¡Viva Cataluña española!. José Fernando Mota Muñoz

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¡Viva Cataluña española! - José Fernando Mota Muñoz Historia

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en las elecciones de abril y se disolverá.

      También resurgen en 1930 los estrambóticos socialistas-monárquicos. En 1916 se había creado Acción Protectora del Obrero Socialista Monárquico Español de Alfonso XIII, que en 1922 había cambiado su nombre a Partido Socialista Monárquico Obrero Alfonso XIII. Agrupaba entonces a algo más de un centenar de socios. Su impulsor y presidente era José Ferrando Albors. Su líder fue recibido en diversas ocasiones por el rey. En 1923 se adhieren al golpe de Estado y pronto ingresan en la Unión Patriótica. El partido será reorganizado en marzo de 1930, en julio inauguran su Centro de los Socialistas Monárquicos y en octubre firman una alianza con un pequeño grupo de liberales romanistas, las Juventudes Liberales, presididas por Joaquín Jiménez de Alcaraz Carreras. En noviembre Ferrando Albors es apartado de la dirección por irregularidades contables. Desaparecerán con la proclamación de la República. Su «socialismo» se concretraba en pedir cierta protección de los obreros al rey. Su programa lo explica así:

      Otro reaparecido es Acción Nacional, que no llevaba ni un año en la Unión Patriótica. Se trata de un grupúsculo formado en torno a Rafael Suñén Beneded, un aragonés afincado en Barcelona desde joven. Suñén había sido miembro de los Jóvenes Bárbaros de Lerroux, para pasar a partir de 1923 a colaborar con el Gobierno Civil como censor de prensa y quizás algo más. Suñén había tratado de reconstituir en julio de 1925, con elementos españolistas desencantados con el upetismo, la Juventud Nacionalista Española. El grupo irá mutando de nombre, siempre actuando con autonomía de la Unión Patriótica. Durante un tiempo funcionarán como Juventud Nacionalista Española (Tercio Unión Patriótica), luego como Juventudes Patrióticas y más tarde como Juventudes Recreativas Patrióticas. Con el tiempo algunas agrupaciones reingresarán en la Unión Patriótica y los grupos restantes se convertirán, en noviembre de 1926, en Acción Nacional. Suñén es escogido jefe de la nueva entidad, que tiene como lema «¡Viva España! ¡Viva la unión racial, étnica y geográfica!». Visita al dictador, que le muestra su disgusto por su actuación al margen de la Unión Patriótica. En 1928 publica su Ideario nacional. Sus partidarios no solo se dedican a cuestiones teóricas; en mayo de 1928 boicotean el estreno de la obra dramática La Dolorosa, de Ventura Gassol, por su mensaje catalanista. Finalmente, en octubre de 1929, Suñén dará su brazo a torcer e ingresará, junto con toda su organización, en la Unión Patriótica.

      Otros recién llegados, separados también de la Unión Patriótica, presentarán pronto sus cartas españolistas en Barcelona. Un españolismo rudo y pendenciero, el del PNE y sus Legionarios de España, que se estaban organizando al margen de la UMN, a pesar de compartir con ellos su admiración por Miguel Primo de Rivera, su adhesión a la corona y su ultraespañolismo. En Barcelona, el PNE tiene su origen en un grupo de militantes españolistas, bronco y peleón, que había nacido durante la Dictadura y que se mantuvo en el tiempo, un grupo y unos militantes que darán mucho que hablar en este libro, los ibéricos, los miembros de la Peña Ibérica.

      Domingo 23 de noviembre de 1924. Tarde de fútbol. Sexta jornada del Campeonato de Cataluña. Derbi en el estadio de Les Corts. Se enfrentan el FC Barcelona y el RCD Español. Máxima rivalidad y máxima tensión. La reventa está haciendo su agosto en noviembre. El campo se llena. La prensa habla de 30.000 espectadores. A las 14:50 h comienza el partido. El Barça sale en tromba. El público aprieta desde la grada. El ambiente está caliente y se caldea más cuando cae lesionado sobre el césped Paulino Alcántara, una de las estrellas culés. El juego se torna violento y esa violencia se traslada a las gradas, donde andan mezclados aficionados de los dos equipos. Una entrada del españolista Caicedo al azulgrana Samitier es respondida por este con una patada. El árbitro expulsa a Samitier. Revuelo en el campo. El público lanza monedas contra el árbitro –el partido pasará a la historia como el derbi de la calderilla– y contra los jugadores blanquiazules. El colegiado decide suspender el partido.

      En las gradas hay puñetazos y garrotazos. Han de intervenir las fuerzas del orden para calmar la situación y vaciar el estadio. El encuentro se repetirá a puerta cerrada el 15 de enero de 1925. Fuera del estadio se reproducirán los enfrentamientos entre aficiones. Guardias civiles a caballo han de disolver el tumulto. El partido finalmente lo ganaría el Español por 0-1.

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