Lluvia De Sangre. Amy Blankenship

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Lluvia De Sangre - Amy Blankenship

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giró para mirarla de nuevo.

      –¿Se lo llevó a dónde? —susurró Lacey, que ahora le daba la espalda. Ella sintió un escalofrío casi imperceptible cuando él se acercó por detrás.

      Ren hundió sus labios en su oreja mientras susurraba con voz ronca: —Creo que Hades es precioso en esta época del año. Tal vez Storm lo teletransportó hasta allí para pasar unas agradables y largas vacaciones.

      –Probablemente lo llevó al castillo —corrigió Lacey, en un tono un poco alto mientras se giraba para mirarlo de frente y evitar que volviera a hacerlo. Mierda, lo que había hecho casi hizo que se le doblaran las rodillas. —Podría habernos teletransportado a nosotros también —murmuró, sintiendo que sus mejillas ardían mientras se preguntaba si Storm habría visto como atacó sexualmente a Ren y decidió no interferir.

      –¿A qué viene tanta prisa? —preguntó Ren, que aún no quería que ella volviera con su amante muerto. Él ocultó sin éxito una sonrisa sabiendo que podía convertir ese pensamiento en realidad tantas veces como quisiera considerando que el imbécil sería tan tonto como para revivir una y otra vez.

      Lacey miró hacia el suelo, y casualmente volvió a ver a Gypsy y Nick una vez más. Sintió que sus mejillas se volvían a incendiar. —Aquí sólo hay una cama y creo que está ocupada. Además, quiero asegurarme de que Vincent está a salvo.

      –Vincent está bien —dijo Storm, y teletransportó a los dos a la misma oficina del castillo antes de que pudiera terminar la frase. Él se volvió a teletransportar rápidamente detrás del escritorio para no estar tan próximo de la ira de Ren por haber sido interrumpido. No era culpa suya que Vincent se hubiera quedado dentro de la zona de peligro sin mostrar ningún miedo.

      –Veinticinco minutos y trece segundos —dijo Vincent, mirando fijamente a Ren.

      –¿Qué? —preguntó Ren, sintiendo como se enfurecía ahora que volvía a ver al mismo idiota.

      –Ese es el tiempo que me lleva revivir después de romperme el cuello —dijo Vincent sonriendo—. Lamento haber acabado con tu curiosidad.

      –Ren no estaba actuando como él mismo —dijo Lacey, interponiéndose entre ellos, pero el hecho de que le diera la espalda a Ren hizo obvio a quién estaba buscando.

      Vincent vio como Ren esbozaba una maliciosa sonrisa, lástima que Lacey no pudiera verla. Eso le gustaba, sabía cómo manipular cuando tenía la oportunidad. —Supongo que Ren no actúa como si mismo bastante a menudo, sabiendo que es un súcubo mientras pasa el rato en una ciudad infestada de jodidos demonios. Yo no me fiaría de él en absoluto.

      –Bueno, qué pena, ya que esta noche ha ayudado a salvar nuestras vidas —insistió Lacey.

      –No necesito a nadie para que salve mi vida, ¿o has olvidado mi pequeña discapacidad? —tronó Vincent, acercándose para poder observarla. Se quedo mirando como sus labios se entreabrían para inspirar con fuerza e inmediatamente se arrepintió porque sabía exactamente cómo herirla profundamente.

      Su semblante se suavizó cuando ella extendió la mano como si fuera a rozarle la mejilla, pero el sonoro golpe resonó por toda la habitación e hizo que pusiera mala cara de nuevo. Bien, tal vez se lo merecía, aunque no podía entender por qué.

      –Eso es por matarte delante de mí, idiota insensible —dijo Lacey ásperamente, y después añadió en voz más alta—, y sólo porque tú no lo recuerdes no significa que yo te perdone.

      –Tomo nota —respondió Vincent con sarcasmo cuando Lacey se giró sobre sus talones y se dirigió hacia el escritorio donde estaba sentado Storm.

      Lacey puso las manos encima de la mesa e inclinándose susurró a Storm. —Lo siento, se suponía que no dijera nada sobre eso, ¿verdad?

      Storm trató de mirarla a los ojos, pero aun así podía verle a través del escote casi todo su pecho cuando se inclinó hacia adelante con el seductor vestidito que él había elegido para ella. A veces se superaba a sí mismo.

      –Alguien tenía que contárselo tarde o temprano —respondió, y se teletransportó junto a ella, pero ahora frente a los otros dos hombres. Se frotó la barbilla para ocultar una sonrisa cuando Lacey giró lentamente la cabeza para mirarlo sin levantarse desde su seductora posición. —Ren, ¿qué tal si completamos la base de datos de la tarea de esta noche?

      Ren estaba de repente detrás del escritorio, cosa que sorprendió a Lacey e hizo que ella levantara la mirada para descubrir que no la estaba mirando a la cara. Ella, confusa, bajó la mirada y luego se dio cuenta de lo que él estaba mirando era a sus pechos. Evitando ruborizarse, le dedicó una sonrisa maliciosa antes de levantarse lentamente y darle la espalda.

      Storm arqueó una ceja a modo de sorpresa cuando Ren se giró para mirarle de manera acusadora. Ese pequeño regalo para sus ojos no era culpa suya, al menos había sido muy placentero. Volvió su atención hacia Vincent, que seguía de pie pensativamente acariciándose la barbilla y mirando a Lacey.

      –No quiero hablar de ello —le informó Lacey, terminando el interrogatorio incluso antes de que pudiera empezar.

      Vincent levantó sus manos en señal de rendición —De acuerdo.

      –¿Aceptaste unirte al EIP? —preguntó, suavizando su voz. Tratando de no prestar atención al hecho de que sus mejillas se habían enrojecido debido a su mal genio.

      –Creo que sí, mi amor —respondió Vincent, sabiendo ahora que Storm le había pillado en eso. Obviamente en absoluto había estado en peligro y si fuera así, el Caminante del Tiempo lo habría sabido enseguida.

      –Escucha, ya te dije que ella estaba bien —se defendió Storm encogiéndose de hombros cuando Vincent lo miró con preocupación.

      –¿Cuál es la trampa? —preguntó Vincent, menos molesto por haber sido engañado para hacer un trato que lo uniera a un legendario Caminante del Tiempo y a la escurridiza organización EIP.

      –Debes tener un socio —respondió Lacey rápidamente, recordando el razonamiento detrás de la regla.

      –¿Te estás ofreciendo? —dijo Vincent sonriendo con satisfacción, haciendo que cada minuto que pasaba le gustara más el trato.

      –No —respondió Ren—. Ella es mía.

      Lacey pestañeó ante el tono posesivo de la voz de Ren, pero no lo desmintió. Miró hacia Storm con curiosidad. —¿Alguna vez ha habido un trío?

      No se dio cuenta de lo erróneo de la pregunta hasta que notó que la ceja derecha de Vincent se alzaba y a la vez oyó un gruñido ronco que provenía desde atrás.

      –Oh cielos, dejarlo estar ya, par de pervertidos. No me malinterpretéis, y vosotros lo sabéis muy bien—insistió Lacey, cruzando los brazos sobre su pecho. Pestañeó de nuevo intentando parar todo tipo de vulgares pensamientos que de repente intentaban convertirse en imágenes y llenar su pequeña y obscena cabeza.

      Storm se frotó la cabeza tratando de no reírse. Alguien tenía que rescatarla, y parecía que iba a tener que ser él. —A veces los equipos del EIP salen juntos en grupos, pero incluso entonces, tienes a esa persona especial a la que cuidas, y viceversa. Resulta que conozco al compañero provisional perfecto para Vincent, ya que resulta que el compañero de esa persona está desaparecido en acción en este momento.

      –Bueno, no parece que esta persona haya vigilado muy bien a su último

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