E-Pack Se anuncia un romance abril 2021. Varias Autoras

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en el beso que se habían dado en el pasillo y en lo fácilmente que podría volver a arrojarse en sus brazos. Jason tenía un don especial para hacerle perder el control, y eso la aterrorizaba.

      Juntó las manos con fuerza para no agarrarle la suya sobre la mesa.

      –Has estado genial. En serio. Venir a verme en cuanto supiste lo del embarazo, la cena de esta noche, la manera que has tenido de tratar a mi madre… –a pesar de todo, no podía olvidar los meses que habían pasado incomunicados, sin una sola llamada, sin un simple e-mail. Tendrían que hablar de aquella noche alguna vez, y el tema parecía menos inquietante después de haber superado el encuentro con su madre–. No me has preguntado cómo me quedé embarazada.

      Él se rascó la mandíbula y se echo hacia atrás.

      –Supongo que el preservativo debió de romperse.

      Los recuerdos de la aventura le llenaron la cabeza. El cuerpo le seguía vibrando de placer por el beso del pasillo. Cuatro meses atrás también se habían besado, mientras se arrancaban la ropa con una pasión desmedida, salvaje, desesperados por unir sus cuerpos. Jason había buscado frenéticamente un preservativo en su cartera antes de…

      –Los dos estábamos muy ocupados para preocuparnos por nada más –dijo Lauren, removiéndose en la silla. De repente se sentía muy incómoda–. Te agradezco que no me preguntes por ello.

      Se fijó en los músculos de su cuello y recordó el tacto de su fuerza bajo los labios y el sabor de su piel.

      –Hacía un año que nos conocíamos, y aquel último mes estuvimos trabajando juntos casi todo el tiempo. Sabía que no estabas saliendo con nadie cuando acabamos en el sofá de tu despacho.

      –Tampoco estaba saliendo contigo –señaló ella, y sin embargo se habían acostado siguiendo un impulso irracional. En su vida sólo había estado con dos hombres, dos relaciones largas en las que había pensado casarse.

      Jason le acarició el brazo con los nudillos.

      –Puede que no estuviéramos saliendo, pero desde el primer momento me había fijado en ti.

      La caricia se hizo tan suave y sensual que le abrasó la piel a través del jersey. Lauren lo deseaba tanto que se apartó antes de hacer alguna locura, como tirarlo al suelo para hacer el amor allí mismo. ¿Por qué nadie la había prevenido contra el descontrol hormonal del embarazo? Podía pasar del llanto al deseo desenfrenado de un momento a otro.

      Jason dejó la mano en la mesa y respetó el espacio que ella tanto necesitaba. En realidad, necesitaría algo más que unos centímetros por medio para que se dispersara la embriagadora fragancia de su loción.

      Carraspeó y abordó un tema capaz de sofocar cualquier brote de pasión.

      –¿Cómo has conseguido representar una escena tan perfecta con mi madre?

      Los ojos de Jason la observaron intensamente por unos segundos, antes de recostarse en la silla y aceptar el brusco cambio de tema.

      –Hace un tiempo conseguí un contrato publicitario con una marca de maquillaje. La modelo se había quedado embarazada y querían que su cara siguiera apareciendo en el producto sin que se viera el resto de su cuerpo. Tuvimos que pensar en unas poses muy ingeniosas para la sesión de fotos.

      –Te agradezco mucho tu ayuda –le dijo ella, jugueteando con el molinillo de pimienta que había en la mesa. Tal vez el picor de las especias le permitiera explicar las lágrimas que le escocían en los ojos–. Ya sé que sólo estoy retrasando lo inevitable.

      Él agarró una servilleta de la cesta y se la tendió.

      –Hablarle a tu madre de su primer nieto debería ser un motivo de alegría… en el lugar y momento que tú elijas.

      –Gracias por ser tan comprensivo.

      Aceptó la servilleta y se secó los ojos, maldiciendo una vez más las hormonas. El peso de la realidad la abrumaba cada vez más. La situación de la empresa, el embarazo en solitario… No podía con todo, y Jason le estaba ofreciendo ayuda. ¿Qué podía perder si se iba con él a California, un par de semanas tan sólo, el tiempo suficiente para reordenar su vida y hacer planes para el futuro que los aguardaba como padres?

      –De acuerdo, Jason.

      –¿De acuerdo qué?

      Lauren respiró hondo y cruzó los dedos mientras dejaba brotar las palabras.

      –Iré a California contigo y durante un par de semanas me haré pasar por tu novia.

      Los ojos de Jason se iluminaron por un instante, pero su rostro adquirió enseguida una expresión seria.

      –¿Dos semanas?

      No se le había pasado por alto el detalle.

      –No puedo ausentarme de mi negocio por mucho tiempo –y tampoco podía permitirse jugar a las casitas con Jason–. Mira lo que pasó la última vez… Estuve fuera unas cuantas semanas y mi contable se fugó con medio millón de dólares.

      –¿Y en cuanto a la inyección de capital que te ofrecí?

      –Sólo la aceptaré como un préstamo, con intereses y un plazo de pago –el orgullo no le permitía otra cosa–. No me sentiría bien de otra manera, sobre todo porque no voy a instalarme en California de modo permanente.

      –Podríamos considerar ese dinero como una inversión para nuestro hijo.

      –No insistas, Jason. Puede que medio millón de dólares no signifique mucho para ti, pero para mí se trata de principios.

      –Muy bien –aceptó él–. Como quieras.

      –Claro que… aceptaré un interés muy bajo –tampoco era cuestión de que su orgullo volviera a llevarla a la bancarrota.

      –Sabia decisión.

      –Esta vez tendré más cuidado a la hora de elegir a mi sustituto. La vez anterior pensé en contratar a un gerente, pero decidí no hacerlo para reducir gastos. Un error que no volveré a cometer.

      Había recibido una segunda oportunidad y no podía permitirse un nuevo fracaso. Su hijo merecía tener una madre fuerte y segura.

      –Pero insisto –dijo, pinchando a Jason en el pecho con el dedo–, sólo serán dos semanas. Ya me resulta bastante difícil ausentarme de la oficina por ese tiempo.

      –Volverás a Nueva York dentro de dos semanas, pero dejaremos el compromiso asentado para tranquilizar a tu madre y a mi cliente –le agarró el dedo y se lo dobló suavemente contra el pecho, envolviéndola con el calor que despedían su tacto y sus ojos marrones.

      –Al cabo de un tiempo diremos que la distancia nos ha separado definitivamente.

      –Eh, ¿acabamos de comprometernos y ya estamos pensando en la ruptura? –bromeó él, acariciándole la muñeca con el pulgar.

      –Déjate de bromas –«y deja de intentar excitarme».

      Jason le sujetó los dedos con la misma firmeza que reflejaba su mirada.

      –¿Por

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