Lluvia De Sangre. Amy Blankenship

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Lluvia De Sangre - Amy Blankenship

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levantando una ceja, sintiendo ganas de nuevo de destrozar a tiras a Vincent.

      Lacey se incomodó otra vez al escuchar los celos en su voz. El hombre parecía tener una vena posesiva muy grande y obviamente no quería compartir nada con Storm.

      –Tacaño —le acusó.

      Ren se encogió de hombros y dijo: —Me sorprende lo mucho que se cree este novato.

      Lacey puso ojos de asombro. —Oh, venga no le hagas casos, ¿cuántos años tienes, cinco? —Se alejó de Vincent y se acercó a Ren, estudiando su cara para poder ver cualquier señal de que su estado de ánimo mejoraría y probaría que su teoría era correcta.

      –Soy mucho más viejo que tú —se burló Ren, con una amplia sonrisa ahora que Vincent se había quedado solo.

      –Hiciste que el calentador de agua se rompiera mientras estaba en la ducha —respondió Lacey juguetonamente, ahora que tenía la prueba de que en su cercanía ella se sentía mucho mejor—. Así que mentalmente, eres mucho más joven que yo.

      –¿Quieres que vayamos a conocer a Chad? —preguntó Storm, tratando de distraerlo para que no se metiera en problemas. Lacey estaba aprendiendo rápidamente como calmar el lado oscuro de Ren, pero Vincent era mucho más lento en captarlo.

      –¿Es seguro dejarlos solos? —susurró Vincent, y luego levantó la voz para que le prestaran atención—. Por cierto, estoy casi seguro de que soy mayor que vosotros y los dos estáis castigados, aunque podría dejar que Lacey se lleve unos azotes, si quiere jugar limpio. Le sonrió tímidamente cuando se giró y después le miró directamente a los ojos.

      Storm rápidamente se acercó y teletransportó a Vincent fuera de peligro, cuidándose mucho de recordar bien la expresión del rostro de Ren. Tal vez haría un viaje especial de vuelta con una cámara mientras estaba allí.

      Ren parpadeó al no poder evitar mirar el extraño destello de luz que apareció delante suya. Y en lugar de agarrar al idiota que quería, terminó dando manotazos y mirando como un pedazo de papel revoloteaba delante de él. Lo atrapó en el aire con un gruñido frustrado.

      –¿Qué es esto? —preguntó Lacey, complacida por el hecho de que Storm había desaparecido una vez más con Vincent. Al menos confiaba en que Storm lo mantendría sano y salvo.

      –Parece que tu excompañero va a estar fuera de tu alcance por el resto del día —dijo Ren poniendo una cara triste, cuando la nota se desvaneció de repente y fue reemplazada por una imagen de su cara enrabietada—. Ja… Ja. Últimamente Storm estaba de muy buen humor. Sonrió con maldad cuando la imagen se convirtió en polvo deslizándose entre sus dedos.

      Ren giró la cabeza para mirar a Lacey y notó que sus ojos brillaban de buen humor. Ella seguía mirando su mano donde acababa de estar la foto.

      –Te gustó eso, ¿verdad? —preguntó él arqueando una ceja. Se le estaba haciendo difícil continuar enfadado. Ella asintió con firmeza, de una manera tan tierna que no podía seguir enfadado con ella.

      Capítulo 3

      —Necesito quitarme esta ropa —dijo Lacey, mirando el vestido de fiesta que aún llevaba puesto. El vestido era muy bonito cuando se lo había puesto al principio de la velada, pero después de la espantosa noche que había tenido, estaba sucio y rasgado en varios sitios, por donde habían atravesado esos demonios.

      Una onda expansiva de intensa necesidad sexual la golpeó con fuerza y Lacey se volvió a mirar con sorpresa la cara de Ren que tenía una expresión muy seria. ¿Eso había salido de ella, o de él? —Ella no había pensado en sexo cuando mencionó que quería quitarse la ropa, pero maldición, ahora eso sí estaba en su cabeza.

      –Y obviamente otra ducha fría —añadió, poniendo la palma de su mano contra los músculos tensos de su estómago. Nunca había sido tímida a la hora de hablar de sexo y no iba a empezar a hacerlo ahora. —¿Estoy extrayendo esta necesidad sexual de ti?

      Ren prácticamente dejó de respirar cuando se imaginó sacándole el vestido y dejándolo resbalar por el suelo, y luego levantando su cuerpo desnudo sobre el escritorio que había detrás de ella. No pudo más que pestañear por la directa y evidente pregunta. La respuesta fue un rotundo SÍ. Ella sabía exactamente lo que Nick y Gypsy habían estado haciendo en el refugio antiaéreo, pero nunca se le ocurrió que ella también sería capaz de aprovecharse de sus emociones o deseos.

      Esperemos que ella sólo haya recibido una fracción de esa habilidad o no duraría mucho en este castillo. Se recordó a si mismo el preguntarle más tarde a Guy si podía crear algún tipo de hechizo o encanto para ella, y que pudiera atenuar esa habilidad, pero por ahora, al menos podía decirle la verdad.

      –Este castillo está lleno de paranormales con emociones intensas —le dijo, tratando de controlar las suyas. El sentir que ella estaba necesitada ahora mismo no ayudaba y estaba causando un efecto de búmeran entre ellos.

      –Los paranormales tienen emociones igual que los humanos. La diferencia es que, sienten cada emoción mucho más fuerte de lo que un humano normal jamás lo sentiría, y tú te estás aprovechando de ese exceso.

      Empezó a sentirse como un depredador acechando a su presa. Ren sintió que una sonrisa de satisfacción intentaba aflorar en sus labios cuando ella retrocedió hacia el escritorio justo como él había imaginado donde la iba a levantar.

      –Su ira podría causar que un humano normal empezara una matanza, y su amor podríamos llamarlo una obsesión peligrosa. De repente se inclinó hacia adelante, poniendo sus dos manos contra el escritorio y atrapándola justo delante de él. Luego acercó sus labios a su oreja. —Y su lujuria carnal es tan caliente que quema.

      Lacey cerró sus ojos cuando sintió que su aliento le calentaba su cuello. Sí, tenía razón en lo de quemarse porque ella ya estaba en llamas. Sus labios se separaron y su respiración se aceleró. —Sus cuerpos también deben ser hipersensibles al tacto porque tu aliento en mi cuello se siente demasiado bueno para ser normal.

      Como única respuesta, solo emitió un gruñido en su oreja, pero el sonido fue tan seductor que Lacey pudo escuchar cuál era su respuesta. Estaba tan cerca de ella, pero no la tocaba en ningún sitio. Era como si la tuviera bajo su completo control mientras ella nadaba en un remolino de pasión, esperando que al más mínimo roce la arrastrara hacia dentro. Ella realmente quería experimentar con este pequeño y delicioso nuevo efecto secundario, y ahora mismo, si es que él estaba dispuesto.

      Borrando mentalmente la seducción que había ocurrido hace menos de una hora en La Cerveza de la Bruja, pues había sucedido bajo coacción, Lacey pensó en la última vez que se habían tocado. Había ocurrido aquí mismo en esta oficina. Ella creía que estaría muerta al amanecer y quería pasar sus últimas horas perdiéndose con él en un placer sensual. Ren había sido el que tuvo que parar porque había estado escuchando sus pensamientos.

      Bueno, ella ya no estaba amenazada de muerte gracias a él, así que no podía echárselo en cara. Si ella se salía con la suya, él le echaría en cara otra cosa muy pronto y en el estado de ánimo en el que estaba, esperaba que fuera algo grande y palpitante.

      –Ya que tú eres el que me dio el poder de encenderme por dentro de esta manera, ¿quieres ser el que me ayude a apagar este fuego, o necesito encontrar a otro que esté dispuesto a ser mi bombero? —preguntó recordando el dolor que le provocó su último rechazo.

      Ren apretó su mano contra el escritorio cuando la onda caliente que había estado sintiendo se transformó rápidamente en ira tan caliente

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