Lluvia De Sangre. Amy Blankenship

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Lluvia De Sangre - Amy Blankenship

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que Syn le hacía sentir.

      Los miembros del EIP normalmente la describían como una persona solitaria que no estaba interesada en hacer amigos. Así es como ella quería que todos la vieran, para que así se mantuvieran a distancia. Desde que Syn apareció en su vida, sus sentimientos estaban a flor de piel. Ella estaba empezando a obsesionarse con él, tanto como él parecía obsesionarse con ella y quería pararlo, ¿o quizás no? El dolor en su pecho parecía extenderse cuando pensaba en ello.

      –Bienvenidos a la tierra de la confusión, número de habitantes uno —dijo ella como si fuera una guía turística, y el silencio de la sala hizo patente lo patético que sonó. Pero ella era más fuerte que todo eso.

      Angelica miró hacia la marca de su palma preguntándose si era la causa de los extraños sentimientos que tenía por él, de la misma manera que el hechizo de un vampiro. Después de todo, Syn era el progenitor de la raza vampírica, ¿no era así? Necesitaba dejar de no pasar por alto ese pequeño y peligroso hecho. Ya había admitido que no le importaba la guerra contra los demonios, así que, ¿por qué estaba aquí distrayéndola? ¿Por qué sólo la estaba ayudando a ella?

      –Todo esto empezó gracias a ti —acusó al símbolo.

      Levantó su otra mano y la puso contra el intrincado diseño de su palma, con la intención de tratarla de la misma manera que trataría cualquier otra marca demoníaca que hubiera quitado a sus víctimas en el pasado.

      La punta de su dedo índice se puso transparente, buscando el más mínimo indicio de maldad que se atara a él. Una ligera mueca apareció en su cara al no encontrar ninguna intención maliciosa. Concentrándose en el complejo símbolo, se mordió el labio inferior mientras seguía profundamente las líneas, hasta que finalmente pudo superar su poderosa barrera.

      Los labios de Angelica se separaron y tomó aire con fuerza ante las sensaciones que repentinamente la inundaron. Sintió un breve mareo seguido de un duro tirón del sello, en ese mismo instante sus poderes se activaron. La acción la sorprendió tanto que entró en pánico y se sacudió para recuperar su poder, sintiendo que la magia del símbolo la fustigaba y lamía su piel antes de desaparecer por donde había venido.

      No podía decirlo con seguridad, pero juraría que la maldita marca acababa de saborearla.

      Syn apareció silenciosamente detrás de Angelica, sintiendo que había manipulado el enlace que le permitía acceder a su poder para su propia protección. Él había pensado dejarla sola por unas horas, para poder recuperar la calma después de ver que ella lo rechazaba una vez más. Sin embargo, al entrar dentro del sello de su palma, ella lo había convocado sin saberlo para presenciar su inútil intento de romper el vínculo mutuo.

      Esto hizo que su ira resurgiera, ¿estaba tan ansiosa de librarse de él para poder dejar de mentirse a sí misma? Después de buscar durante tantos milenios y finalmente encontrarla, no iba a dejar que rompiera ningún vínculo que había conseguido reestablecer con ella, por pequeño que fuera.

      –Cobarde —se sermoneó Angelica a sí misma por su reacción, y abrió el puño para intentarlo de nuevo. Inspiró con fuerza cuando el sello comenzó a brillar de nuevo con un poder aún mayor.

      –¿Por qué no intentas descargar tu frustración en el que la causó? —preguntó Syn, desde detrás.

      Angelica se estremeció ante su proximidad y se giró para fijar su mirada en su hostigador. Era difícil mantener la mirada cuando él estaba mucho más enfadado que ella.

      Antes de que se diera cuenta de sus intenciones, la había enganchado alrededor de la cintura con uno de sus brazos y la había acercado contra su duro cuerpo. Ella presionó rápidamente con la palma de su mano contra su pecho para intentar mantener cierta la distancia entre ellos. En serio, si él estaba tratando de volverla loca, solo era cuestión de tiempo.

      –Tienes razón. Debería desquitarme contigo —dijo ella con fuerza, y se alejó de él, sorprendida de como se había liberado tan fácilmente, que casi perdió el equilibrio. Apretó los dientes, tratando de ocultar la pequeña decepción que sentía porque él la había soltado tan deprisa.

      Cerrando su mano para ocultar la marca de su palma, dijo lo primero que se le vino a la cabeza: —¿Qué demonios me has hecho?

      –¿Te doy miedo? —preguntó Syn, apoyándose en su cama y cruzándose de brazos.

      A Angelica le sorprendió la pregunta, y frunció el ceño mientras se cruzaba de brazos también, luego levantó la vista para encontrarse con sus brillantes ojos amatista. Ella podría jurar que brillaban de ira, pero él parecía tan tranquilo y sereno.

      –No te tengo miedo —le dijo ella con valentía, y luego dio rápidamente un paso hacia atrás, cuando él se apartó del poste de la cama y se dirigió hacia ella.

      –No he hecho nada para hacerte daño —se defendió Syn emitiendo un gruñido reprimido, sabiendo que ya había hecho esto antes. Ella había luchado con él en el pasado hasta el punto de la locura antes de admitir finalmente la derrota y no le interesaba que la misma historia se repitiera. Sintió un estremecimiento mental al recordar cómo había terminado esa historia. —Tú eres la única razón por la que yo estoy aquí.

      Angelica negó con la cabeza sin querer tener la responsabilidad de ser la razón de nadie para nada. Ella había levantado muchas barreras a su alrededor, y el único que estuvo a punto de atravesarlas había sido Zachary. O para ser honesto, fue su alter ego Zach quien se abrió camino sin piedad a través de ellas. Sintió un momento de tristeza por ese hecho porque echaba de menos su amistad y sus consejos que nadie pedía.

      Los ojos de Syn se entrecerraron al oírla llorar por la cercanía que había tenido con el fénix. Era lamentable que ella hubiera olvidado el hecho de que él, Syn, era un hombre muy posesivo y nunca le había sido fácil el compartirla con otros. Había matado antes para poder tenerla y lo haría de nuevo sin dudarlo.

      Tiró de su poder hacia su interior cuando intentó deshacerse de ese recuerdo, y Syn se dio cuenta de que estaba tambaleándose al borde de su límite. ¿Cómo había podido ella ponerle en ese estado de impaciencia tan rápidamente?

      –No has venido aquí por mí. Angelica puso mala cara, mostrando claramente que lo que pensaba era obvio.

      –Viniste porque tus muchachos están aquí, y debo añadir que parece que tienen la misma edad que tú, más bien como tus hermanos, no tus hijos. Y ahora te quedas para ayudar a Storm a luchar contra los demonios. Su voz vaciló cuando su espalda se paró contra la pared al mismo tiempo que él la sujetaba con las manos en sus costados, atrapándola contra la roca pintada del castillo.

      –Mi compañera es el que está ayudando a Storm, no yo —gruñó con fuerza Syn—. ¡Sólo estoy aquí para protegerla para que no se mate otra vez!

      –Nunca me han matado —respondió Angelica y luego se estremeció cuando la pared se agrietó bajo sus palmas creando grietas que subían por encima de su cabeza.

      –Detente —susurró, con un hilo de voz.

      Definitivamente algo estaba mal con él porque en vez de asustarla, estaba rompiéndola el corazón. Ella disminuyó el ritmo de su respiración, queriendo ser cuidadosa, porque sentía que si no lo era, este poderoso hombre que estaba frente a ella se haría añicos y ese sería el comienzo de su gran miedo.

      –Voy a abrazarte hasta que me calme —advirtió Syn, y se inclinó sobre ella y la acercó contra él.

      Cuando Angelica no opuso resistencia, Syn

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