Decido ayunar. Esther Noemí Amaría

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Decido ayunar - Esther Noemí Amaría

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Una de nuestras invitadas, leprosa, a quien le faltaban sus manos y pies dijo:

      “Yo pensé que ya no había nadie en el mundo que pudiera pensar en mí, ahora sé que Dios piensa en mí”.

      Otro invitado dijo:

      “Esta es la verdadera religión”.

      Cuando damos sin esperar, cuando dignifico a mi prójimo, no mirándolo como pobre, sino que lo honro con mi servicio, cuando entiendo que todos somos hijos de un mismo Padre, ¡Jesús me promete ventura en abundancia!

       2. El ayuno: tiene que ver con purificar el cuerpo para saber en qué condiciones está el alma, que se alimenta de lo auténtico, de lo que es, como lo decía el Maestro

       “Hacer tesoros en el cielo”

       (Lc. 12.32–34)

       19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;

       20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.

       21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

      Cuando nuestra alma armoniza con lo eterno, nuestro cuerpo lo refleja respirando paz, salud y bienestar; lo contrario sucede al desordenar nuestras prioridades, también se verá en el plano físico, acarreando todo tipo de malestar en lo emocional, en el cuerpo y con un alma apagada, sin brillo. Una de las mayores causas por las que llegamos a estos padecimientos es por una mala gestión de nuestros pensamientos, que son trasmutados por el cíngulo anterior en un sentimiento, a su vez la amígdala se activa por medio del hipotálamo, estimulado por el mecanismo de supervivencia de las glándulas suprarrenales, fluyendo en la sangre cortisol, adrenalina y noradrenalina. Toda esta producción de nuevas moléculas generadas por nosotros mismos se verá reflejada en el cuerpo, que al permanecer en los tres posibles estados de supervivencia, que son ataque, huida y bloqueo, el cuerpo termina enfermando. Y es entonces cuando el ayuno es una de las posibles salidas para pasar de la supervivencia a la vida abundante.

      En reiteradas ocasiones hice ayunos: tres veces de cuarenta días, uno de 31 días, otro de 30 días, varias veces de 21 días, y muchos más... Sin embargo, puedo decir que Dios no necesita de mi ayuno. Somos nosotros los que por medio de la purificación podemos ver lo mucho que tenemos que seguir trabajando para bendecir nuestras almas. Y por consiguiente el cuerpo bien agradecido lo reflejará en un apacible bienestar.

       3. La oración: tiene que ver con el Espíritu, la única manera de poder nacer de nuevo es a través de una oración sincera.

      Mi papá fue un baluarte en la oración. Me enseñó con su ejemplo a acercarme a Dios. Mi papi trabajó incansablemente toda su vida para proveer a su familia. Recuerdo que se levantaba a las tres de la madrugada, para orar durante casi dos horas antes de ir a trabajar. Al regresar de su trabajo, cambiaba sus zapatos (caminaba todo el día porque era cartero), y se iba directo a la habitación para orar, para tener su encuentro con el Padre, y así recobrar las fuerzas pérdidas durante su ardua faena. Nuevamente oraba por hora y media, y al finalizar su oración, todos, sus ocho hijos, nos arrodillábamos alrededor de la cama para seguir orando junto con papá. Así fue por años, cuando aprendimos a caminar también nuestro papá nos enseñó a arrodillarnos delante de nuestro Padre Celestial.

      La oración es el cable de conexión directa con nuestro Padre. Donde nuestra alma encuentra acogida, recobra fuerzas, y recuerda el propósito por el que estoy en este paso por la tierra. Para mí la oración es fuerza, poder, bienestar, refugio, seguridad, paz. Un lugar de encuentro conmigo misma, es traer el cielo a la tierra, descifrar los enigmas, comprender quién es mi prójimo, es invertir en lo real, y dejar de poner atención en lo efímero.

      Estas tres fuerzas: limosnas (dar = invertir en el otro), oración (comunicación = invertir en lo espiritual), y ayuno (invertir en el alma, en uno mismo), mancomunadas, nos harán transcender para disfrutar al máximo nuestras vidas.

      Si pensamos en la etimología de la palabra “ayuno” es la abstinencia de todo tipo de alimento, eso significa no dar al cuerpo ningún tipo de nutrientes, calorías o proteínas. Sabemos que en la actualidad muchas son las personas que manifiestan estar en ayunas, pero en realidad están en una dieta, ya que siguen alimentando sus cuerpos.

      El ayuno podemos realizarlo solo con agua, y esto no alterará sus beneficios.

      CAPÍTULO I

      El ayuno y su historia

      “¡Ay de la carne que depende

      del alma, ay del alma que depende

      de la carne!”.

      —Evangelio de Thomas

      Historia

      El ayuno existe desde tiempos antiguos, nuestros antepasados se veían forzados a largos ayunos por falta de víveres. Aunque los registros que contamos son de culturas más recientes, como las que veremos a continuación:

      Cada año el pueblo inca realizaba un ayuno, un día de purificación en los ríos, sin excepción todos eran congregados, aun sus gobernantes, ya sea reyes y sacerdotes para confesar sus pecados, y tras la liberación de sus culpas marchaban unánimes hacia el mar.

      Los egipcios eran bien conocidos por sus ayunos en sus ritos religiosos, en el área académica y en la salud, por ejemplo, garantizaban que quienes ayunaban eran sanos de la sífilis.

      Podríamos decir que los hijos de los egipcios fueron los griegos, quienes aprendieron el ayuno de ellos. Antes de ir a la guerra les era menester realizar un ayuno.

      Platón, Sócrates, Aristóteles, y Galeno practicaron el ayuno exponiendo sus beneficios para el bienestar de la salud y el alma. Por su parte Pitágoras, habiendo tomado el ejemplo de sus vecinos, los egipcios, exigía a sus alumnos que ayunasen antes de ingresar a sus clases. La comunidad pitagórica, devota de la meditación, vestía de blanco, dando importancia a la unidad absoluta. (Pitágoras: Los versos de oro, Estaciones Clásico, Buenos Aires, 1997).

      Por su parte los romanos imitaron a los griegos, para alcanzar las victorias sobre sus enemigos.

      Creían que al ayunar obtendrían:

       Paciencia

       Perseverancia

       Victorias sobre las tentaciones

       Protección

      Los chinos ayunaban cuando pasaban por situaciones difíciles.

      México y Perú: los nativos americanos ayunaban para mitigar la ira de sus deidades, aunque también era parte del culto mostrar su devoción hacia ellos.

      Asirios y babilonios: era más bien un acto de ascetismo, queriendo mostrar por medio del ayuno cuán arrepentidos estaban de sus malos caminos y a la vez era una proclama para alcanzar gracia y perdón para regresar a la senda correcta.

      Los

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