Excombatientes y fascismo en la Europa de entreguerras. Ángel Alcalde Fernández
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AGRADECIMIENTOS
Este libro nació de una tesis doctoral defendida en el Instituto Universitario Europeo (Florencia, Italia) en junio de 2015. Su investigación y escritura constituyeron un periodo extraordinario de mi vida, en el cual recibí el apoyo y la ayuda de muchas personas e instituciones. Me gustaría agradecer al Ministerio de Educación por concederme una beca predoctoral del programa «Salvador de Madariaga» y proporcionarme apoyo económico adicional durante los meses que pasé como investigador visitante en la Universidad de Constanza (Alemania) y la Universidad de Roma-La Sapienza (Italia). El Departamento de Historia y Civilización del Instituto Universitario Europeo financió generosamente mis viajes de investigación al extranjero y me dio muchas otras facilidades para llevarlos a cabo. Mi trabajo se vio también beneficiado por mi condición de miembro del proyecto de investigación «Discursos e identidades de género en las culturas políticas de la derecha española, 1875-1975», financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. En junio de 2016, el Instituto Storico della Resistenza en Toscana galardonó mi tesis con el premio Ivano Tognarini de Historia Contemporánea, una distinción por la que estoy muy agradecido. Durante las últimas etapas de redacción del manuscrito fui investigador posdoctoral en el Instituto Leibniz de Historia Europea (Mainz, Alemania), el cual me ofreció numerosos recursos, así como un estimulante ambiente académico.
Por sus esclarecedores comentarios sobre mi trabajo le estoy sinceramente agradecido a mi director, el profesor Federico Romero, así como a los miembros del jurado que examinó mi tesis doctoral, los profesores Ángela Cenarro, Sven Reichardt y Lucy Riall. Debo una especial gratitud a la profesora Ángela Cenarro, que me guio en mis primeros años como historiador y también supervisó mi investigación doctoral. Al mismo tiempo, el profesor Sven Reichardt me dio consejos cruciales durante el tiempo que pasé como investigador en Constanza, por los cuales estoy en deuda con él. Querría también mostrar mi más profundo aprecio por el profesor Giovanni Sabbatucci, quien con gran generosidad y hospitalidad me recibió en Roma para hablar sobre cuestiones históricas que él mismo había investigado magistralmente cuatro décadas atrás.
Además, mi trabajo mejoró gracias a las críticas constructivas de muchos otros historiadores. Los profesores Heinz-Gerhard Haupt, Laura Lee Downs y Robert Gerwarth leyeron partes de mi tesis y me hicieron comentarios realmente útiles. Al mismo tiempo, los revisores anónimos del manuscrito también apuntaron cuestiones muy relevantes para mejorarlo. Dónal Hassett y Stephanie Wright no solo me dieron sus puntos de vista sobre mi trabajo, sino que colaboraron revisando cuidadosamente el manuscrito. Jessica Bate contribuyó a hacer el texto final más legible. Jay Winter y Michael Watson me guiaron durante el proceso final de edición. Por supuesto, la responsabilidad de cualquier error o inexactitud que se pueda encontrar en el libro es exclusivamente mía.
Quiero también expresar mi gratitud a muchos otros historiadores con los cuales he disfrutado debatiendo sobre preocupaciones intelectuales y profesionales en aquellos años: David Alegre, Giulia Albanese, Miguel Alonso, Miguel Ángel del Arco, Aurora Artiaga, Arnd Bauerkämper, Romain Bonnet, Zira Box, David Brydan, Jesús Casquete, Antonio Cazorla, Gustavo Corni, Robert Dale, Lourenzo Fernández Prieto, Miriam Franchina, Ferran Gallego, Bernhard Gissibl, Claudio Hernández, Anke Hoffstadt, Mark Jones, Daniel Knegt, Anna Lena Kocks, Nicola Labanca, Daniel Lanero, José Luis Ledesma, Francisco Leira, Elissa Mailänder, James Matthews, David A. Messenger, Jaremy McMullin, John Paul Newman, Xosé M. Núñez Seixas, Stephen R. Ortiz, Rubén Pallol, Mercedes Peñalba-Sotorrío, Alejandro Pérez-Olivares, Pierluigi Pironti, Alejandro Quiroga, Javier Rodrigo, Miguel Ángel Ruiz Carnicer, Pedro Rújula, Alessandro Salvador y Martina Salvante. Muchas otras personas, investigadores y profesionales de las diferentes instituciones académicas, archivos y bibliotecas que visité contribuyeron directa o indirectamente a hacer mi trabajo más fácil y satisfactorio. Debo mencionar especialmente a mis amigos y colegas Natalia Galán, Cloe Cavero, Miguel Palou y José Miguel Escribano, quienes me ayudaron y apoyaron en diferentes fases de mi investigación. Por último, si bien no menos importante, quería agradecer profundamente a mi familia y especialmente a Neha: este libro es una compensación insignificante por todo el tiempo que no estuvimos juntos.
AGRADECIMIENTOS EN ESTA EDICIÓN
Esta traducción al español no habría sido posible sin el apoyo que tuve de la Universidad de Melbourne (Australia), School of Historical and Philosophical Studies, para realizarla. Agradezco también al traductor, Miguel Alonso Ibarra, por su paciente y efectivo trabajo, así como a Julián Sanz Hoya, a Amparo Jesús-María y a la dirección de Publicacions de la Universitat de València por su ayuda, interés y flexibilidad para publicar este libro.
INTRODUCCIÓN
Esta obra analiza la relación transnacional entre los veteranos de guerra y el fascismo en la Europa de entreguerras.1 Durante décadas, los historiadores han tratado de explicar por qué el continente europeo, apenas veinte años después de un cataclismo bélico de dimensiones homicidas sin precedentes, se vio envuelto en un nuevo conflicto mundial todavía más catastrófico. Es cierto que se dieron importantes experiencias democráticas y avances significativos en diversos campos en el periodo de entreguerras, pero también que este asistió a la progresiva demolición del orden pacífico surgido tras la Gran Guerra, en el que mucha gente había puesto sus esperanzas. Aunque a comienzos de 1919 las democracias dominaban claramente Europa, en junio de 1940 eran la excepción a la norma. Este eclipse, marcado por violentos conflictos y guerras civiles, no puede comprenderse sin situar en su centro al fascismo, un producto de la experiencia de la Primera Guerra Mundial, que además fue el principal detonante de la segunda. En este contexto, explicar los vínculos entre el fascismo y los veteranos de guerra es esencial, porque estos hombres fueron también un legado directo de la Gran Guerra.
Si quisiéramos sugerir que los veteranos de la Primera Guerra Mundial estuvieron estrechamente conectados con los orígenes de fascismo, podríamos encontrar fácilmente multitud de indicios superficiales. Por ejemplo, ya es un cliché afirmar que Hitler fue uno de los millones de soldados desmovilizados del derrotado ejército alemán. Al igual que él, Mussolini también combatió en la Gran Guerra. Los historiadores han señalado en innumerables ocasiones que los grupos paramilitares de la primera posguerra, como los Freikorps y el primigenio fascismo italiano, estaban formados por muchos excombatientes. Durante los años veinte y treinta, los movimientos fascistas alcanzaron notoriedad casi por toda Europa con sus desfiles paramilitares en los que sus miembros, ataviados con uniformes, lucían las medallas que habían obtenido en las trincheras. El militarismo fue una característica definitoria del fascismo, y aparentemente la guerra y el fascismo fueron de la mano. Pero ¿fueron estos hechos simples coincidencias circunstanciales, o por el contrario revelan una conexión esencial entre el fascismo y los veteranos de guerra? Los historiadores todavía no han conseguido dar con la respuesta a esta pregunta.
La historia que cuenta este libro reexamina la compleja relación entre los veteranos de guerra y el fascismo. Este trabajo analiza los procesos de transnacionalización y fascistización de la política excombatiente del periodo, examinando los orígenes culturales, sociológicos y políticos del fascismo y su expansión europea, para reinterpretar este fenómeno y subsanar vacíos existentes en el conocimiento histórico. Si bien es cierto que se ha escrito mucho sobre