El Bhagavad Gita (Edición Ilustrada). Anonimo
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El hinduismo entiende que la realidad visible y comprensible para la conciencia –apenas una apariencia de lo real y concreto que nos rodea– se encuentra sometida a fases sucesivas en la que es creada y luego destruida. Detrás de esta apariencia de realidad se encuentra el principio divino, absoluto y eterno, que sostiene al conjunto del universo.
El espíritu humano –que participa de esa condición absoluta y eterna que es propia del principio divino– está sometido también, como la realidad aparente, a un ciclo seriado de innumerables reencarnaciones, en las que retorna al mundo de las apariencias encerrado momentáneamente en un cuerpo.
Para alcanzar su liberación definitiva y hacerse uno con el principio divino, el espíritu debe liberarse de todos los engaños en los que cae dentro de la rueda de las reencarnaciones, como los deseos de toda especie y la falsa noción del yo individual, otra ilusión más que lo separa de la divinidad.
Desde luego, estamos aquí simplificando y mucho la amplia cosmogonía de creencias, extremadamente elaboradas, que ofrece el hinduismo, pero es con el objetivo preciso de establecer una mera introducción a la doctrina de la que forma parte el Bhagavad Gita.
Este es apenas una porción muy acotada –de unos 700 versos en total, en su versión original– de una obra de dimensiones mucho mayores, el Mahabharata, que alcanza los 100 mil. Según debaten todavía los estudiosos orientalistas, el Mahabharata habría sido escrito en la quinta centuria anterior al cristianismo. Su cuerpo textual se divide en 18 secciones y es la sexta, llamada Bhisma Parva, la que incluye el Bhagavad Gita. En cuanto al significado de este nombre, su traducción es “El Canto del Señor”.
Características y sentido del Bhagavad Gita
Para aproximarnos desde nuestra mentalidad occidental a las peculiaridades que ofrece la obra, debemos comprender primeramente que, como sucede con muchos otros textos religiosos de Oriente, su acción transcurre en tres planos a la vez: el nivel histórico, el individual y el cósmico. En el primero de ellos, el histórico, narra una batalla que tuvo lugar entre dos clanes de la antigua India, los Pandavas y los Kauravas, parientes entre sí, en disputa por la herencia de un reino. A los Pandavas se les atribuyen virtudes tales como el estricto sentido de la justicia, la índole más noble y el control de los deseos y las pasiones, en tanto que su clan rival, los Kauravas, se caracterizan por su descontrolada crueldad, su inveterada injusticia y desmedida codicia, la carencia completa de escrúpulos y una desenfrenada lujuria. Arjuna, protagonista junto con su consejero, Krisna –una encarnación del dios Visnú– del Bhagavad Gita, es un príncipe del clan Pandava.
En el plano individual, el conflicto está dado por la duda que atraviesa el espíritu de Arjuna, quien debe enfrentarse en batalla a sus primos Kauravas y darles muerte.
En el nivel más alto, se alude al antagonismo entre las virtudes propias del espíritu y las bajas que son características del cuerpo, que es el reino del deseo constante e insaciable.
El conjunto funciona como una metáfora, ya que para establecerse en el plano espiritual –objetivo de la evolución del alma- Arjuna debe derrotar y dar muerte a las bajas pasiones que lo separan de lo absoluto e imperecedero, representadas en el plano histórico por los Kauravas.
Sin embargo, como advierte Arjuna una y otra vez al dios encarnado que es Krisna, su dolor y su temor ante la sola idea de matar a aquellos con los que comparte su misma sangre son inmensos; se trata de acabar con algo que es parte de sí mismo, esto es, sus mismos deseos y pasiones. Los consejos del dios apuntan a convencer a Arjuna de que, sin sacrificar esa porción de sí mismo que lo mantiene atado a la condición de un yo individual, nunca logrará liberarse de la falsa apariencia de la realidad y alcanzar a unirse con lo absoluto, a lo que pertenece su espíritu imperecedero.
En su diálogo con Arjuna, el dios expone uno tras otros los caminos del yoga hacia la iluminación, persuadiendo al héroe de que el sendero correcto hacia la plena identificación con el principio divino es la única opción para abandonar definitivamente la sempiterna rueda de las reencarnaciones y unirse con lo supremo, superando la ilusión de la personalidad y sus efímeros vínculos con el mundo de lo material y perecedero.
En apretado resumen este es el mensaje maravilloso que nos trae el Bhagavad Gita, desde la noche de los tiempos, cuando ya ha iluminado durante más de 2.500 años las conciencias de millones de personas, dentro y fuera de su India natal, perdurando y siendo reconocido como uno de los textos más populares y difundidos de su género.
Luis Benítez
Este es el volumen VIII de Los libros sagrados de Oriente. El Bhagavad Gita es técnicamente parte del Libro 6 del Mahabharata, aunque se sabe que es una adición posterior a la saga que se sostiene por sus propios méritos. Es un diálogo entre el Dios Krishna y el héroe Arjuna, que tiene lugar en un momento eterno en el campo de batalla antes de la lucha culminante entre el bien y el mal.
Canto I
Conflicto y desaliento de Arjuna
Dritarastra1:
1 Dime, SAÑJAYA,2 ¿qué hicieron nuestros guerreros y los del ejército de los PANDAVAS3 cuando ansiosos de combatir, se encontraron en la llanura de KURUKSHETRA?4
(En los versos que siguen -2 al 20-, SAÑJAYA describe cómo DURIODANA5, al ver en orden de batalla al ejército enemigo, se dirigió a su preceptor DRONA6 y le expresó el temor de que el suyo, aunque numéricamente mayor, fuera más débil7. Sigue después, como en todo poema épico, la relación de los guerreros de una y otra parte. Para enardecer el decaído ánimo del príncipe DURIODANA, BHISMA8, el comandante en jefe de los KURUS, sonó con fuerza el caracol marino, lanzando estentóreos acentos semejantes al rugido del león, e instantáneamente innumerables conchas marinas, timbales, cuernos, címbalos y otros instrumentos guerreros respondieron de todas partes con un atronador estruendo. Pero entonces KRISHNA9, los príncipes PANDAVAS y sus guerreros sonaron también sus conchas celestes y caracoles marinos, y sus estridentes sonidos desgarraban el corazón de los KURUS10, pues su horrísono estruendo hacía retemblar cielos y tierra.)
ARJUNA11, de pie sobre su soberbio carro12 tirado por blancos corceles, se dirigió a KRISHNA, su amigo y auriga, y le dijo estas palabras:
Arjuna:
21 ¡Oh KRISHNA, el Inmutable! Guía mi carro por entre los dos ejércitos,
22 para que pueda yo darme cuenta de quiénes están ahí ardiendo en bélico afán, y saber contra cuáles guerreros he de combatir en esta fiera lucha.
23 Quiero ver de cerca quiénes se han congregado en este campo de batalla, ávidos de pelear en defensa del pérfido hijo de DRITARASTRA.
Sañjaya:
24 Apenas hubo ARJUNA pronunciado estas palabras, KRISHNA condujo el espléndido carro hasta situarlo entre ambas huestes,
25 y al hallarse enfrente de BHISMA, DRONA y otros príncipes de la tierra, le manifestó: “Contempla, hijo de PRITHA13, a los KURUS allí reunidos”.
26 Recorrió entonces con su mirada, ARJUNA, ambos ejércitos y distinguió ante sí a padres y abuelos, a preceptores, tíos, hijos, hermanos, nietos y compañeros,
27 a padres políticos y a toda clase de familiares, así como a muchos amigos íntimos. Al ver a todos estos deudos suyos, frente a