El Libro De Los Valores. Yael Eylat-Tanaka

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El Libro De Los Valores - Yael Eylat-Tanaka

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contemporáneas. He hecho mi mejor esfuerzo por dar el crédito apropiado a quien corresponda.

      Yaël Eylat-Tanaka, 2014

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      «Aspiren a la decencia. Practiquen la civilidad hacia los demás. Admiren e imiten el comportamiento ético en donde quiera que lo encuentren. Apliquen un estándar moral rígido a sus vidas; y si de vez en cuando fallan, como seguramente ocurrirá hagan ajustes a sus vidas, no a los estándares».

       ~ Ted Koppel

      Los códigos morales han gobernado a la sociedad desde el principio de los tiempos. La moralidad era un conjunto de reglas de comportamiento que hacían posible la coexistencia de los seres vivos. Dicho seres no solo eran los humanos, sino también algunos miembros del reino animal: leones, hienas, lobos y muchas otras especies. Las reglas se desarrollaron para establecer un orden jerárquico aceptable y asignar un rol de estatus del macho alfa versus el macho joven en relación a los derechos de apareamiento y alimentación dentro de la sociedad, con el propósito de lograr una coexistencia suave y una interacción armoniosa entre los miembros del grupo. Aunque las jerarquías se han mantenido relativamente constantes y predecibles en lo que se refiere al comportamiento considerado como aceptable entre los animales, no ha sido así en el caso de los humanos.

      Al evolucionar la civilización, muchas de las reglas que fueron tan útiles para fomentar y mantener el éxito de las sociedades, se examinaron, probaron y reconfiguraron en favor de una actitud más relajada y temeraria como la que existe en la actualidad. Lo anterior se ve reflejado en muchas de las facetas de la sociedad contemporánea, desde la falta de escrúpulos en los negocios hasta la codicia en Wall Street, pasando por la deshonestidad tanto en la política como en la vida marital. Ese cambio en las actitudes ha dado como resultado una epidemia descontrolada de ansiedad y depresión en el mundo moderno.

      Con esto no estoy llamando a tomar los hábitos religiosos o a abrazar un credo en particular. Hay que enfatizar la relevancia atemporal de algunas reglas de comportamiento que van más allá de las cortesías superficiales; son reglas universales que tocan la totalidad de nuestras vidas, tanto a nivel de la psique personal como entre las relaciones con nuestros semejantes.

      Los humanos tenemos defectos. Fuimos dotados con todas las cualidades y potenciales que pueden convertirnos en héroes o villanos. Es una cuestión de elección; nosotros decidimos la senda que tomará nuestra vida, el papel que despeñaremos en el mundo y el legado que dejaremos.

      Algunos hombres y mujeres de sabiduría nos han hablado ya sobre esto. Desde la elocuencia de Winston Churchill hasta la esperanza franca del presidente Mandela, desde Michael Jackson y Oprah Winfrey hasta George Washington y Voltaire. La paz, la fe y la caridad no son solo palabras nobles que se dicen desde el púlpito; no son anticuadas e irrelevantes – al contrario, tienen tanta relevancia e importancia hoy como siempre la han tenido.

      Encuentra tu alma entre estas palabras.

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       «Porque después de todo, lo mejor que uno puede hacer cuando llueve, es dejar que llueva». ~Henry Wadsworth-Longfellow

      El cambio estropea nuestras vidas. El cambio es la única constante. Sin embargo, ¿con cuánta frecuencia nos esforzamos en cambiar nuestro entorno, la gente en él o sus reacciones y comportamientos? A menudo, el cambio está más allá de nuestro control. Ya sea el clima poco favorable en un momento dado o el comportamiento de alguien más, no podemos cambiar lo que pasó ni manipular en gran medida lo que vendrá. Los recuerdos de la niñez han sido grabados en nuestra mente, a veces están intactos, a veces se han distorsionado por las emociones y las interpretaciones; y lo que ocurrió apenas hace un segundo, como recibir una pequeña mala noticia, forma ya parte de nuestro pasado. Y aún así damos vueltas en nuestra mente atormentándonos con lo que pudo ser, con lo que pudimos hacer de forma distinta, lo que debimos decir, e incluso, lo que los demás pudieron haber dicho o hecho, sin pensar en la imposibilidad de cambiar lo que ha pasado.

      Si una amiga nos dijo algo hiriente, no tiene sentido pensar en lo que debió haber dicho; es absurdo no poder dormir en la noche por estar pensando en lo que pudimos haberle contestado en ese momento. Ya está hecho. Se quedó en el pasado. Solo queda aceptar lo que sucedió. Ella pudo habernos lastimado, pero solo nos queda reconocer y aceptar el sentimiento de dolor. De hecho, es solo desde la aceptación que puede ocurrir un cambio.

      Deja de practicar la calistenia mental preocupándote por lo que no puedes cambiar.

       «Hay veces que tu alegría es la causa de tu sonrisa, pero, algunas otras veces, tu sonrisa puede ser la causa de tu alegría». ~ Thich Nhat Hanh

      La alegría ríe con los niños. No tiene compromisos, es franca, sincera y libre. La alegría no espera más que su propia vitalidad centelleante, un luminoso rayo de sol, el océano reluciente, el incesante vaivén de las olas en la orilla y las gaviotas volando y graznando sobre el agua. La alegría es libre y ligera. Se deleita en el éxtasis del momento, en la emoción de la aventura, en el placer infinito de una canción.

       «La inteligencia sin ambición es como un ave sin alas». ~Salvador Dalí

      ¿Cómo encaja la ambición en los valores? ¿Acaso no hemos escuchado todos que la ambición es algo malo que conduce a la humanidad a todo tipo de comportamiento inescrupuloso? Ciertamente, sin embargo, la ambición tiene un rasgo motivador: nos empuja a la acción. Está muy bien tener una idea brillante, pero, ¿cómo la implementamos? La ambición es el hambre que nos compele a alcanzar la meta que deseamos, a través del trabajo duro y la determinación, la curiosidad y la valentía.

       «Un amigo es alguien que conoce todo sobre ti y aún así te ama». ~ Elbert Hubbard

      Las palabras no son necesarias en una amistad verdadera. En ocasiones, el simple hecho de sentarse juntos es suficiente, cada quien haciendo lo que le gusta, ya sea leer o contemplar. La amistad es entendimiento; la amistad es aceptación; la amistad es un estado en el que no se juzga, es empatía y simpatía, es humor, es bondad, y en ocasiones es regaño.

       «Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor». ~ La Santa Biblia

      ¿Qué es el amor? De entre todas las emociones, el amor es quizá de la que más se habla, más se examina, más se escribe y se debate. Se han creado días festivos para celebrar el amor; los votos matrimoniales se hacen a su nombre; se escriben canciones que hablan del amor en todas sus ramificaciones. Y, sin embargo, el amor sigue siendo esquivo. Va y viene como la marea. Uno puede amar un momento y no hacerlo al siguiente. Los padres no pueden mantener el mismo nivel de amor por sus hijos; los amantes llegan a sentir ambivalencia hacia sus parejas; y el amor hacia la patria se pone en duda con frecuencia.

      La Biblia describe al amor como paciente, amable y tolerante. A pesar de que durante milenios se han hecho diferentes interpretaciones, los versículos de Corintios sobre el amor parecen abarcar muchos de nuestros

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