Una propuesta para Amy - El amor de mi vida - Mi vida contigo. Tessa Radley

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Una propuesta para Amy - El amor de mi vida - Mi vida contigo - Tessa Radley Ómnibus Deseo

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tiempo. Pero ¿amor? Nunca. No era su tipo. Eran caracteres opuestos. Él era el típico chico malo y ella la típica chica buena. No tenían nada en común.

      Además él le despertaba unos sentimientos que nunca había experimentado. El sexo con él sería muy agradable. Aunque, sin amor, sería solo algo puramente físico, casi animal.

      No, no estaba dispuesta a admitir eso. De ninguna manera.

      –Yo… no creo que…

      –No tienes que creer nada, Amy –dijo él con una sonrisa–. Solo tienes que sentirlo.

      El rubor le extendió por todo el cuerpo.

      –¡Heath!

      La sonrisa maliciosa de Heath se desvaneció y su expresión se tornó más seria.

      –No quiero un matrimonio sin sexo, Amy.

      –¿Y qué pasaría si te enamoraras de otra mujer?

      –Eso no va a suceder nunca.

      –Nunca has estado enamorado, ¿verdad? Por eso nunca has querido casarte.

      –Algo parecido.

      Amy lo miró fijamente, presintiendo que no le estaba diciendo toda la verdad. Pero su expresión irónica parecía advertirle que si seguía insistiendo con sus preguntas, tal vez no le agradasen mucho las respuestas. Sin embargo, necesitaba asegurarse.

      –¿Y si tienes un flechazo?

      –Eso no va a suceder. Yo no soy de esos.

      Ella lo había visto con montones de mujeres. De todos los tipos. No podría soportar que su marido estuviese con otra. Esa había sido una de las razones por las que Roland y ella…

      –Pero has tenido varias novias.

      –Nunca me he enamorado de ninguna.

      –Podrías conocer a más mujeres. ¿Quién podría impedírtelo?

      –Mi matrimonio –respondió él sin pensárselo dos veces.

      –¿Estarías dispuesto a serme fiel si tuviéramos…?

      –¿Relaciones sexuales? –dijo él, viendo que ella no se atrevía decirlo.

      Amy se puso colorada. Sabía que estaba tensando demasiado la cuerda, pero si él quería un verdadero matrimonio, con sexo y todo lo demás, necesitaba estar segura de su fidelidad.

      –Eh… sí –replicó ella, tartamudeando.

      –De acuerdo.

      Amy lo miró desconcertada. No había esperado que accediese a eso tan fácilmente.

      –Hay otra cosa de la que tenemos que hablar –dijo ella, alzando la barbilla y armándose de valor.

      Después de todo, si él había podido pronunciar la palabra «sexo», ¿por qué no iba a poder hacerlo ella?

      –Tú dirás.

      –La higiene sexual.

      –¿Tienes algún problema con eso?

      –¿Yo? –exclamó ella–. ¿Tú crees que yo…?

      –Te acostaste con mi hermano. Si llevó una vida promiscua, pudo haberte contagiado algo.

      Amy pensó en lo injusta que la vida sería si tuviera que pagar un precio tan alto por la imprudencia de una noche de la que tantas veces se había arrepentido.

      –Tendré que hacerme algunas pruebas –dijo ella.

      –Espero que no sea demasiado tarde para eso –dijo Heath, mirándole el vientre–. Mi hermano, en cuestión de mujeres, no era tan refinado como yo.

      –¿Por qué tengo que creerte? –exclamó ella acalorada–. Siempre has sido el chico malo del barrio. Black Saxon te llamaban.

      –En cuestiones de sexo, nunca he asumido riesgos. El doctor Shortt puede confirmártelo y darte un certificado si quieres.

      –No hace falta, con tu palabra me basta.

      –Puedes confiar en mí. Siempre he sido muy precavido, conmigo y con las mujeres con las que he estado.

      Ella vio que él estaba llevando las cosas demasiado lejos, como si necesitara dar más explicaciones de las necesarias. Juzgó conveniente cambiar de conversación.

      –¿Qué pasaría si el bebé empezara a llamarte papá… y luego decidieras separarte de mí? Podría acabar aburriéndote el matrimonio.

      –Te aseguro que no me aburriré contigo.

      Amy se sintió confusa y desconcertada. No estaba segura de lo que quería decir con esas palabras.

      –Siempre has dicho que no querías casarte. ¿Por qué estás tan seguro de que no te aburrirás en el matrimonio?

      –Ya te lo dije. Todos cambiamos en la vida. Ahora tengo una opinión distinta.

      Ella volvió a tener la sensación de que le estaba ocultando algo.

      –¿Es por el bebé?

      Él se quedó mirándola unos segundos y luego asintió con la cabeza.

      –Sí.

      Amy estaba cada vez más desconcertada. Heath era mucho más complejo que el chico malo que conocía. Pero estaba empezando a cansarse de ser solo la portadora de un bebé con el apellido Saxon. Deseaba hablar de ella misma y de su relación con Heath. De su futuro juntos.

      –Bien. Si los dos queremos lo mejor para el bebé, espero que todo funcione bien.

      –No va a ser fácil, Amy. Tendremos que poner mucho de nuestra parte –dijo él, inclinándose hacia ella.

      Amy comenzó a sentir un hormigueo por el cuerpo. Vio su cara muy cerca de la de ella. Sus ojos eran oscuros e inquietantes. Sus pómulos destacaban de forma prominente. Sintió la sangre agolpándose en su cabeza.

      Bajó la mirada antes de que él pudiera descubrir sus sentimientos.

      –Amy…

      La tensión flotaba en el ambiente.

      Alzó la vista y vio una pequeña caja de terciopelo negro sobre el mantel blanco de la mesa.

      Sintió la boca seca. El momento de la verdad había llegado.

      Se quedó mirando la caja, sin atreverse a tocarla.

      –Ábrela –dijo Heath.

      Amy alzó la vista hacia él. La caja no podía encerrar ningún misterio. Solo podía ser un anillo de compromiso. No tenía ninguna prisa en verlo.

      De

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