Shine. Ana de Andrés
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Desde este estado de gracia (flow, o fluir, para aquellos a quienes os resulte más cercano este concepto)27, nuestra presencia y nuestras acciones tienen la capacidad de ser realmente transformadoras y podemos parar el tiempo y el espacio, y hacérselo sentir a los que tenemos cerca. Este estado de gracia lo hemos vivido todos individualmente en algún instante, aunque haya sido por un corto espacio de tiempo, y seguramente en algún momento y en algún lugar también de forma colectiva. Son esos momentos de cruce de umbral, que de alguna forma grande o pequeña nos transforman para siempre y nos permiten darle la vuelta a situaciones, proyectos, equipos, organizaciones… y a nuestras vidas. Esos momentos de presencia individual o colectiva, de presencing28, nos cambian y lo cambian todo, y hacen que merezca la pena todo lo que viene después, incluyendo el trabajo duro, las frustraciones, la inseguridad, los fracasos y las decepciones.
Conectar con esa presencia a voluntad requiere mucho trabajo personal y una relación sana con nosotros mismos, con nuestras fortalezas y con nuestras limitaciones. No hacerlo, o descruzar el umbral una vez atravesado, por miedo, ignorancia o desidia, nos hace vivir en lo que, si somos sinceros con nosotros mismos, sentimos como fracaso personal, que gestionamos de cara al exterior mediante una dosis más o menos elevadas de cinismo e hipocresía. El castigo ineludible de esa traición es una vida más o menos inocua, en la que nunca podremos desarrollar del todo nuestro potencial. Por eso intento trabajar con jóvenes, especialmente con los que tienen la vocación de dedicarse al servicio público, para que puedan ahorrarse parte del tiempo malgastado persiguiendo vidas inocuas. La externalidad positiva es que la reflexión permanente a la que me fuerzan con su todavía «sabia inocencia» me mantiene conectada con mi propia presencia.
Esta sensación de fluir, ese saber que todo es posible si así lo decidimos y que hay orden al otro lado del caos, es un punto de inflexión. Aprender a vivir desde ahí y apreciar las promesas de este estado, actuando desde esa sabia inocencia y volviendo a ella a nuestro antojo, es un arma poderosa. Ese fluir del que hablo no solo nos lleva a ser extremadamente conscientes, sino que nos impide permanecer en situaciones de adormecimiento (laisser aller o ausencia, en palabras de Otto Scharme29), o dedicarnos «a ver series» mientras la vida transcurre en paralelo. Este fluir es también el único lugar desde el cual son posibles las auténticas transformaciones.
Un momento de pura presencia, de puro fluir, que guardo entre mis mejores recuerdos, lo viví con el consejero delegado y con el director general de una gran multinacional española. El consejero delegado nos recibió a los dos en su lugar del Olimpo para la conversación de lo que en coaching llamamos «encargo», en la que estaba previsto que coachee, supervisor y coach estableciéramos los objetivos del acompañamiento. El consejero delegado, uno de los mejores ejemplos de gravitas que me he encontrado en el camino, nos recibió durante casi una hora desde su propio estado de gracia, mostrándonos con su ejemplo exactamente lo que le estaba pidiendo a su director general. Cerró la conversación enfatizando su confianza, poderosa y sincera, en que su colaborador no solo era capaz de hacer lo que le pedía, sino que, de hecho, y a su manera, ya lo estaba haciendo.
De la reunión salimos ambos habiendo cruzado el umbral, comprometidos y con claridad meridiana sobre lo que nos estaba pidiendo. También inspirados por haber vivido un instante de esos que crean lealtades inquebrantables y que definen las vidas de las personas, los equipos y las organizaciones. Y es que durante unos instantes, el director pudo sentir esa presencia y esa gravitas como suyas y se encontró sin saber muy bien cómo del otro lado del umbral.
La necesidad de disciplina y la calma como estado natural de nuestra mente
Me gustaría terminar compartiendo un aprendizaje básico que viene de mi propia experiencia y de la de muchas de las personas a las que acompaño. Hay muchas posibles disciplinas para cultivar la presencia, pero las vidas poderosas requieren necesariamente que elijamos una y nos comprometamos con ella lo más pronto posible con paciencia, constancia, sabiduría, coraje y humildad. Igualmente crucial es respetar las disciplinas que elijan los demás.
Sin disciplina llega un momento en que olvidamos que la calma es el estado natural de nuestra mente, y que las decisiones verdaderamente estratégicas son muy pocas pero fundamentales. Sin esa disciplina llega un momento en que dejamos de ser capaces de centrar nuestra atención y nuestro radar en las oportunidades, y solo vemos problemas. Solo desde la calma son posibles la escucha generativa y el pensamiento creativo con mayúsculas…, y sin ella se esfuman tanto la posibilidad de ser grandes en lo que hacemos como la de acompañar a otros en su camino a la grandeza.
La tarea, por tanto, es vigilar nuestra experiencia interna, adoptando la posición de testigos, observando nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, y mantenernos firmes en el objetivo de elegir cada vez más y mejor nuestras acciones para poder llevar a cabo aquellas que en cada momento estén disponibles para nuestra mejor versión. De confiar en la intuición, entendiendo que el verdadero origen de nuestras reacciones emocionales no está en el exterior sino en el interior. De cultivar esa presencia disciplinadamente sin sucumbir a la tiranía de la acción… y de comprender que cuando logremos que el lugar desde el que escuchamos, dialogamos y actuamos sea el mejor al que podamos acceder, todo lo demás se transformará.
22 Sobre ser multitarea, la investigación demuestra que de momento nuestro cerebro no ha desarrollado esa capacidad. No lo somos. Tampoco las mujeres… Repito: tampoco las mujeres. Una buena referencia para saber más sobre el tema: Kahneman, Daniel (2013). Thinking Fast and Slow. McMillan.
23 Algunos autores de referencia para los que quieran empezar a desarrollar el vocabulario básico son Paul Ekman y Daniel Goleman, quien en el año 1995 con su libro Inteligencia emocional (Kairós), introdujo el tema de las emociones por derecho y para quedarse en el mundo de los negocios.
24 Rimpoché, Sogyal (2006). El Libro tibetano de la vida y de la muerte. Sogyal Rimpoché. Urano. Pp. 213–215.
25 Perdón por la palabra, que no existe, pero me he permitido inventar (trayéndola de una forma más o menos liberal del inglés) porque el fenómeno se ha vuelto tan común que me parece importante nombrarlo temporalmente hasta que la Real Academia de la Lengua lo contemple.
26 Propriocepción. Concepto derivado de la Física que David Bohm desarrolla en su libro Sobre el Diálogo (Kairós, 1997). Para Bohm, el pensamiento debe tornarse consciente de sus consecuencias, algo que a menudo no ocurre. Se trata de desarrollar esta cualidad con base en la noción neurofisiológica, que significa «percepción de uno mismo». El cuerpo, por ejemplo, es capaz de percibir su propio movimiento, ya que, cuando nos movemos nos damos cuenta de la relación entre nuestra intención y nuestra acción, y entre el impulso a moverse y el movimiento mismo. Imaginaos cuántos problemas nos ahorraríamos si fuéramos capaces de funcionar siempre desde ahí.
27 Csíkszentmihályi, Mihály (2011). Fluir. (Flow). Una psicología de la felicidad. DeBolsillo.
28 Concepto de presencing que combina las palabras presencia y sentir, y que se refiere a la habilidad de sentir y crear como individuos y como grupos, en el momento presente, el futuro con mayor potencial de entre los posibles. Betty Sue Flowers, C. Otto Scharmer, Joseph Jaworski, Peter M. Senge (2005). Presence: Exploring Profound Change in People, Organizations and Society. Hodder & Stoughton General Division.