Menos respeto que soy tu jefe. Melina Cao
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Hablamos de Generación App porque queremos ir más allá de la tecnología. Nuestra intención es capturar la dimensión cognitiva, social, emocional e incluso ética de lo que supone ser joven en la actualidad” (Davis/Gardner 2014).
No obstante, todas estas personas conviven y, en el encuentro generacional, confluyen valores de época que modifican e influyen en cada uno, y que nos ayudarán a entender cómo conviven las generaciones en los nuevos modelos de liderazgo, y cómo se forjan estos valores.
CITAS
Davis, Katie/Gardner, Howard, La Generación App, Paidós, Buenos Aires, 2014.
Lemieux, Cyril, Gramática de la acción social, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2017.
1 Para conocer más sobre este aspecto de la metodología pragmática, recomendamos leer Lemieux, Cyril, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2017.
Entre
jefes y padres
—¡Hola! ¿Es Unilever?
—Sí, ¿con quién hablo?
—Mirá, soy la mamá de Hernán.
—Disculpe señora, ¿de qué Hernán?
—Hernán González. Él estuvo en una entrevista, antes de ayer, en sus oficinas. Perdoname que te llame, soy la mamá, dudé en llamarte pero, como no tuvo novedades y anda un poco ansioso, quería saber si podías contarme cómo le fue, así lo voy preparando. No quiero que se me pinche.
Hay quienes podrán afirmar que los padres actuales son un fuerte factor de la supuesta inmadurez que se atribuye a los jóvenes actuales, que la combinación de estas conductas parentales, junto con la postergada salida de la casa paterna, no hace más que armar un combo poco saludable en términos de emancipación y crecimiento.
No nos toca a nosotros juzgar estas acciones. Sin duda, detrás de ellas, debe haber solo buenos propósitos de personas que quieren a sus hijos y buscan lo mejor para ellos. Es probable que haya también un fuerte temor a verlos sufrir, y alguna duda en torno a la tolerancia a la frustración o resiliencia, con la que sus hijos cuentan para sobrellevar las frustraciones propias de la vida.
Algo se juega en relación a la desvalorización del proceso de frustración y recuperación que nos ha alcanzado a todos en la vida. Pareciera estar presente con más fuerza la hipótesis de “a menores frustraciones, mayor felicidad”, y los padres han tomado un rol central en la cruzada de aislar a sus hijos de cuanta frustración les sea posible.
De cualquier manera, lo que nos interesa es recortar lo que está sucediendo para, a la luz de eso, poder pensar otras situaciones que se dan fuera de la familia con figuras de autoridad, así como pensar también algunos comportamientos de los jóvenes que, iluminados por las costumbres familiares, se nos vuelven más entendibles.
La injerencia de los padres en las decisiones de los hijos, o incluso en el paso a paso de sus vidas, imprimen postales novedosas de los últimos años, siempre con matices, pero impactando en algún punto de manera similar Por ejemplo, ya no nos asombra ver a madres en el hall de espera, acompañado a sus hijos a procesos de selección, o recibir e-mails o llamadas para obtener de maneras más rápidas feedbacks.
Esta hiperpresencia seguramente deja una huella o concepción de lo que ellos, como jóvenes, pueden esperar de los adultos que los guían en las distintas esferas. En el caso de un trabajo, la figura más cercana a esto es el jefe.
No debemos asombrarnos, entonces, de que la expectativa con respecto al rol del jefe esté corrida de los parámetros que históricamente se han tenido.
Describiremos qué cualidades consideran que un buen jefe debe tener, con los propios testimonios de los entrevistados.
Que te escuche y que esté presente cuando necesitas una ayuda, sin ser agobiante.
Distendido, que sea más un ‘amigo’ que te entiende y que si llegás tarde por algún problema no te esté castigando.
Que tenga confianza en mí a full.
Que me guíe, sí, pero que me dé libertad y sea flexible.
Que me acompañe, que me siga a la par, pero con presencia de líder.
Que pueda tener diálogo abierto con él, que me marque en qué voy bien y en qué no.
Que me deje ser, guiándome, y me permita relacionarme con otros en la empresa.
Que sea claro y conciso, copado desde lo personal y que esté cuando uno lo necesita.
Que entienda mis prioridades, que me dé oportunidades de aprender al darme a resolver ciertas cuestiones del trabajo.
Hoy busco más a un jefe que pueda defenderme y acompañe mis decisiones en lo laboral, tener su apoyo.
De un jefe espero encontrar una persona a la cual pueda copiar en lo laboral y en la parte humana. Un modelo a seguir.
Cuando me tocó ser jefe, pensé en cómo me hubiese gustado que me tratara a mí mi jefe, con respeto, sin castigos, y pensé ‘voy a manejar al equipo de la forma en la que tengan ganas de venir a trabajar’.
Para mí es importante que el jefe pueda tener conversaciones honestas, pero realmente honestas.
Que te transmita sus conocimientos, que sea capo en lo suyo, que sepa mucho.
Como vemos, la vara está alta.
En general, al insertarse en grandes compañías, lo que los jóvenes encontrarán serán jefes con muchas responsabilidades, tiempos reducidos y vocación de desarrollo de gente fuerte, media o baja,