Enciclopedia de la mitología. J.C. Escobedo

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Enciclopedia de la mitología - J.C. Escobedo

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style="font-size:15px;">      Hermano de Eros, dios del amor. Era venerado como dios del amor correspondido, como su nombre indica. Otros lo consideran una personificación del dios enemigo del amor.

      ANTICLEA

      Hija de Autólico, a su vez hijo de Hermes. Poseía naturaleza divina. Se casó con Laertes y dio a luz al héroe griego Ulises. Durante una de las etapas de su largo peregrinar, este llegó hasta las puertas del Hades y tuvo ocasión de ver a varios difuntos conocidos; habló también con su madre, que le dio noticias de Laertes, de Penélope y de Telémaco.

      ANTÍGONA

      Hija de Edipo y de Yocasta. Delicada jovencita, de ánimo generoso e inclinado a la piedad. Siguió y cuidó a su padre ciego en su peregrinar hasta Colona, donde murió. Después de la muerte de Edipo, sus hijos Eteocles y Polinice se pusieron de acuerdo para reinar por turnos durante un año en Tebas, pero uno de ellos no respetó el pacto. Combatieron en duelo y se mataron mutuamente. Cuando su tío Creonte llegó a ser rey de Tebas, ordenó que el cuerpo de Polinice, que había sido el primero en sitiar la ciudad, sirviese de pasto a los perros y a los buitres. Antígona trató de oponerse al impío y, siguiendo sus impulsos compasivos, dio secretamente sepultura al cadáver de su hermano. Condenada, como castigo por su desobediencia, a ser enterrada viva, se ahorcó.

      ANTÍLOCO

      Guerrero griego, hijo del sabio Néstor y amigo íntimo de Aquiles. Participó valerosamente en diversas empresas durante la guerra de Troya; allí lo mató Memnón, rey de los etíopes; lo enterraron en un túmulo junto a Aquiles y Patroclo.

      ANTÍNOO

      El principal y el más audaz de los Procios, pretendientes de Penélope durante la ausencia de Ulises de Ítaca. Cuando este hubo superado la prueba impuesta por Penélope – ensartar los doce anillos de las segures plantadas en el suelo con el viejo arco del propio Ulises–, dirigió el arco contra Antínoo atravesándolo y dando así la señal para comenzar la matanza.

      ANTÍOPE

      1. Véase Hipólita.

      2. Descendiente de Cadmo e hija del rey de Tebas Nicteo y de Polixo. Famosa por su deslumbradora belleza, impresionó a Zeus. El dios, enamorado de ella, la sedujo tomando la figura de un sátiro. Tuvieron dos hijos, Anfión y Zeto. Antíope huyó de la cólera de su padre, que había descubierto sus amores furtivos con el rey de los dioses, y encontró asilo junto al rey de Sición, Epopeo, que, aun sabiendo que estaba embarazada, no vaciló en casarse con ella. Estalló una guerra entre Epopeo y Nicteo, en la que ambos murieron. Lico, hermano de Nicteo, se encargó de devolver a su patria a Antíope, que durante el viaje de regreso dio a luz en el Citerón a los dos gemelos hijos de Zeus. Al llegar a Tebas, Lico se casó con Antíope, a la que, sin embargo, repudió más tarde para casarse con Dirce. Esta la convirtió en su esclava. Cuando pudo huir con la protección de Zeus, Antíope se reunió con sus hijos en el Citerón y, revelada su personalidad, pidió que la vengasen. Tanto se exaltaron que, tras reunir un ejército, conquistaron Tebas, mataron a Lico y, después de atar a Dirce a los cuernos de un toro, la condenaron a un suplicio atroz y mortal. Según otra leyenda, Dirce se encaminó al Citerón para tomar parte en una celebración en honor de Dioniso y allí encontró a la esclava fugitiva. Ordenó que, para castigarla, la atasen a los cuernos de un toro, pero los que debían ejecutar la orden eran precisamente Anfión y Zeto. Reconocieron a su madre y colocaron entre los cuernos del animal a la propia Dirce. Los dioses del Olimpo, sin embargo, indignados ante el bárbaro fin de la mujer, la transformaron en fuente, que brotó en las cercanías de Tebas y llevó su nombre. Dioniso, a quien Dirce había tributado honores especiales, hizo enloquecer a Antíope. Se dice que la mujer, demente y errabunda, recorrió gran parte de Grecia; la locura no amortiguó su belleza, por lo que, cuando llegó a Corinto, el rey Focas, al verla, se enamoró de ella, la convirtió en su esposa y consiguió sanarla de la demencia con que Dioniso la había castigado para vengar la muerte de Dirce.

      APIS

      Divinidad egipcia, representada por una figura de toro completamente negro, consagrado al dios Serapis. En el templo de Menfis se guardaba un toro al que se consideraba como el dios mismo y al que los sacerdotes ofrecían alimentos y bebidas en vasos de oro. Cuando el toro negro moría, todo Egipto vestía de luto, hasta que se conseguía encontrar otro animal idéntico que pudiese ocupar el lugar del dios Apis.

      APOLO

      Hijo de Zeus y de Leto (Latona), hermano gemelo de Ártemis, nació junto al monte Cinto en la isla de Delos. Se cuenta que Latona, perseguida por los celos de Hera, tuvo que peregrinar durante largo tiempo de un lugar a otro, a fin de encontrar un lugar seguro para dar a luz. Delos había sido, hasta entonces, una enorme roca que flotaba en el Océa no. Después del nacimiento de Apolo y de Ártemis, Poseidón le dio estabilidad fijándola con fuertes columnas hincadas en el fondo del mar. Cuando nació el dios, algunos cisnes sagrados dieron siete veces la vuelta a la isla volando, el séptimo día del mes; luego lo condujeron a su país a orillas del Océano, junto a los Hiperbóreos, que vivían en paz y justicia bajo un cielo siempre puro. Con frecuencia Apolo volvía allí para invernar, de lo cual deriva su sobrenombre de Hiperbóreo. En el hijo de Zeus, el Cielo, y de Latona, la Noche, los antiguos simbolizaron el milagro deslumbrante de la luz. Al despuntar la aurora, Apolo montaba en su carro tirado por blancos caballos alados e iniciaba su ascensión hacia el centro del cielo y otorgaba a su paso luz y calor a la tierra. Era venerado como Targelo, por los beneficios que producía en la vegetación y como el destructor de los ratones (Esminteo) y de los saltamontes (Parnoplio). Como dios de la luz tuvo que enfrentarse con los monstruos de las tinieblas. Cuando contaba sólo cuatro días de vida, mató en un valle, al pie del Parnaso, a la serpiente Pitón, nacida del limo de la tierra después del diluvio, que Hera había sacado de las tinieblas para que luchase contra él. La serpiente infestaba el lugar sagrado de Delfos, donde debía aparecer el oráculo de Apolo. En conmemoración de esta hazaña, el dios recibió el sobrenombre de Pitio, llamándose también Pitia a la Sibila, y juegos Píticos a los que se celebraban en Delfos para recordar la victoria del hijo de Latona. De la misma manera que conseguía dispersar las tinieblas de la noche, Apolo ahuyentaba la ignorancia con su arte adivinatoria, revelando la voluntad de Zeus; en él se inspiraban la Sibila y los adivinos. Además de Delfos, que fue siempre el lugar más importante, sus oráculos estaban extendidos por muchos países; había uno, por ejemplo, cerca de Colofón, otro junto a Mileto, otros en la región de Troya, en Licia y en diversos lugares del continente helénico. Los antiguos, además de ocuparse del espíritu, se ocuparon también del cuerpo y consideraron a Apolo como progenitor de los médicos y padre de Asclepio (en latín Esculapio). Este aprendió el arte de la medicina del centauro Quirón, a quien su padre lo había confiado después de la muerte de la madre, Corónides. Sin embargo, cuando este quiso sobrepasar los límites de la naturaleza devolviendo la vida a los muertos, se granjeó las iras de Zeus, que con un rayo lo hundió en el Hades. Apolo, para vengar a su hijo, mató con sus flechas a los Cíclopes que habían forjado el rayo de Zeus. Coexisten en Apolo dos aspectos. Es el defensor de la salud y del orden, de las leyes y de la justicia, pero provoca también la muerte, la peste y la ruina. El dios fue castigado dos veces con el exilio entre los mortales. La primera vez cuando conspiró con Poseidón, Hera y Atenea para encadenar a Zeus y dejarlo suspendido en el centro del cielo. La conjura fracasó y, junto con Poseidón, tuvo que ayudar al rey de Troya, Laomedonte, a construir las murallas de la ciudad. Terminado el trabajo, los dos dioses pidieron una recompensa al rey, pero este rehusó amenazándoles con cortarles las orejas y venderles como esclavos si insistían. Más tarde, Apolo se vengó de la ciudad y de la dinastía. En castigo por haber matado a los Cíclopes, Zeus le mandó a trabajar como pastor en casa del buen rey Admeto de Feres,

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