Obras Completas - Edward Bach. Edward Bach
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La tradición de los esenios fue recogida por san Jerónimo quien, en el año 385, dirigió en Jerusalén un monasterio basado en los principios esenios. La enseñanza de san Jerónimo inspiró e influyó en san Benito, quien fundó numerosos monasterios. Basta con leer la regla que estableció para la vida monástica para comprender la permanencia del mensaje esenio, que luego continuará con san Francisco de Asís y que llega a Bach de la mano de varios pensadores previos y contemporáneos a él.
De manera independiente a esta historia, ¿qué ocurre cuando se cocinan los alimentos ¿Qué le sucede al cuerpo si se come comida cocida? ¿Qué relación hay entre este hecho y la toxemia intestinal? ¿Qué vinculación existe con este tipo alimentación y el cáncer?
El pasaje de lo crudo a lo cocido, como lo señala Claude Lévi-Strauss, señala en el hombre el paso de la naturaleza a la cultura, que con todos los beneficios que esto representa no por eso deja de lado las condiciones que impone, contrarias a las tendencias naturales de satisfacción del ser humano y de su organismo, con el fin de alcanzar esta meta evolutiva.
1. Qué produce la cocción de los alimentos
Al cocinar un alimento suceden muchas cosas importantes en su estructura; lo primero es que disminuye o desaparece su fuerza vital. De esta manera el alimento vivo se transforma en algo inerte y en lugar de comer vida se come algo carente de energía. Pero, por otra parte, la estructura bioquímica y la composición nutricional del alimento se modifican significativamente. Las moléculas se deforman y degradan, y el alimento se arruina de diversos modos. Así, por ejemplo, cuando se cuecen los vegetales la fibra se convierte en un ingrediente suave y pasivo, que pierde su carácter de cepillado y su calidad de limpieza magnética en el intestino.
Por otra parte, los nutrientes –vitaminas, minerales, aminoácidos, oligoelementos– se dañan, alteran y desaparecen en diverso grado de acuerdo con la temperatura, el método y el tiempo de cocción usados. De este modo el 50% de las proteínas se cuajan, y una parte importante pierde su valor nutricional. Las altas temperaturas también crean una alteración estructural en las proteínas y estas proteínas modificadas participan en la generación de ciertos problemas de salud, así como en la aceleración del proceso de envejecimiento. La interrelación de los nutrientes propios de cada alimento se altera con respecto a su composición natural sinérgica. En la carne, por ejemplo, la cocción destruye más vitamina B6 que metionina y facilita la acumulación de homocistina, que es aterogénica, e inicia la formación de radicales libres, fomentando los problemas cardíacos en las personas.
En otro orden, la cocción disminuye el contenido de agua del alimento; la estructura natural del agua también se altera, se crean sustancias tóxicas y “productos secundarios”, y cuanto mayor es la temperatura de cocción, más toxinas se generan. Freír y asar produce muchas toxinas; cocinar grasas, y especialmente proteínas, da lugar a la formación de diversas sustancias cancerígenas y mutagénicas, y multitud de radicales libres.
2. Toxemia intestinal y cáncer
Otros efectos de la cocción se suman a los anteriores, relacionados directamente con la gestación de la toxemia intestinal.
El calor produce un movimiento de las moléculas que colisionan, y las repetidas colisiones dan lugar a la creación de uniones divalentes y nuevas moléculas. En una papa asada, existen unas 450 sustancias secundarias de todo tipo. Se origina entonces material de desecho nuevo, que el organismo no sabe o no puede procesar, con un efecto de obstrucción acumulativo en el cuerpo y que resulta una carga para sus procesos eliminativos.
Hay que recordar que todas las enzimas presentes en el alimento crudo se destruyen a bajas temperaturas (a partir de los 40ºC) y que estas enzimas alimentarias son necesarias para alcanzar una adecuada digestión, ya que colaboran de modo natural en la digestión y se vuelven activas tan pronto comienza la ingesta. La consecuencia de todo este proceso es que comer alimentos sin enzimas obliga a un trabajo adicional del páncreas y de otros órganos. Con el tiempo, este requerimiento produce un agotamiento en los órganos.
En resumen, la digestión de alimentos cocidos roba valiosas enzimas metabólicas necesarias para digerirlos, y consume mucha más energía que digerir alimentos crudos. En general, los alimentos crudos se digieren tanto más fácilmente que pasan por el tracto digestivo en la mitad o hasta un tercio del tiempo requerido por los alimentos cocidos.
Luego de ingerir comida cocida, células blancas van hacia el tracto digestivo dejando al resto del cuerpo más vulnerable por la baja de las fuerzas defensivas. Desde el punto de vista del sistema inmunológico, comer comidas cocidas implica para el cuerpo una invasión de sustancias extrañas y ajenas (tóxicas). Al mismo tiempo se acumulan corpúsculos blancos en la sangre y un cambio en las proporciones relativas de las diferentes células de la sangre (leucocitosis digestiva).
En relación al trabajo de Bach, la población natural de flora intestinal benéfica resulta dominada por bacterias putrefactivas, lo que provoca una disfunción colónica, facilitando la absorción de toxinas desde el intestino. A esto se lo llama disbacteria, disbiosis o toxemia intestinal (toxicosis).
Desde el punto de vista de los efectos de este fenómeno se puede señalar que:
1) se crea una acumulación de placa mucoide en los intestinos (capa gruesa de una sustancia parecida al alquitrán, resultado de mucho tiempo de alimentos cocidos no digeridos, no eliminados, que se pudren en los intestinos. Los almidones y las grasas cocidas en particular son los principales culpables de la constipación y la congestión y bloqueo de los intestinos);
2) esto conduce a una acumulación general de toxinas y material de desecho en muchas partes del cuerpo, incluyendo el interior de células individuales. Algunos de estos desechos y desperdicios, las lipofuseínas, se acumulan en la piel y en el sistema nervioso, incluido el cerebro;
3) se produce una malnutrición celular porque los alimentos cocidos tienen menos nutrientes, además de tener sustancias tóxicas y de desecho, y las células individuales no reciben suficientes nutrientes;
4) se genera cierta tendencia a la obesidad. Como las células no reciben suficientes nutrientes están siempre hambrientas y por lo tanto demandan más comida. Es menos probable que los alimentos cocidos se metabolicen adecuadamente, lo que también colabora en el exceso de peso;
5) de tanto en tanto el cuerpo experimenta crisis de eliminación (también llamadas purificaciones o crisis de curación) cuando las toxinas se liberan a través de la piel o son enviadas al torrente sanguíneo para ser eliminadas por el hígado, los riñones y otros órganos. Los síntomas pueden incluir dolores de cabeza, fiebre, náuseas, vómitos, resfríos, bronquitis, sinusitis, neumonía, diarrea, etc.;
6) el cuerpo puede llegar a estar tan tóxico que todo tipo de partículas causan crisis de desintoxicación, las “alergias”;
7) el sistema inmunitario, al tener que ocuparse de invasiones masivas diarias de toxinas y sustancias secundarias tóxicas, eventualmente resulta sobrepasado y debilitado. Esto es un factor principal