Textos bizarros. Pedro Montalbán-Kroebel

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Textos bizarros - Pedro Montalbán-Kroebel

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siquiera se puede hablar.

      ABUELA: Deja que me diga lo que quiera.

      MADRE: Mamá, por favor, no te metas.

      HIJA: Esta plancha no va bien. Tarda un siglo en calentar.

      ABUELA: Es a mí a quien le estaba hablando. La que se ha metido en medio eres tú.

      HIJA: Eso.

      MADRE: Que diga lo que quiera, pero no en ese tono.

      HIJA: Estoy hablando en un tono normal.

      ABUELA: La pisa el boxeador... cuatro letras...

      HIJA: Parece que ya se calienta.

      MADRE: Sí, eso es lo malo, que no te das ni cuenta del tono que empleas.

      HIJA: ¿Cómo quieres que hable?

      MADRE: Vamos a dejarlo o terminaremos gritando. Como todos los días.

      ABUELA: La pisa el boxeador ¡Lona!

      [Una larga pausa]

      ABUELA: Ha pasado un ángel.

      HIJA: Abuela…

      ABUELA: ¿Qué?

      HIJA: Abuela, te has pasado un poco.

      MADRE: Ese tono está mejor. Cuidado con la manga, se te he quedado doblada...

      HIJA: Gracias. Abuela, siempre que alguien te está contando alguna enfermedad o sufrimiento, interrumpes.

      ABUELA: ¿Yo?

      HIJA: Sí, abuela.

      ABUELA: Esta es fácil. Ley hipotecaria. LH. Si se callan, será para que yo pueda terciar.

      HIJA: No se callan, abuela, respiran y tú aprovechas para hablar. Interrumpes. Te están contando lo mal que lo han pasado y tú cortas para contar tu enfermedad...

      MADRE: No hace falta que planches los calcetines.

      HIJA: ... que siempre es mucho peor. ¿Por qué no? A mí me gusta plancharlos.

      ABUELA: Meta del fútbol... Gol. ¿Yo interrumpo?

      MADRE: Sí, mamá, tú.

      HIJA: Queda fatal.

      MADRE: «Este invierno lo estoy pasando fatal, tengo muchos dolores de cabeza».

      HIJA: «Yo lo que tengo son migrañas».

      MADRE: «Me despierto todas las mañanas con un dolor aquí en el entrecejo. Como si me clavaran un cuchillo. Tengo que pasar el día atiborrándome a pastillas de Hemicraneal».

      HIJA: «A mí el Hemicraneal me hace cosquillas. La migraña sí que es dolorosa. Eso no hay nada que te lo quite. Me tengo que quedar en la cama todo el día. A oscuras, claro. No te puedes imaginar lo que es eso. He probado hasta con el Tonopan. Me dijo el médico que eso es lo más fuerte que hay. Pero a mí no me hace nada».

      ABUELA: ¡Muy graciosas! A quien se burla, el demonio le hurga.

      MADRE: «Estoy agotada. Me he pasado toda la mañana de compras y tengo un dolor de rodilla espantoso. Debe ser la artrosis.»

      ABUELA: Es que un dolor de rodillas no se puede comparar con el dolor de juanete. ¡En la vida! ¡Qué sabréis vosotras!

      HIJA: Es de mala educación abuela.

      ABUELA: ¡Es la verdad!

      HIJA: Esta plancha va mal. Ahora no sale vapor.

      MADRE: Tiene razón, mamá. Siempre haces lo mismo.

      ABUELA: ¡Cállate!

      MADRE: Me voy al despacho. Con vosotras hablando es imposible corregir los exámenes.

      [Sale]

      ABUELA: Mira cómo huye. Es una cobarde.

      HIJA: Déjala abuela, tiene mucho trabajo.

      ABUELA: En cuanto le plantas cara, huye. Ni gané, ni empaté, cinco letras... perdí.

      HIJA: Está estresada.

      ABUELA: ¿Estresada? Lo que le pasa es que le está llegando la menopausia.

      HIJA: También.

      ABUELA: ¿Te lo has pensado bien?

      HIJA: Sí, abuela.

      ABUELA: Nena, no te vayas.

      HIJA: Ay abuela, no empieces otra vez.

      ABUELA: ¿Dónde vas a estar mejor que en casa? Lo corean los hinchas. Dos letras.

      HIJA: En la mía. En mi propia casa.

      ABUELA: Pero si eres una cría. La segunda es E.

      HIJA: Abuela, a mi edad tú ya tenías una hija.

      ABUELA: Es distinto. Eran otros tiempos.

      HIJA: Siempre era otro el tiempo. A mí lo que me importa es el ahora. Necesito salir de aquí. OE, lo que corean los hinchas. OE.

      ABUELA: Gracias. ¿Te acordarás de tu abuela?

      HIJA: Claro.

      ABUELA: ¿Vendrás a verme?

      HIJA: Sí.

      ABUELA: Te olvidarás de mí.

      HIJA: No seas pesada, abuela.

      ABUELA: Un día te dirán que he muerto, entonces pensarás: debería haber estado más tiempo con mi abuela.

      HIJA: ¡Por favor!

      ABUELA: No me

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