Del Clic al tap. Mariana I. Pellegrino

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Del Clic al tap - Mariana I. Pellegrino Acción empresarial

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      Los libros que tenían espíritu multimedial explotan su esencia: enciclopedias, diccionarios, guías de viaje, libros de cocina, libros didácticos para chicos ya son lo que eran sin todavía serlo: una experiencia multisensorial.

      Los otros libros, las novelas, los poemas, los libros académicos son lo que fueron siempre, solo que en el presente tienen otra forma.

      El estudio reconoce el aumento de la piratería en el cine (sobre todo en géneros como la ciencia ficción y la acción) pero también asegura que los espectadores siguen prefiriendo la “experiencia de ir al cine”.

      Si se trasladara este estudio a la industria editorial probablemente se encontrarían otras hipótesis: el tiempo de lanzamiento en distintos mercados quizá no sería tan relevante porque la industria del libro tiene mejor cintura en esos tiempos o porque las necesidades de traducción tienen otros ritmos. La experiencia de la lectura frente a los libros electrónicos es, reduciendo el tema a una línea, solamente cuestión de costumbre.

      Pero, ¿qué pasaría si en nuestros mercados los dispositivos fueran accesibles y fáciles de comprar en cualquier tienda –virtual o física– y si todos los títulos de las librerías de papel estuvieran disponibles en las tiendas digitales a precios razonables?

      Este “futurismo” sí me gusta, y me gustaría imaginar también sus resultados: seguramente la venta de libros no disminuiría; al contrario, se multiplicaría porque los dispositivos generan una gran facilidad para comprar y re-comprar, y quizá hasta se podría decir que nunca antes el público (incluso el joven) ha leído más.

      ¿Perjudicados? Las fábricas de papel, las librerías físicas sin tiendas virtuales, los distribuidores de libros físicos… ¿Beneficiados? La industria electrónica peleando en el negocio del libro, los autores con contratos de edición digital, las editoriales con ramas digitales, las librerías virtuales… ¡Los lectores adaptados a los e-readers!

      II. Autocentrismo

      Cuando se pone a los autores en el centro de la reflexión son muchos los que también comienzan “pensar” en tiempo futuro. Algunos avecinan la “Era de Oro de la Autoedición Digital”.

      Entonces, vuelvo a plantear el mismo ejercicio: pensar a los autores y su relación con el libro digital en tiempo presente.

      Ya se pueden anotar por decenas a los “autores jóvenes o desconocidos” que han lanzado sus novelas en Internet y se han colado en los primeros puestos de las listas digitales de libros más vendidos.

      Para los autores clásicos nada parece haber cambiado (en su relación con los lectores, no en la entraña de sus acuerdos con las casas editoras). Finalizan sus novelas, esas novelas se publican y llegan a los lectores ahora en más formatos: disponibles para leer en libro papel o en formato digital.

      Stephen King es un buen referente para iluminar este punto. En 2000, el escritor lanzó la novela corta Riding the Bullet al mercado masivo a través de Internet y a un precio de 2,5 dólares. El título se convirtió en el primer e-book best seller y logró unas 400 mil descargas legales en las primeras 24 h de su exposición a la red (doce años atrás los tiempos de descarga de un archivo como este podían representar lo mismo, un día entero).

      Dos años después, la obra se incluyó en la colección Everything’s Eventual y, dos años más tarde, se adaptó al cine.

      Se trató de una primera experiencia, pero marcó un precedente: los lectores fanáticos seguirían a sus autores en la forma en la que estos editaran sus obras. No es extraño que esta primera experiencia tuviera que ver con la ciencia ficción.

      Los autores consagrados que no temen a las nuevas herramientas sociales consiguen lo impensado: un trato directo con el lector sin intermediarios y con excelentes resultados. Desde Twitter, escritores como Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) comparten su intimidad, recomiendan sus gustos y, lo más importante para su oficio, acercan adelantos de sus escritos en curso. A febrero de 2012 unas 350 personas leen lo que el español escribe en 140 caracteres.

      ¿Y si adelantaran un nuevo capítulo en la red? ¿Y si anunciaran que su nuevo libro está disponible desde el segundo en que hizo send a su tweet? ¿Y si compartieran el link de la tienda virtual en la que comprar su libro recién salido a la venta? ¿Y si pidieran opiniones sobre el nombre de un personaje o el título de una obra o la forma de concluir un capítulo? ¿Y si escribieran: “Firma de ejemplares en dos horas en la librería del centro”?

      Es un buen tiempo, el presente, para medir resultados de venta a partir del trabajo de promoción del propio autor… porque el presente es un buen tiempo para los autores.

      III. A modo de cierre (de un tema que no está cerrado)

      Es difícil encontrar la punta del hilo que desarme la madeja de conversaciones en torno al libro de hoy. Cada hilo puede llevar a distintos replanteos, todos interesantes: el negocio del libro, el hábito de la lectura, la distribución, los autores, la perdurabilidad de la palabra escrita, el almacenamiento, las bibliotecas, la forma de compartir lecturas, el surgimiento de nuevos autores, la figura del editor en tiempos digitales, la velocidad de la reproducción, la piratería, los precios, el negocio del libro usado, los coleccionistas, las tiendas virtuales, el acceso a la cultura, la dependencia de Internet, los dispositivos, las alianzas… hay mucho para pensar, en tiempo presente.

      Sin embargo, la experiencia de leer y escribir no es radicalmente diferente al pasado y, quizá, tampoco al futuro. Si Ítalo Calvino escribiera hoy el prólogo de su libro Si una noche de invierno un viajero (de 1979) solamente haría pequeños retoques a su deliciosa descripción de la voracidad del lector al enfrentarse a la oferta de libros. Serían pequeños cambios relacionados a “caminar por una librería” frente a “bucear con tus dedos en una tienda virtual” o a “acomodar tus libros en una estantería” frente a “ordenarlos o descargarlos en tu dispositivo favorito”.

      “(…) Ya en el escaparate de la librería localizaste la portada del título que buscabas. Siguiendo esa huella visual te abriste paso en la tienda a través de la tupida barrera de Los Libros que No has Leído que te miraban ceñudos desde mostradores y estanterías tratando de intimidarte. Pero tú sabes que no debes dejarte acoquinar, que entre ellos se despliegan hectáreas y hectáreas de los Libros Que Puedes Prescindir de Leer, de los Libros Hechos Para Otros Usos Que La Lectura, de los Libros Ya leídos Sin Necesidad Siquiera de Abrirlos Pues Pertenecen A La Categoría De Lo Ya Leído Antes Aun de haber Sido Escrito. Y así superas el primer cinturón de baluartes y te caen encima la infantería de los Libros Que Si Tuvieras Más Vidas Que Vivir Ciertamente Los Leerías También de Buen Grado Pero Por Desgracias Los Días Que Tienes Que Vivir Son Los Que Son. Con rápido movimiento saltas sobre ellos y caes entre las falanges de los Libros Que Tienes Intención de Ídem Cuando Los Reediten En Bolsillo, de los Libros Que Podrías Pedirle

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