La religión socialista. Los malhechores del bien. Jesús Ángel Murco Cacho

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La religión socialista. Los malhechores del bien - Jesús Ángel Murco Cacho

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alegres partícipes de esa dominación que más tarde sufrirán.

      ¿Es el socialismo una secta del cristianismo, una herejía del cristianismo, una religión degenerada proveniente de él, una nueva interpretación de la religión cristiana, a manera de la religión protestante, con unas características particulares? Veámoslo:

      Una herejía es una oposición frontal a la religión cristiana, un hereje es quien se enfrenta directamente a la religión dominante. Una secta es un conjunto de seguidores de una doctrina religiosa o ideología concreta, un grupo que se separa, en este caso de la religión madre que es el cristianismo, transformándose en herejes de la religión madre. Para un católico del siglo XVI el protestantismo era una herejía; para un musulmán, un católico es un hereje; para un socialista, un fascista o un nazi es un hereje. El socialismo nació claramente como una ruptura total con la religión cristiana y la sociedad que generó, es por tanto una herejía del cristianismo y sus seguidores formaron una secta que con el paso del tiempo ha dado lugar a toda una nueva religión con todos sus ritos y diversas manifestaciones, religión de la que surgieron otras dentro del mismo grupo como el fascismo, nacismo, maoísmo, populismo, etc. Lo que hoy es secta, mañana será ortodoxo, escribió Hermann Hese.

      Las sectas se caracterizan por afirmar estar en posesión de la verdad de una manera estricta e irracional y la dan a conocer a sus seguidores formando un grupo de elegidos, tratan de hacerles ver claro, comprender lo incomprensible, orientarles en el sin rumbo que para muchos es la vida. El que está en una secta, no se da cuenta de ello, de nada sirve explicarle que está siendo utilizado, su espíritu crítico ha desaparecido, es necesario que el primer paso para salir de la secta lo dé el afectado. Tener dudas, ese es el inicio para salir de un movimiento controlador ya sea religioso, cultural, etc. Si no tienes dudas, si crees ciegamente en las ideas que te han implantado, salir de esa mentira será casi imposible.

      La religión socialista actúa como una Iglesia, lanza sus consignas y sus seguidores las siguen sin rechistar, sin pensar, acatando los mandamientos impuestos y verdaderos. No hay posibilidad para la reflexión, el que duda es peligroso y no merece estar entre ellos, sería eliminado y avergonzado públicamente. De todo esto solo se puede dar cuenta uno con el tiempo, cuando ha evolucionado y no sigue ya cualquier mensaje ni ideología impuesta. Salir de este infierno supone para los demás el encasillamiento en la ideología contraria: eres un fascista, reaccionario, intransigente, inhumano, te has echado a perder, etc, y entras en una situación preocupante porque no te comprenden ni quieren comprenderte, pasas a ser su enemigo. Cuando uno cree en dios, ¿cómo va a osar siquiera poner en duda su existencia? ¿Cómo va a intentar comprender un mensaje tan radical? Este proceso tiene que surgir desde dentro de cada uno, verlo claro significa que la mutación ha ocurrido, que la evolución imparable ha emergido. Esa mutación que te hace salir de la infancia a la adolescencia y de esta a la edad madura.

      En el reino mítico, en el que mucha gente está y del que provenimos todos, emergen los nacionalismos, las religiones, las ideologías, etc, como escribe el filósofo Edgar Morin: “Nuestro cerebro crea mitos que se apoderan de nuestro cerebro”. Lo normal es que naciéramos en un ambiente propenso a la religión ya sea por su presencia o por su ausencia. Uno se hace o le hacen católico, musulmán, judío, etc, y trata de llevarlo lo mejor que puede. En unos casos impregna tanto en su mente y su corazón la religión que con verdadera devoción y fe la defiende, respeta y ama. Muchas de estas personas religiosas entran en el reino racional sin tener muy presente el aspecto mítico de la religión. La razón les advierte de la irracionalidad de la religión, del lastre que significaría intentar evolucionar con esa pesada carga. Pero la religión suele ir adherida a la infancia, a buenos recuerdos, al descanso de dejar tus preocupaciones y pesares en manos de otro, dios, de las compañías solidarias, de los ambientes festivos y de recogimiento. Mucho que perder como para abandonarlo. Así que llegan a ser grandes médicos, abogados, ingenieros, ministros, actúan de forma racional, son grandes profesionales, pero existe un tema que no debe ser tocado porque pertenece a su esencia más íntima, primitiva e inconsciente, su religión. No quieren pensar en ello pues temen sentirse vacíos y perdidos. El demonio les acecha por doquier y deben estar alerta. Suelen ir juntos y apoyarse unos a otros, su grupo está formado y qué bien se sienten en él. Si intentas hacerles ver que se puede vivir en el mundo racional sin la religión mítica, se sentirán ofendidísimos y si insistes te atacarán y te despreciarán por ello.

      Cuando uno es joven, la mal llamada izquierda, la religión socialista, te vende a esas edades justo lo que necesitas y tú lo coges sin pensarlo. “Nosotros queríamos embaucarle. Pero usted deseaba ser embaucado” le dijeron en la China de Mao al historiador Jonathan Mirsky cuando se desenamoró del comunismo chino. Te dicen que en la religión socialista (ellos desconocen que es otra religión) está la libertad, la cultura, el amor libre, los buenos principios, los líderes carismáticos. Eugéne Ionesco describió este cambio en los nuevos adictos: “Es como si hubiese asistido a transformaciones. He visto a gentes metamorfearse. He comprobado, he seguido el proceso de la mutación, veía cómo hermanos, amigos, se convertían progresivamente en extraños. He sentido cómo germinaban en ellos una nueva alma; cómo una nueva personalidad sustituía a su personalidad… Mira toda esa gente en las calles, ya no tienen cerebro; en su lugar está el lodo de la propaganda; otra propaganda llenará su cabeza con otro lodo”.

      Si dios no existe, todo está permitido, escribió Dostoyevski, qué mejor mensaje para jóvenes deseosos de aventura, el problema es que ese dios existe, lo transformaron a su conveniencia para que ejerciera como tal. Con ello formas grupos que necesitas para relacionarte y divertirte. Los recuerdos que tienes al paso de los años te hacen presente estas cualidades, perteneces a algo importante, trascendente, que merece la pena luchar por ello, las anteojeras ideológicas te impiden ver más allá. El arma principal para llegar a ti es el lenguaje que se comporta como un virus que parasita los cerebros de las personas y que reescribe conexiones cerebrales que anulan el pensamiento crítico, por eso los religiosos son expertos en el uso del lenguaje y lo utilizan para sus fines.

      Al igual que con las demás religiones, los socialistas pueden llegar a ser grandes profesionales en el reino de la razón, pero ellos saben que su religión mítica es lo más importante, a ella se deben en cuerpo y alma. Si intentas hacerles ver los errores de sus planteamientos no los aceptarán, te tildarán de fascista o derechista, es decir, su demonio, al que hay que vigilar y si es posible destruir. Como escribió Antonio Machado: “Toda visión requiere distancia, no hay manera de ver las cosas sin salirse de ellas.” El problema es que los religiosos están dentro y no quieren ni saben salir, arremetiendo contra los que desde fuera intentan poner una luz en la oscuridad.

      Muchos socialistas se ufanan de no ser religiosos, el opio del pueblo no va con ellos. Es difícil hacer ver a los socialistas que ellos son igual de religiosos que los cristianos, musulmanes o judíos. La nueva religión, llamada de otras formas religión ética o política, credo laico, fe civil, la nueva fe, etc, les proporciona gran paz y bienestar, es la utopía, hacia donde se dirigen, su norte, el sentido de sus vidas. Alcanzarlo es su meta y harán todo lo que esté en su mano para lograrlo, ya sea por medio del continuo lavado de cerebro de las masas o incluso por la violencia si esto no sirve. Esta búsqueda produce en ellos, especialmente en los líderes, una satisfacción enorme, sienten que su vida tiene sentido, ellos están en posesión de la verdad y quieren hacer partícipes de ella al resto de los seres humanos, aunque ellos no quieran, está en juego su utopía, su dios, y su satisfacción personal, su salvación eterna. El proselitismo no lo pueden evitar. Si para los socialistas la religión es el opio del pueblo para el filósofo Raymond Aron el socialismo es el opio de los intelectuales. La filósofa Simone Weil ya notó el parecido entre la religión y el socialismo: “El marxismo es toda una religión, en el más impuro sentido de la palabra. Tiene en común con todas las formas inferiores de la vida religiosa el hecho de haber sido continuamente utilizado, según la expresión exacta de Marx, como un opio del pueblo”.

      La vida es maravillosa en la búsqueda de la utopía socialista, buscan la igualdad entre los hombres, el ser más honrados y buenos; se debe cuidar

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