Historia de la República de Chile. Juan Eduardo Vargas Cariola

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Historia de la República de Chile - Juan Eduardo Vargas Cariola Historia de la República de Chile

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La primera tarea de los obispos, una vez que se instalaban y asumían el gobierno de sus diócesis, fue recorrer todas las parroquias, impulsando la reforma y la administración eclesiástica, dando orientaciones para la renovación del culto divino, así como las prescripciones precisas para la conservación de los archivos y la revisión sistemática de los inventarios parroquiales944.

      Las visitas ofrecen una visión del estado de la Iglesia en su plano menor, el de las parroquias. Respecto de ellas los informes destacan algunos aspectos, como su gran extensión, similar al que tenían durante la monarquía. Eran diferentes, sin embargo, los contingentes de población que debían atender. Como se ha indicado en otra parte, el crecimiento demográfico fue sostenido en el siglo XIX, y entre 1835 y 1875 la población se duplicó; por su parte, la estructura parroquial pasó de 133 parroquias en 1845 a 160 en 1880, es decir, crecieron cerca del 20 por ciento. Otra característica digna de tener en cuenta fue que la parroquia mantuvo su tipología rural, a pesar del crecimiento demográfico.

      El estilo pastoral se ceñía a la reforma trentina europea del siglo XIX, y por otro lado, como método se conservaba la misión anual de tipo circular, que se remontaba a la monarquía.

      Las parroquias contaban con sus respectivos párrocos —con una alta sucesión parroquial—y varias de ellas tenían vicarios cooperadores; pocas eran administradas por congregaciones religiosas.

      En fin, el perfil del cura párroco y de los vicarios era un retrato del concilio de Trento: residentes, responsables de la administración parroquial en todos sus aspectos, austeros, de alto celo apostólico y de buenos hábitos.

      LOS SEMINARIOS

      LAS MISIONES

      Hubo dos estilos de misiones que se desarrollaron simultáneamente en la iglesia y por primera vez, en el siglo XIX, en América Latina. Por una parte, estaba la misión ad gentes, realizada entre pueblos que no eran cristianos, y que se continuó dando en las diócesis del sur, especialmente en Concepción y Chiloé, donde permanecía una población significativa de comunidades originarias que constituían un desafío pastoral de predicación.

      Por otra parte, desde fines del siglo XVIII se desarrollaba en Europa una misión en ciudades y campos, como acción de reforma eclesiástica. En la segunda mitad del siglo XIX los obispos latinoamericanos lograron establecer la misión popular, con trabajos pastorales directos en los sectores urbano y rural. Esta actividad fue puesta en práctica, como iniciativa interna, por el arzobispo Valdivieso, quien impulsó la misión circular a través de la red parroquial. Este servicio fue fortalecido principalmente por las nuevas congregaciones religiosas que se incorporaron en el último tercio del siglo XIX. Mediante ellas

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