Antes de que Mate . Блейк Пирс

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Antes de que Mate  - Блейк Пирс Un Misterio con Mackenzie White

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¿qué hay de personas con las que vosotros y vuestra madre no os llevarais bien?” preguntó Porter. “¿Alguna vez la oísteis discutir con alguien?”

      Dalton simplemente sacudió la cabeza. Mackenzie estaba bastante segura de que el chico estaba a punto de echarse a llorar de nuevo. En cuanto a Kevin, miró directamente a Porter con desdén.

      “No,” dijo. “No somos imbéciles. Sabemos lo que está tratando de preguntarnos. Quiere saber si podemos pensar en alguien que pueda haber matado a nuestra madre. ¿Verdad?”

      Parecía que a Porter le hubieran dado un puñetazo en el estómago. Echó una mirada nerviosa a Mackenzie, pero se las arregló para recuperar la compostura bastante deprisa.

      “Bueno, pues sí,” dijo. “Ahí es donde quiero llegar, pero está claro que no tenéis ninguna información.”

      “¿Usted cree?” dijo Kevin.

      Hubo un momento de tensión en que Mackenzie tuvo la certeza de que Porter se iba a poner duro con el chico. Kevin miraba a Porter con dolor en su expresión, casi retando a Porter a que siguiera.

      “Bueno,” dijo Porter, “creo que ya os he molestado bastante, chicos. Gracias por vuestro tiempo.”

      “Espera,” dijo Mackenzie, con la objeción saliendo de su boca antes de que pudiera pensar en detenerla.

      Porter le echó una mirada que podía haber derretido una vela. Estaba claro que él creía que estaban perdiendo el tiempo hablando con estos dos hijos de luto, especialmente con el quinceañero que claramente tenía problemas con la autoridad. Mackenzie pasó por alto su expresión y se arrodilló hasta tener los ojos a la altura de Dalton.

      “Oye, ¿crees que podrías ir a la cocina con tu tía un momento?”

      “Sí,” dijo Dalton, con voz ronca y apagada.

      “Detective Porter, ¿por qué no va con él?”

      De nuevo, la mirada que Porter le dirigió estaba llena de odio. Mackenzie le miró de vuelta, imperturbable. Mantuvo su expresión hasta que pareció petrificada. Estaba determinada a mantenerse firme esta vez. Si él quería discutir, lo llevaría afuera. Estaba claro que hasta en una situación con dos chicos y una mujer casi catatónica, no quería sentir que le dejaban en ridículo.

      “Desde luego,” dijo él apretando los dientes.

      Mackenzie esperó a que Porter y Dalton entraran en la cocina.

      Mackenzie se puso otra vez de pie. Sabía que sobre los doce años de edad más o menos, la táctica de ponerse al nivel ocular con los niños dejaba de funcionar.

      Miró a Kevin y vio que la actitud desafiante que le había mostrado a Porter seguía allí. Mackenzie no tenía nada en contra de los adolescentes, pero sabía que con frecuencia eran difíciles de manejar—especialmente en medio de circunstancias trágicas. Pero había visto cómo había respondido Kevin a Porter y pensó que podía saber cómo llegar a él.

      “Sé franco conmigo, Kevin,” dijo ella. “¿Te parece que aparecimos demasiado pronto? ¿Crees que somos unos desconsiderados por haceros preguntas tan pronto después de que hayáis recibido la noticia sobre tu madre?”

      “Algo así,” dijo él.

      “¿Es que no te apetece hablar ahora mismo?”

      “No, no tengo problema en hablar,” dijo Kevin. “Pero ese tipo es un imbécil.”

      Mackenzie sabía que esta era su oportunidad. Podía adoptar un enfoque profesional y formal como haría normalmente, o podía utilizar esta oportunidad para establecer una conexión con un adolescente enfurecido. Sabía que lo que más valoraban los adolescentes era la honestidad. Podían ver a través de cualquier cosa cuando les dirigían sus emociones.

      “Tienes razón,” dijo ella. “Es un imbécil.”

      Kevin le miró fijamente, con los ojos abiertos de par en par. Le había sorprendido; sin duda, él no esperaba esa respuesta.

      “Claro que eso no cambia el hecho de que tenga que trabajar con él,” añadió ella, con la voz matizada por la simpatía y la comprensión. “Tampoco cambia el hecho de que estamos aquí para ayudarte. Queremos encontrar a quienquiera que hizo esto a tu madre. ¿Tú no?”

      Guardó silencio durante largo tiempo; y finalmente, asintió de vuelta.

      “¿Crees que puedes hablar conmigo entonces?” preguntó Mackenzie. “Solo unas cuantas preguntas rápidas y nos iremos de aquí.”

      “¿Y quién viene después de eso?” preguntó Kevin, receloso.

      “¿En serio?”

      Kevin asintió y ella se dio cuenta de que estaba a punto de echarse a llorar. Se preguntó si se las habría estado aguantando todo el tiempo, tratando de ser fuerte para su hermano y su tía.

      “Pues cuando nos vayamos, llamaremos con cualquier información que podamos obtener y después vendrán de servicios sociales para asegurarse de que tu tía Jennifer está capacitada para cuidar de vosotros mientras se realizan las últimas disposiciones sobre tu madre.”

      “Está bien la mayoría del tiempo,” dijo Kevin, mirando a Jennifer. “Pero mamá y ella se llevaban realmente bien. Eran las mejores amigas.”

      “Las hermanas pueden ser así,” dijo Mackenzie, sin tener ni idea de si era verdad o no. “Por ahora, tengo que ver si te puedes concentrar en mis preguntas. ¿Puedes hacer eso?”

      “Sí.”

      “Muy bien. Ahora, odio tener que preguntarte esto, pero es realmente esencial. ¿Sabes a qué se dedicaba tu madre?

      Kevin asintió mientras sus ojos se hundían en el suelo.

      “Sí,” dijo. “Y no sé cómo, pero los chicos en la escuela también lo saben. Seguro que el calenturiento del padre de alguno fue al club y la vio y la reconoció de una función de la escuela o algo así. Da asco. Me dan la lata con ello todo el tiempo.”

      Mackenzie no podía imaginarse ese tipo de tortura, pero también le hizo respetar a Hailey Lizbrook muchísimo más. Claro que se desnudaba por dinero por las noches, pero durante el día parece que era una madre que pasaba tiempo con sus hijos.

      “Vale,” dijo Mackenzie. “Si sabes sobre su trabajo, te puedes imaginar la clase de hombres que va a esos sitios, ¿verdad?”

      Kevin asintió, y Mackenzie vio cómo se deslizaba la primera lágrima por su mejilla izquierda. Casi se acerca y le toma la mano como señal de apoyo, pero no quería fastidiarle.

      “Necesito que pienses si tu madre vino alguna vez a casa realmente molesta o enfadada por algo. También necesito que pienses en cualquier hombre que pueda… en fin, cualquier hombre que pueda haber venido a casa con ella.”

      “Nadie venía a casa con ella jamás,” dijo él. “Y casi nunca vi a mamá enfadada o molesta por nada. La única vez que la vi enfadada fue cuando estaba lidiando con abogados el año pasado.”

      “¿Abogados?” dijo Mackenzie.

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