Retrato de la Lozana Andaluza. Francisco Delicado

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Retrato de la Lozana Andaluza - Francisco Delicado

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levantada sino por no despertallo; que no he hecho sino llorar pensando en mi marido, qué hace ó dó está, que no viene.

      Tia. No tomeis fatiga; andad acá, que quiero que veais mi casa agora que no está aquí mi marido, veis aquí en qué paso tiempo; ¿quereis que os la quite á vos?

      Loz. Señora, sí, despues yo os pelaré á vos, porque veais qué mano tengo.

      Tia. Esperá, traeré aquel pelador ó escoriador, y veréis que no dexa bello ninguno, que las jodías lo usan muncho.

      Loz. ¿Y de qué se hace este pegote ó pellejador?

      Tia. ¿De qué? de trementina y de pez greca, y de calcina vírgen y cera.

      Loz. Aquí do me lo posistes se me ha hinchado y es cosa sucia; mejor se hace con vidrio sotil y muy delgado, que lleva el vello y hace mejor cara, y luégo un poco de olio de pepitas de calabaza y agua de flor de habas á la veneciana, que hace una cara muy linda.

      Tia. Eso quiero, que me vecéis.

      Loz. Buscá una redomilla quebrada, mirá que suave que es, y es cosa limpia.

      Tia. No habréis, que si os caen en el Rastro las cortesanas, todas querrán probar, y con eso que vos le sabeis dar con ligereza, ganaréis cuanto quisiéredes, Dios delante; veis aquí do viene mi marido.

      Viejo. Estéis en buen hora.

      Loz. Seais bien venido.

      Viej. Señora, ¿qué os ha parecido de mi sobrino?

      Loz. Señor, ni amarga ni sabe á fumo.

      Tio. Por mi vida, que teneis razon, mas yo fuera más al propósito que no él.

      Tia. Mirá que se dexará decir; se pasan los dos meses que no me dice qué tienes ahí, y se quiere ahora hacer gallo, para quien no os conoce teneis vos palabra.

      Loz. Señora, no os altereis que mi bondad es tanta, que ni sus palabras, ni su sobrino no me empreñarán; vamos, hijo Rampin, que es tarde para lo que tenemos de hacer.

      Tia. Señora, id sana y salva, y tornarme á ver con sanidad.

       Índice

      Cómo fueron mirando por Roma, hasta que vinieron á la judería, y cómo ordenó de poner casa.

      Loz. ¿Por dó hemos de ir?

      Ramp. Por aquí, por plaza Redonda, y verés el templo de Panteon, y la sepultura de Lucrecia Romana, y el aguja de piedra que tiene la ceniza de Rómulo y Rémulo, y la Coluna labrada, cosa maravillosa, y veréis setemzoneis (sic), y reposarés en casa de un compañero mio que me conoce.

      Loz. Vamos, que aquel vuestro tio sin pecado podria traer albarda, ella parece de buena condicion, yo la tengo de vezar muchas cosas que sé.

      Ramp. Deso os guardá; no vezeis á ninguna lo que sabeis, guardadlo para cuando lo habréis menester, y si no viene vuestro marido, podréis vos ganar la vida, que yo diré á todas que sabeis más que mi madre, y si quereis que esté con vos os iré á vender lo que hiciéredes, y os pregonaré que traés secretos de Levante.

      Loz. Pues vení acá, que eso mismo quiero yo, que vos esteis comigo, mirá que yo no tengo marido, ni péname el amor, y de aquí os digo que os tomé vestido y harto como barba de rey, y no quiero que fatigueis, sino que os hagais sordo y bobo, y calleis aunque yo os riña y os trate de mozo, que vos llevaréis lo mejor, y lo que yo ganáre sabeldo vos guardar, y veréis si habrémos menester á nadie: á mí me quedan aquí cuatro ducados para remediarme, id, compráme vos soliman, y lo haré labrado, que no lo sepan mirar cuantas lo hacen en esta tierra que lo hago á la cordobesa, con saliva y al sol, que esto dicen que es lo que hace la madre á la hija, esotro es lo que hace la cuñada á la cuñada, con agua y al fuego, y si miran que no falte, ni sé qué me sería bueno, y desto haré yo para el comun, mas agora he menester que sea loada, y cómo la primera vez les hará buena cara siempre diré que lo paguen bien que es de muncha costa y gran trabajo.

      Ramp. Aquí es el Aduana, mirá si querés algo.

      Loz. ¿Que aduanaré? vos me habés llevado la flor.

      Ramp. ¿Veis allí una casa que se alquila?

      Loz. Veámosla.

      Ramp. Ya yo la he visto; que moraba una putilla allí, y tiene una cámara y una saleta, y paga diez ducados de carlines al año, que son siete é medio de oro, y ella la pagaba de en tres en tres meses, que serien veinte é cinco carlines por tres meses; y buscarémos un colchon y una silla para que hincha la sala, y así pasaréis hasta que vais entendiendo y conosciendo.

      Loz. Bien decís; pues vamos á mercar un morterito chiquito, para comenzar á hacer qualque cosa que dé principio al arte.

      Ramp. Sea ansí, yo os lo traeré. Vamos primero á hablar con un jodío, que se llama Trigo, que él os alquilará todo lo que habeis menester, y áun tomará la casa sobre sí.

      Loz. Vamos, ¿conoces alguno?

      Ramp. Mirá, es judío plático, dexá hacer á él, que él os publicará entre hombres de bien que paguen la casa y áun el comer.

      Loz. Pues eso hemos menester; decíme, ¿es aquél?

      Ramp. No, que él no trae señal, que es judío que tiene favor, y lleva ropas de seda vendiendo, y ese no lleva sino ropa vieja y zulfaroles.

      Loz. ¿Qué plaza es ésta?

      Ramp. Aquí se llama Nagona, y si venís el miércoles veréis el mercado, que quizá desde que nacistes no habés visto mejor órden en todas las cosas, y mirá que es lo que quereis, que no falta nada de cuantas cosas nacen en la tierra y en el agua, y cuantas cosas se pueden pensar que sean menester, abundantemente, como en Venecia y como en cualquier tierra de acarreto.

      Loz. Pues eso quiero yo que me mostreis, en Córdoba se hace los juéves, si bien me recuerdo:

      Juéves, era juéves, dia de mercado, convidó Hernando los Comendadores;

      ¡oh, si me muriera cuando esta endecha oí! No lo quisiera tampoco, que bueno es vivir, quien vive loa el Señor; ¿quién son aquellos que me miraron? ¡para ellos es el mundo, y lóbregos de aquellos que van á pié, que van sudando, y las mulas van á matacaballo, y sus mujeres llevan á las ancas!

      Ramp. Eso de sus mujeres son cortesanas, y ellos deben de ser grandes señores, pues mirá que por eso se dice Roma, triunfo de grandes señores, paraíso de putanas, purgatorio de jóvenes, infierno de todos, fatiga de bestias, engaño de pobres, peciguería de bellacos.

      Loz. ¿Qué predica aquél? vamos allá.

      Ramp. Predica cómo se tiene de perder Roma, destruirse el año del XXVII, mas dícelo burlando. Éste es Campo de Flor, aquí

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