en Chesky y su sucio, Joe Gebbia, de alquilar colchones de aire en su apartamento de tres habitaciones.
Chesky recordó que en ese momento se había acercado a un diseñador destacado para contarle su nueva idea de negocio. Y recordó también que él la descartó como ridícula. Esa respuesta marcó el inicio de una larga racha de rechazos y de burlas. Pero también marcó el comienzo de Airbnb, un monstruo que está valorado hoy en más de treinta mil millones de dólares. Y los analistas predicen que será mucho más grande todavía.
En ese hotel comenzó el proyecto de la empresa y también el del libro que registra su historia.
CAPiTULO 02: ¿Qué ofreció Airbnb a la gente?
¿Por qué despegó rápidamente Airbnb?
El contexto económico ayudó. Al salir de la gran crisis, este sistema ofreció una forma que permitió a la gente común ganar dinero en sus hogares y a brindó a los viajeros un sistema de bajo coste para viajar.
Los primeros clientes arriesgados a este nuevo formato fueron los millennials, jóvenes inmersos en tecnología, un grupo demográfico en crecimiento. Y los anfitriones tenían un promedio de cuarenta años. Oferta y demanda a precios bajos fue una de las fortalezas de Airbnb.
Pero la empresa aprovechó más que eso. Ofreció una experiencia especial y diferente, una experiencia que el viajero sentía como novedosa y artesanal que era mucho más atractiva que alojarse en un hotel estándar. Y abrió el acceso a diferentes vecindarios de zonas turísticas tradicionales. Fue una modalidad que atrapó a tantos y tantos viajeros ávidos de aventuras y de vivencias diferentes a las que proporcionaba un hotel tradicional, rutinario y siempre igual.
El avance de la tecnología fue un elemento clave en este desarrollo. Todos los contactos previos se realizan mediante internet, y por eso los millennials, acostumbrados a las interacciones digitales, fueron los usuarios en los primeros tiempos.
Pero no todo fue camino de rosas para Airbnb. En muchas ciudades del mundo la actividad es considerada ilegal. La oposición de los críticos se hizo notar y se usaron las leyes para detener su crecimiento. Algunos gobiernos comenzaron a legislar para evitar su expansión. Pero Airbnb sigue en su lucha.
Y lo cierto es que el uso de Airbnb se ha disparado mucho más allá del público juvenil de los millenials. Las personas mayores también lo utilizan, y ya no es una cuestión de edades. El sistema genera vínculos más humanos que los de un hotel, y a las personas les gusta eso.
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