El zodíaco, clave del hombre y del universo. Omraam Mikhaël Aïvanhov
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Por otra parte, sabéis que los planetas reciben una gran potencia o, por el contrario, resultan debilitados, según sean los signos por los que pasan y que, a su vez, influyen sobre estos signos. Cuando Marte entra en Aries se fortalece, se vuelve potente, porque Aries le da toda su energía. Marte y Aries se tienen mutua simpatía, se comprenden y toman fuerza el uno del otro. Pero cuando Marte entra en otros signos, como Cáncer o Libra, por ejemplo, se debilita porque estos signos le son extraños. De la misma forma, lo que representan los planetas, es decir, los impulsos, las tendencias, los sentimientos, resultan más o menos exaltados o debilitados de acuerdo a los órganos, a los centros a través de los cuales se manifiestan. Si situáis vuestro amor en la cabeza, no actuará de la misma forma que si lo colocáis en el corazón. Y si colocáis la sabiduría en otra parte que no sea el cerebro, ¿qué hará allí?... Sólo donde los órganos y las fuerzas “se comprendan” podrá producirse un intercambio energético importante. He ahí unos puntos que deben profundizarse. Así como en ciertos signos los planetas se encuentran exaltados o en exilio, de la misma forma nuestras facultades intelectuales, afectivas y psíquicas se refuerzan o debilitan, según sean los órganos a través de los cuales buscan exteriorizarse.
No basta contentarse con un estudio del zodíaco en sentido abstracto o teórico, sino que es preciso aprender a encontrarlo y a interpretarlo en todas las manifestaciones de la existencia. Verdaderamente entonces es cuando la astrología se vuelve viva y útil para vosotros. El zodíaco es un libro de una extraordinaria riqueza y profundidad; todos los misterios de la vida están contenidos en él. Las múltiples combinaciones que forman continuamente los signos y los planetas entre sí son como hilos que se van tejiendo. Constituyen combinaciones que, día tras día, forman la trama de la vida.
III
EL CICLO PLANETARIO DE LAS HORAS Y DE LOS DÍAS DE LA SEMANA
El Árbol sefirótico es una figura simbólica de una gran profundidad, a través de la cual los cabalistas han querido dar cuenta de la creación del mundo. La Cábala explica que, en el origen, existía el Absoluto, el No-manifestado, Ain Soph Aur, es decir, la luz sin fin, y toda la creación no era otra cosa que la condensación de esta luz. Los diez sefirot o las diez regiones divinas se formaron por emanaciones sucesivas, y a cada una de ellas se vincula un planeta: a Malkuth, la Tierra; a Iesod, la Luna; a Hod, Mercurio; a Netzatch, Venus; a Tipheret, el Sol; a Geburah, Marte; a Hésed, Júpiter; a Binah, Saturno... En nuestros días se atribuye Urano a Hokmah y Neptuno a Kether, pero los antiguos desconocían la existencia de planetas más allá de Saturno, y atribuyeron a Hokmah el zodíaco, y a Kether los primeros torbellinos que presidieron la creación.
Si consideramos los siete planetas, de la Luna a Saturno, colocados sobre el Árbol sefirótico, vemos que son precisamente los que corresponden a los siete días de la semana, pero en un orden diferente. En el Árbol sefirótico los planetas ocupan el siguiente orden:
Empecemos por Saturno, que es el primer planeta de la parte alta del Árbol sefirótico. La tradición esotérica dice que rige la primera hora del sábado, mientras que la hora siguiente está regida por Júpiter, la tercera por Marte, la cuarta por el Sol... y así hasta la octava hora, que está de nuevo bajo la influencia de Saturno; y el ciclo comienza de nuevo. Se alcanza así la hora 24 y se constata que la primera hora siguiente está regida por el Sol.
Aplicando el mismo procedimiento para cada día, se constata que la primera hora está bajo el dominio del planeta que corresponde a este día, es decir, la Luna para el lunes, Marte para el martes, Mercurio para el miércoles, etc. He ahí cómo se explica el orden de los días de la semana.
Pero debéis saber que entidades vivas, inteligentes, están vinculadas a cada planeta. Así pues, cada nueva hora lleva consigo entidades que hacen un trabajo sobre las plantas, los minerales, los animales, los seres humanos . Y como cada planeta está ligado no sólo a un color, sino también a un sonido determinado (Do a Saturno, Re a Júpiter, Mi a Marte, Fa al Sol, Sol a Venus, La a Mercurio, Si a la Luna), la sinfonía de los sonidos varía con la hora del día a causa de la sucesión de los espíritus. Son los planetas quienes cantan a través del espacio, sumergiéndonos en una música a la que se ha llamado la música de las esferas. Gracias a la meditación, a la contemplación, el hombre puede llegar a percibir esta sinfonía de los planetas, de las jerarquías angélicas... Animado por el canto de los ángeles, el universo respira, se alimenta y vive.
Consideremos de nuevo el orden de los planetas en relación a los días de la semana. Comenzando por el día de la Luna, tenemos:
Pongamos ahora estas dos series frente a frente:
Ahí tenemos la imagen de dos ondas en movimiento y vemos que, donde para un determinado planeta la curva corresponde a un máximo, para la serie de enfrente corresponde a un mínimo. Si colocamos de nuevo estas dos series a continuación la una de la otra, obtenemos el esquema: