Neoliberalizando la naturaleza. Arturo Villavicencio

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Neoliberalizando la naturaleza - Arturo Villavicencio Ciencias Sociales

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a partir de la década de los noventa de un nuevo discurso, el de la modernización ecológica, construido alrededor de la innovación tecnológica como factor fundamental para la solución de los problemas ambientales. La propuesta engloba un nuevo enfoque de gobernanza ambiental al proponer que la degradación ambiental puede ser desacoplada del crecimiento económico y que el desarrollo y la industrialización pueden ser ambientalmente responsables mediante regulaciones apropiadas que estimulen la inversión y el comercio.

      La idea de los servicios ambientales como una nueva fuente de generación de valor necesariamente condujo a idear mecanismos de pago por estos servicios. Este es otro de los temas abordados en el capítulo II. El principio del pago por servicios ambientales es elemental: una vez que la utilidad de un ecosistema es puesta al descubierto, por ejemplo, la capacidad de un ecosistema de absorber carbono, proteger una cuenca hídrica o atraer turistas, el ecosistema adquiere un valor económico que puede ser monetizado y comercializado. El texto incluye una discusión y cuestionamiento sobre las hipótesis que sustentan el mecanismo de pago por servicios ambientales y que parten de dos enfoques disciplinarios: la economía ambiental y una interpretación particular de las ciencias de los ecosistemas. El primero asume una visión de la naturaleza como proveedora de servicios transables en los mercados y que son indispensables para el funcionamiento de los sistemas sociales y económicos. El segundo, concibe los ecosistemas como un conjunto de flujos y stocks, reducibles a unidades diferenciadas y estandarizadas. El capítulo concluye con una corta reflexión sobre el floreciente negocio que se ha montado alrededor de la identificación, definición y cuantificación de los servicios ambientales. Se sostiene aquí que, a través de la financiación de proyectos de conservación, agencias mul­tilaterales, bilaterales y ONG transnacionales imponen una agen­da ambiental que no siempre coincide con los intereses de los países receptores de la «cooperación internacional».

      El capítulo III analiza las modalidades y mecanismos a través de los cuales la naturaleza es sometida a un proceso de mercantilización. La exposición empieza con un resumen de tres estudios de caso sobre la implementación del pago por servicios ambientales en el Ecuador. Los casos analizados ilustran tres modalidades de gobernanza ambiental en las que diferentes actores (gobierno, instituciones locales, ONG y empresas extranjeras) establecen acuerdos para el control y manejo de ecosistemas locales. La discusión sobre el tema cuestiona el discurso convencional y muestra que la venta de servicios no conduce a aliviar los niveles de pobreza de las poblaciones beneficiarias de los pagos; que el reconocimiento monetario está lejos de compensar los costos de oportunidad de usos alternativos del suelo y que los incentivos financieros no son distribuidos equitativamente, erosionando en muchos casos el sentido de comunidad. La discusión sobre estos casos es concluyente: los pagos ambientales convierten a los campesinos y comunidades en sujetos de dependencia económica de una renta incierta como inciertos y cuestionables son los logros de los objetivos de protección ambiental.

      El examen de los casos mencionados resulta también de interés porque ellos muestran tres modalidades de gobernanza ambiental que son discutidas en el capítulo. A pesar de las especificidades de cada caso, el análisis identifica características comunes a todos ellos: i) en lugar de fortalecer o devolver el control de los recursos a los pueblos locales, se crean condiciones para un aumento del control por parte de agentes externos a través de estructuras descentralizadas en las que por diversas razones estos mantienen una posición predominante; ii) la incorporación de los recursos naturales en estructuras de mercado altera los valores y significados locales afectando las dinámicas sociales y culturales dentro de las comunidades; y, por último, iii) estas nuevas modalidades de gobernanza pueden acelerar en lugar de detener la degradación ambiental.

      La discusión sobre los servicios ambientales necesariamente conduce a la pregunta: ¿en qué medida los servicios ambientales son susceptibles de una gestión económica? En otras palabras, esta pregunta se reduce a cuestionar la posibilidad de definir las funciones y servicios ambientales como mercancías en un sentido estrictamente económico; es decir, como unidades claramente delimitadas, que mantengan una unidad consistente a lo largo del tiempo y el espacio y no sean sujetas a controversias entre los agentes económicos que intervienen en el mercado. Este tema, abordado a continuación en el capítulo, centra el análisis alrededor de tres problemas que confronta la mercantilización de la naturaleza: delimitación, conmensurabilidad y equivalencia de los bienes y servicios ambientales. El análisis muestra que la definición de las funciones y servicios ambientales como unidades discretas y estandarizadas condu­ce a una peligrosa descontextualización de la naturaleza. En efecto, la conmensurabilidad de las funciones y servicios ambientales es posible únicamente a niveles de abstracción que pueden tener sentido económico, pero carecen de significado real al ser dislocados de la materialidad de su geografía local. Más aún, la equivalencia ecológica, una condición fundamental para la mitigación compensatoria y funcionamiento de mercado, crea la ilusión de que la degradación ambiental causada por el crecimiento económico puede ser compensada por acciones de reparación sin afectar la integridad y resiliencia de los ecosistemas.

      El capítulo concluye con la preocupante constatación que el proyecto de neoliberalización de la naturaleza ha reducido un problema esencialmente social y ecológico a un problema exclusivamente económico, confinándolo en una retórica utilitaria y de preferencias individuales. Pero más preocupante aún es la tendencia hacia un proceso de colonización del conocimiento científico por las exigencias del capital de producir información «objetiva», funcional y práctica para el funcionamiento de los mercados. Como se discute en la sección final del capítulo, esta exigencia está llevando a una peligrosa articulación ciencia-capital-Estado que está forzando a la peligrosa aparición de una producción científicamente incoherente al tratar de hacerla coherente en el sentido económico. Esto nos muestra que en el proceso de neoliberalización, la ciencia es vista como un simple recurso para ampliar la capacidad de grupos de la sociedad de regatear, negociar y transigir para fortalecer sus intereses, posición y prestigio. El tema exige una seria reflexión académica por la sencilla razón que la universidad, en cierta manera, está involucrada en este proceso.

      La visión de la naturaleza como un capital, como un stock que genera flujos y servicios que pueden ser monetizados y convertidos en mercancías para su comercialización, ha colocado la valoración de la naturaleza en el centro de atención del proyecto neoliberal. La asignación de valores monetarios a la naturaleza es un tema de aguda controversia, polarizada alrededor de dos visiones irreconciliables: por un lado, la convicción de preservar la naturaleza por razones éticas, estéticas y espirituales, es decir, por su valor intrínseco, y por otro, aquella perspectiva según la cual la naturaleza tiene un valor instrumental antes que un valor intrínseco. Una discusión sobre la primera posición (compartida por el autor del presente trabajo) cae fuera de la temática planteada en este estudio. La segunda es discutida en el capítulo IV. El capítulo empieza con una referencia a diversos estudios sobre la valoración de ecosistemas de la región amazónica y de las Islas Galápagos. El interés de esta exposición es doble: por una parte, alertar a los lectores sobre el hecho de que los ecosistemas nacionales no son ajenos a la onda neoliberal de mercantilización y comercialización de la naturaleza; y, por otra, mostrar que la «urgencia» o «necesidad» de producir números conduce a prácticas un tanto alejadas de normas elementales de rigurosidad científica. El argumento sostenido aquí es claro: se trata de valoraciones desprovistas de significado, una fabricación de cifras que resultan en fachadas numéricas con apariencia de información real que carece de sentido ya que simplemente no está relacionada con ninguna medición genuina. Estas simplificaciones disfrazadas bajo un ropaje de cientificidad pueden ser vistas, aunque no lo justifica, como una respuesta «pragmática» a los problemas de conmen­surabilidad y equivalencia referidos anteriormente.

      La economía ambiental propone varios métodos de valoración de la naturaleza, entre los cuales dos ameritan especial atención y son objeto de discusión en el capítulo IV: la valoración contingente y los métodos multicriteriales. El primero tiene por objetivo dilucidar, mediante técnicas muy cuestionadas, las preferencias de las personas y determinar lo que ellas estarían dispuestas a pagar por obtener o conservar un servicio ambiental o su disposición a aceptar

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