabiendo que la ceguera de Ahmed no había desaparecido a pesar de los años, se acercó a él y lo abrazó con afecto.

      “ Ahmed, que hermoso verte aquí.”

      “ Te has vuelto un gran hombre”, dijo brevemente Ahmed, como solía hacer.

      “ Gracias también a lo que me has enseñado.”

       El rostro arrugado de Ahmed se abrió en una tímida sonrisa.

      “ Quiero que tú seas el primero que tenga en brazos a mi hija”, lo invitó Zack acompañándolo hacia la cama donde estaba su esposa.

      “ April”, susurró apenas Ahmed, pero Zack alcanzó a oír la palabra.

      “

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