Dios en la poesía actual. Carmelo Guillén Acosta
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MORENO, ANTONIO (Alicante, 1964)
TRAS LA COMIDA
LA CASA
NOMBRES DEL ÁRBOL
CANCIÓN DEL CAMINANTE
MORENO, INMACULADA (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1960)
INVIERNO Y ALEGORÍA
NEGACIONES
NAVARRO, SERGIO (Marbella, Málaga, 1992)
MAPA DEL TIEMPO
UNA IMAGEN POSIBLE
PRAENA, ANTONIO (Purullena, Granada, 1973)
(y II) RESPONSO
PERO NO
QUIZÁ UNA GOLONDRINA
GRAFITI
REYES LINDO, M.ª EUGENIA (Sevilla, 1980)
SENTADOS A LA PUERTA
MÁS ALLÁ DE LA LLUVIA
GRACIAS PERO NO
SÁEZ, JOSÉ ANTONIO (Albox, Almería, 1957)
[MI AMADO, LOS BOSQUES DE LAURISILVA]
[Y SI ACASO AL FINAL FUERA POSIBLE]
SÁNCHEZ ROSILLO, ELOY (Murcia, 1948)
VIEJAS HISTORIAS
CUANDO MIRAS DESPACIO
PERDICIÓN
EL VALLE
NO HABRÁ OCASIÓN
SEVILLA, PEDRO (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1959)
LA LUZ
LA NARANJA
LA NIEVE
TÉLLEZ, RAFAEL ADOLFO (Palma del Río, Córdoba, 1957)
UNA TIENDECITA
ACCIÓN DE GRACIAS
CIERTA CALLE POR LA QUE VUELVE AHORA
TRAPIELLO, ANDRÉS (Manzaneda de Torío, León, 1953)
EL TEÓLOGO
UN AGUAFUERTE JANSENISTA
VENITE ADOREMUS
SANTA MARÍA DE TRUJILLO
LOS DOS CIELOS
VILLACAÑAS, BEATRIZ (Toledo, 1964)
MI HACIENDA
CELEBRACIÓN
MILAGROS PERMANENTES
PROVIDENCIA
VILLENA, FERNANDO DE (Granada, 1956)
AL NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR
VIERNES SANTO
VACILACIONES DE LA FE
LA OBRA DE TUS MANOS
CAMPAÑA ELECTORAL
PRÓLOGO
Al poco tiempo de volver de su exilio mejicano, la poeta de la generación del 27 Ernestina de Champourcin publicó una antología titulada Dios en la poesía actual. El presente libro quiere ser su continuación. No se trata de empezar desde donde ella lo dejó: aquellas generaciones de poetas que no aparecieron entonces en esa antología. Lo propuesto por la colección Adonáis es recoger poemas de autores actuales, vivos. La línea cronológica es que hayan nacido a partir de 1950, aunque tampoco importa que fuera algunos años antes. En suma, se trata de antologar a las tres generaciones de poetas españoles que se han sucedido durante nuestra democracia. El director de la colección Adonáis, Carmelo Guillén Acosta, me proponía esto en una taberna de Triana. Como nos conocemos desde los años de la Facultad, yo pensaba: Carmelo es un gran optimista. Vivimos en un tiempo de la potsecularización. ¿Dónde vamos a encontrar a esos poetas? Ni aun buscándolos con un candil, como el cínico griego buscaba un hombre en la plaza en hora de mercado. Habrá, a lo sumo, cuatro o cinco poetas que hayan tratado el tema de Dios, pero cuatro golondrinas no hacen verano. Pues bien, me equivocaba, como la paloma de don Rafael Alberti. Unos poetas fueron llamando a otros, y estos a otros. Así, de viva voz, ha salido la presente antología de poetas actuales que han hablado, poco o mucho, de Dios. Y aun hay buenos poetas que se han quedado fuera. Naturalmente, esta antología no pretende convencer a nadie, ni siquiera a ese amigo imaginario que llevamos dentro y con el que hablamos sin querer: Pásmate, si todavía quedan poetas que hablan de Dios.
No hay en ellos un credo en particular o la intención de hacer poesía sacra o religiosa, ni de enseñarnos nada en concreto; acaso encontraremos solo sinceras preguntas aunque no haya a veces demasiadas respuestas. No son hombres o mujeres de iglesia ni sacristía, ni asociaciones religiosas. Hasta donde sé, son poetas que, sin más, han escrito auténticos y hondos poemas religiosos. Cada uno por su cuenta, con edades y profesiones y estilos diferentes. Y todo esto no ha dejado de sorprenderme. Y tal vez la causa de esta eclosión —de este luminoso verano de preguntas a lo divino— tenga raíces muy hondas, ya desde los albores de nuestra sociedad contemporánea.
En efecto, desde que se instaló la sociedad industrial, los escritores buscaron algún lugar en ella, pues mal que bien el mecenazgo les había hasta entonces facilitado la vida, al menos la de sus bolsillos. Los novelistas encontraron acomodo en los periódicos y editoriales populares, con aquellos novelones por entregas tan leídos entonces y aún hoy con el pomposo título de best seller; además, la prensa política nunca se ha alejado del todo de la vida literaria. Los autores teatrales han seguido estrenando con frecuencia en los teatros públicos, o haciendo guiones para las productoras.
Solo los poetas parecen desnortados en las nuevas circunstancias. Charles Baudelaire, el padre de la poesía contemporánea, parece ser el símbolo de ese desarraigo. Sus melenas pintadas de verde, sus flores del mal, su afán por escandalizar al acomodado y gordo burgués nos lo manifiestan. Desde entonces, con él