Al cerrar los ojos. Néstor Tellechea
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tiene su melancolía
llueve
acuso una mirada al techo del tiempo
y llueve como llovería
cuando vuelve un verso de lo que predije
soy una voz que nace y se muere
como si hubiera sido escrita por un relámpago
hasta los huesos
un jueves para todo
al que le suenan muchos finales
en eternidad con el agua
cayendo por el aire que sufro
o me falta y sigue lloviendo
mojo sonidos
para que me sobrevivan más fuertes que yo
más jueves que yo
soy una ausencia presente
contra el reloj de lo que nace hablando
el precio de una imagen de mi destino
donde ardo en el pasado
y presente y futuro queman mi discurso
para encender más desolación que gloria
sí
había sido yo
el del estruendo insistente
aquel presentimiento
en el rayo que no dejó de alumbrar
lo que sentí delante del aire nublado
soy el viento lluvioso
de un poema
siseando los pronunciamientos del agua
y llueve
y soy esa lluvia
sinceridad que se escucha
sin discusiones
la pared a la que le estoy hablando cambia
nombra el alma llovida y pregunta
dónde está el autor de lo que decimos
seguro que buscándose en los jueves futuros
y no en las repeticiones silenciosas de la voz que tose
o se calla a la velocidad de lo que dice la lluvia
aunque escucharla tenga un precio muy alto
hambre de nombrarla como la decido
jueves
hoy sigue siendo otro día predicho para arriba y para abajo
presentable ahora mismo
un destino de nostalgia líquida que corre
hacia la distancia a la que está mi tierra
y mi cantidad de hermanos
cuando volvemos a estar todos juntos en mis ojos
y siento que la lluvia deja de ella misma una masa lenta
de hamaques llenos de furia que repiten la fuerza con que empujo
lo que soy
un pálpito que brilla y se va
carne afiebrada y quieta
con nostalgia líquida
en la que viaja un recuerdo sobre otro adentro del agua sufrida
estoy
todos los sentidos acuden a este momento de mi vida
que después me ignora
a este temblor que no sabe vivir sin el delirio de arderme
mientras le lluevo escuchándome
hablo el aire
y el aire me habla
habla gotas y ya nace otra racha de mi consecuencia
me duele la calma con que me lo digo
o cualquier justificación
me empariento con lo que estalla en el fondo de lo que dejo atrás hablando
y confío en seguir siendo más jueves que yo mismo
una certeza prevista
en el espejo de lo hablado por el agua
el calor preciso con que tiene que salir lo que lluevo hablando
aunque ya sea apenas una y otra barrida de agua que viene del que fui
y al que sigo escuchando
con algo de resignación
pero con metáfora
estimado César:
nada nuevo
sigue cayendo ese sonido desgranado
que ya antes de morirse moja
casi más que tiempo
soledad
llueve
y para mí
es como si no lloviera
si en esta carta fracasada tantas veces
no puedo hablarle
como si tuviera algo así como un hambre
por lo que dijera todo el adentro del agua que hubiera querido escribirle
aunque se ensombre una idea con la otra
una verdad con la tensión
con la obviedad
o con la soberbia
así que desde el vamos
sé que tendría que haberle llegado exacto
en punto al agua que pasó