Capitanes generales de Ejército en la Restauración (1874-1923). José María García Baudín

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Capitanes generales de Ejército en la Restauración (1874-1923) - José María García Baudín monografías

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de la Concha e Irigoyen (*1809 [1868]-†1895).27 Durante el reinado de Isabel II, y ya en el Sexenio, Juan Prim y Prats, marqués de los Castillejos (*1814 [1869]-†187928) y Juan de Zavala, marqués de Sierra-Bullones (*1804 [1874]-†1879).29, 30

      Del total de estos generales que tienen la dignidad de capitán general de Ejército, al principio de la Restauración revistan seis de ellos.31 Estos generales, por orden de antigüedad son: Baldomero Espartero, Francisco Serrano y Domínguez, Juan de la Pezuela y Ceballos, Manuel Pavía y Lacy, José Gutiérrez de la Concha e Irigoyen y Juan Zavala y de la Puente.

      Este número de capitanes generales se incrementa en el siguiente año, al ser ascendidos a esta dignidad, con motivo de la completa pacificación del país y la consiguiente finalización de la tercera guerra carlista, el 27 de marzo de 1876, los tenientes generales Juan Quesada y Mathews y Arsenio Martínez de Campos y Antón, por los servicios prestados por el desempeño de los cargos de General en Jefe del Ejército de la Izquierda y General en Jefe del Ejército de la Izquierda, respectivamente.32 Estos dos ascensos elevan a ocho los generales que revistan en dicha dignidad.33 Este elevado número de capitanes generales vuelve a incrementarse dos años más tarde, puesto que el 7 de julio de 1878 es promocionado el teniente general Joaquín Jovellar y Soler, por los «distinguidos servicios prestados en los cargos de Presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra, y muy particularmente como Gobernador superior, Capitán general de la Isla de Cuba, contribuyendo a la completa pacificación de ella, lo que se expone literalmente en el real decreto de su nombramiento».34 Este ascenso eleva el número de capitanes generales de Ejército a nueve.35

      Es del todo interesante observar que los dos generales más implicados en la Restauración borbónica, Jovellar y Martínez Campos, son ascendidos poco después del cambio de régimen al mayor grado de la jerarquía militar. Especial fue el caso de Arsenio Martínez de Campos y Antón, que, de mariscal de campo, moderno al final del sexenio, pasó en menos de dos años a ocupar la máxima jerarquía del Ejército.36 Este fulgurante ascenso en el generalato es incluso superior que los producidos en el caso de Baldomero Espartero, que pasó de mariscal de campo a capitán general de Ejército en un período de cuatro años,37 como consecuencia de sus victorias en la Primera Guerra Carlista, en cuya finalización sus servicios fueron determinantes. También fue el caso de Ramón Narváez, que, liderando el pronunciamiento militar que terminó con la regencia de Espartero, pasó de mariscal de campo a capitán general de Ejército, en seis años.38 Este rápido ascenso en la jerarquía militar hace que Martínez Campos alcance esta dignidad a los 45 años, edad semejante a la que tenían Espartero y Narváez, 45 y 44 años, respectivamente, cuando ascendieron a capitán general de Ejército

      Este elevado número de nueve capitanes generales, casi único en la historia, se vio reducido a siete39 con los fallecimientos de Baldomero Espartero y Juan de Zavala y de la Puente, acaecidos el 8 de enero y 29 de diciembre del año 1879, a los 85 y 75 años, respectivamente. Este número permanece estable hasta el año 1885, en que fallece Francisco Serrano Domínguez, duque de la Torre, el 26 de noviembre, a los 75 años de edad. Este general era el último representante del régimen de los generales y con él desaparece también el último de los «espadones románticos».40 Estos seis capitanes generales se reducen a cinco con el fallecimiento de Quesada, el 19 de enero de 1889 y de Jovellar, el 17 de abril de 1892. La vacante del primero se amortizó, y la del segundo se cubrió con el ascenso de Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque, por Real decreto de 29 de julio de 1892, con una antigüedad de 17 de abril del mismo año, fecha del fallecimiento de Jovellar.41 En la dignidad de capitán general de Ejército no se volvió a producir movilidad alguna hasta el año 1895, cuando se producen los fallecimientos de José Gutiérrez de la Concha é Irigoyen, marqués de la Habana, y Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque, el 5 de noviembre y el 4 de enero, a los 86 años y 67 años, respectivamente. En relación a los ascensos a esta dignidad, en este año se produjeron tres, dos de ellos para cubrir las vacantes producidas por los generales reseñados y una tercera sin existir dicha vacante. respecto a las vacantes producidas por Pavía y Rodríguez de Alburquerque y Gutiérrez de la Concha, se cubre la primera con José López Domínguez, el 22 de enero de 1895,42 y la segunda con Fernando Primo de Rivera y Sobremonte, marqués de Estella, por Real decreto de 14 de noviembre de 1895, con una antigüedad del día 5.43 La promoción efectuada sin existir vacante fue para Ramón Blanco y Erenas, marqués de Peña Plata, con fecha 16 de mayo, «en consideración con los servicios prestados como General en Jefe del Ejército de Filipinas».44

      Los ascensos a capitán general de Ejército en el período estudiado se realizan enmarcados en el Ministerio de la Guerra, aunque en el caso del de José López Domínguez se efectúa por la Presidencia de Gobierno, con motivo de que este general era el ministro del ramo en la fecha de su ascenso. Este hecho, que produjo cierto malestar en el Ejército, quedó reflejado en la prensa militar.45 Sin embargo, no era un caso excepcional, puesto que existían los precedentes de los generales Ramón Narváez y Juan Prim, que ocupaban dicho Ministerio en la fecha de su ascenso a dicha dignidad.

      En 1896 otra vez revistan seis generales en la clase de capitán general de Ejército, como al inicio de la Restauración,46 pero, a partir de este momento, dicho número se va reduciendo, puesto que no se cubren las vacantes producidas por fallecimiento. Así, tenemos que el 22 de octubre de 1896 fallece Manuel Pavía y Lacy, marqués de Novaliches, a los 82 años, y el 23 de septiembre de 1900 Arsenio Martínez Campos y Antón, a los 68 años, por lo que el número de capitanes generales queda en cuatro, el máximo que estaba permitido en tiempo de paz.

      Este número se reduce a dos en 1906,47 puesto que en ese año fallecen dos capitanes generales, el 4 de abril y el 1 de noviembre, Ramón Blanco y Erenas, marqués de Peña Plata, a los 73 años, y Juan Pezuela y Cevallos, conde de Cheste, a la respetable edad de 97 años, decano de los generales españoles y posiblemente el general en actividad más viejo de Europa. El conde de Cheste, bastión del moderantismo isabelino, tenía una antigüedad de capitán general de fecha de 10 de octubre de 1867, es decir, ejerció esa dignidad más de treinta y nueve años,48 solamente superado en alrededor de un año por Baldomero Espartero.

      Fernando Primo de Rivera y José López Domínguez fueron los dos únicos capitanes generales hasta que, en el año 1910, con el ascenso de Weyler y García Polavieja, se restablece el número de cuatro, señalado en la organización del Estado Mayor General, realizada siendo ministro de la Guerra Martínez Campos.49 Estos dos nuevos capitanes generales llevaban un tiempo más que considerable en el empleo de teniente general, 32 años Weyler y 29 años Polavieja, y ambos estaban a punto de pasar a la sección de reserva, puesto que ya habían cumplido los 71 años,50 y ascendieron a esta dignidad en la misma fecha, el 23 de enero de 1910.51

      Al año siguiente fallece José López Domínguez, el 17 de octubre de 1911 a los 81 años de edad, y asciende en su vacante el teniente general Marcelo Azcárraga Palmero, por Real decreto de 11 de noviembre, y con la antigüedad de la fecha del fallecimiento de López Domínguez.52 Azcárraga asciende a la dignidad de capitán general cuando está en situación de reserva, con 79 años de edad, y fue el último de los generales que es promocionado a dicha dignidad durante la Restauración.53 En efecto, el número de cuatro capitanes generales existentes en el año 1912 se fue reduciendo a dos con los fallecimientos de Camilo García Polavieja,54 en el año 1914, a la edad de 76 años, y de Marcelo Azcárraga, el 30 de mayo de 1915, a la edad de 82 años.55 Estas vacantes no se cubren por el fallecimiento de estos últimos.

      En el año 1916, siendo ministro de la Guerra Agustín Luque, se dicta un Real decreto de 4 de enero,56 en donde se expone que el número de esta dignidad, se reduce a dos, no existiendo vacante para la promoción a capitán general de Ejército,

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