Coma. Federico Betti

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Coma - Federico Betti страница 4

Автор:
Жанр:
Серия:
Издательство:
Coma - Federico Betti

Скачать книгу

seguridad al hermano de Luigi:

      –Se nota la mejoría –le decían. –El paciente se comporta bien. Su cuerpo responde de manera adecuada al traumatismo sufrido.

      Mario era feliz escuchando estas palabras, pero, de todas formas, no veía la hora de asistir al despertar del hermano, de poderlo abrazar de nuevo.

      Quería verlo como lo recordaba antes del accidente de tráfico: siempre alegre, pimpante y, sobre todo, caminaba con sus propias piernas.

      –Tendrá que hacer un poco de rehabilitación: al permanecer quieto durante días en la misma posición sus músculos habrán perdido fuerza. Durante un tiempo deberá hacer gimnasia para recuperarse plenamente –le explicó uno de los enfermeros.

      –Hará todo lo que sea necesario para volver a ser el de antes –confirmó Mario Mazza –es un muchacho muy voluntarioso, por lo tanto no habrá problemas para que se comprometa en este sentido.

      –Seguirá un programa muy preciso que lo llevará a una rehabilitación gradual pero completa.

      –Perfecto, os doy las gracias por todo lo que estáis haciendo. Confiamos en vuestra experiencia.

      –Si no le importa, ahora me voy a tomar un café –dijo el enfermero.

      – ¡Por favor! Es más, le voy a hacer compañía, también yo necesito uno –replicó Mario.

      Se fueron hasta la esquina destinada a las máquinas automáticas de bebidas y comida, puestas al fondo del pasillo.

      Había una para las bebidas calientes, otra para los refrescos, una que distribuía aperitivos dulces y salados y una cuarta con bocadillos.

      Mario metió las monedas y seleccionó un café exprés clásico mientras que el enfermero, usando una llave magnética suministrada para el personal del hospital, optó por un capuccino con chocolate.

      –A veces me siento un poco goloso –dijo el hombre.

      –Hace bien en permitirse un capricho de vez en cuando. Deberíamos hacerlo todos cada tanto.

      Acabaron las bebidas y cada uno se fue por su lado.

      –Ahora debo dejarle –dijo el enfermero –debo hacer unas cuantas cosas.

      –Por favor, le dejo ir. Gracias por la compañía.

      Mario Mazza se fue a la habitación de su hermano y se paró en el pasillo puesto que sabía que no podría entrar.

      Estaba muy contento porque las condiciones de su hermano estaban mejorando cada día, le bastaba por el momento; una vez que estuviese completamente curado, tendría la posibilidad de estar junto a él y recuperar el tiempo perdido.

      Todavía una semana y todo volvería a ser como antes. O casi.

      Se quedó hasta el final del horario de visita, luego salió y se fue a casa: había pasado otro día.

       8

      Estoy conduciendo, no sé a dónde voy. Me encuentro aquí solo, en medio de la oscuridad homogénea de esta habitación, con un volante delante de mí, mi única certeza. Sólo veo eso: el volante.

      No entiendo qué ha ocurrido con el resto del coche. Porque estoy dentro de un automóvil, ¿verdad?

      ¡Eh, chicos! Sé que estáis en algún lugar. ¿Estoy en un coche? ¿Alguien me lo puede confirmar?

      No me responde nadie. ¿Dónde están todos?

      Se esconden, esa es la verdad. No desean ser vistos. Me están gastando una broma, esto lo he comprendido. Una broma de mal gusto.

      Acaricio la oscuridad con una mano pero sin sentir nada al tacto; no siento movimientos de aire, no siento calor, no siento frío...

      Sigo sin comprender dónde me encuentro, sin embargo estoy convencido de que me han dejado solo. Quien me ha traído aquí, se ha largado, o se ha escondido por algún sitio en los alrededores.

      Venga, dejaos ver. Se que estáis ahí.

      Nada, no obtengo ninguna respuesta.

      ¿Qué lugar es este? ¿Un sótano? No parece que sea un pasillo. Más bien parece un local cerrado, una habitación. Por lo menos es mi impresión, es lo que puedo intuir por los elementos que tengo a disposición. Si tuviese un poco más de información, quizás podría tener una mayor seguridad sobre mi situación. No se ni siquiera si corro algún peligro, no sé qué puedo esperar de un futuro próximo. En definitiva continúo sin saber nada que pueda ser útil para comprender.

      ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que he llegado aquí?

      Me doy cuenta de que ninguna de las preguntas que he hecho hasta ahora ha obtenido respuesta: esto no me gusta, soy una persona que siempre ha basado sobre la certeza cada momento de su vida y perderla podría, a largo plazo, irritarme.

      ¿Es posible que no haya nadie a quien pedir ayuda? Una ayuda cualquiera...

      Incluso me duele la cabeza, por lo que un analgésico no me vendría mal, pero no sé a quién pedirlo. ¿Hay alguien?, grito, pero por respuesta sólo obtengo el silencio.

      ¡Necesito algo que me quite este dolor de cabeza! Por favor, si hay alguien escondido ahí detrás, ¡estaría bien que saliese al descubierto!

      No veo nada, el local parece vacío, aparte del auto en el que estoy.

      Ya he visto esta escena en algún sitio: yo solo en este vehículo.

      La oscuridad reina alrededor, ¿dónde están todos?

      Existirá alguien más, aparte de mí, en este Mundo, ¿no?

      ¡Dios mío! En mi cabeza se está abriendo camino un pensamiento bastante preocupante, por lo menos para mí: ¿y si por casualidad me encontrase en otro Mundo? ¿Un Mundo paralelo a aquel donde habitualmente se encuentran los humanos? ¿He sido raptado por alienígenas?

      Espero obtener alguna respuesta a todos estos interrogantes que están naciendo dentro de mí. Y espero conseguirlas enseguida, de lo contrario me arriesgo a enloquecer.

      Si hay un alma buena en algún sitio que sepa algo con respecto a las pocas cosas que sé yo, le agradecería que se mostrase y me explicase un poco la situación.

      No se ve a nadie. Nadie sale para dejarse ver, aquí todos son unos cobardes, gallinas, porque saben que se han equivocado y porque saben que les podría dar unos puñetazos por lo que me están haciendo. ¡Haceos ver, tened el valor de mostraros!

      Nada ha cambiado. Nadie responde.

      Sólo me queda esperar, pero espero que pronto alguien me explique qué está sucediendo aquí, porque dentro de poco perderé la paciencia, y cuando pierdo la paciencia.... ¡sálvese quien pueda!

       9

      De vez en cuando, volviendo a pensar en lo que había pasado junto a su hermano menor y viendo sus condiciones actuales de salud, a Mario Mazza le entraban ganas de llorar.

Скачать книгу