Tonko, el kawéskar. Jacqueline Balcells

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Tonko, el kawéskar - Jacqueline Balcells

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se creía que cada grupo encontrado en cualquier parte era una tribu distinta de las tribus vecinas. Esto llevó a los arqueólogos a distribuirlos en una serie de grupos étnicos que correspondían al lugar geográfico donde los encontraban, sin pensar que esos nómades se podían mover a través de considerables distancias. Por eso, en el curso de cuatro siglos de exploración, los navegantes encontraron kawéskar en todos sus itinerarios, en todas las bahías donde anclaron, en todas las costas donde naufragaron sus naves. Los indios estaban siempre diseminados y reunidos en pequeños grupos.

      Contactos con los chilotes: el comienzo del fin

      Desde 1880 a 1930 los kawéskar empezaron a relacionarse con más frecuencia con los extranjeros: los chilotes y los blancos. Y se podría decir que este fue el principio del fin del pueblo kawéskar.

      El contacto con los chilotes se produjo cuando las goletas chilotas se dispersaban por los archipiélagos, cerca de los roqueríos, en busca de focas. Su trabajo consistía en matar y despojar a las focas recién nacidas y también a las adultas de sus pieles. Para esto establecían campamentos donde se faenaban los animales, y estos campamentos eran visitados continuamente por otras goletas que iban en busca de las pieles ya faenadas.

      A pesar de su aversión por los chilotes, los kawéskar comenzaron a establecerse cerca de sus campamentos. Empezaban por ser desafiantes, pero entraban después en confianza gracias a pequeños regalos, hasta llegar poco a poco a suministrar mano de obra a los loberos. A cambio del trabajo, recibían alimentación, como papas, cebollas y café de higo. Y a cambio de sus capas de pieles, de nutria y de coipo, recibían ponchos y frazadas de lana, cambio que evidentemente no los favorecía.

      Codicia, violencia y muerte

      Muchas veces los kawéskar robaban todo lo que excitaba su codicia en los campamentos chilotes, como chalupas, velas y fusiles. Cuando eran sorprendidos, se producía una riña salvaje que terminaba con una masacre, en la que no se distinguían inocentes de culpables. Así fueron exterminadas familias enteras, incluyendo niños de meses. Por otra parte, los loberos raptaban mujeres kawéskar y también muchachos para hacerlos marineros. Y cuando eran ellos los descubiertos, nuevamente se producían las violencias. Pero así y todo, un número considerable de kawéskar fueron llevados a Chiloé, Puerto Montt y Punta Arenas.

      Este contacto con los loberos introdujo entre los kawéskar el alcohol y difundió las enfermedades que más tarde los exterminarían casi por completo.

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