El único e incomparable Bob. Katherine Applegate

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El único e incomparable Bob - Katherine Applegate страница 2

El único e incomparable Bob - Katherine Applegate Ficción juvenil

Скачать книгу

conocimos

      La primera vez que me encontré con Iván yo era un cachorro sin hogar. Desesperado, muerto de hambre, completamente solo.

      Era de noche y me había colado en el centro comercial donde vivía Iván en una jaula. Caminé un poco sin rumbo fijo, agradecido por la repentina calidez y confundido por la extraña variedad de animales que allí dormían. Revisé cada cesto de basura en busca de algo que pudiera comer.

      Había un pequeño agujero en una esquina del cerco de Iván. Él estaba profundamente dormido, acurrucado con un animal de peluche desgastado que parecía un gorila cansado.

      Estaba roncando y, caramba, ese tipo roncaba como todo un profesional. En su palma abierta había un trozo de plátano, el cual —todavía siento escalofríos cuando pienso en ello— comí de inmediato, directo de su mano.

      El gorila podría haber juntado los dedos y yo habría estallado como un globo de líquido perruno. Pero él siguió durmiendo.

      Y luego —espera, siento más escalofríos, porque o estoy desquiciado o soy el perro más valiente del planeta, tal vez un poco de ambos— salté justo sobre su gran barriga peluda y redonda.

      Así es. Escalé el Monte Iván.

      De locos, lo sé. No tengo idea de lo que estaba pensando. Tal vez estaba tan agotado que perdí un poco la razón. Tal vez fue que tremenda barriga se veía tan cálida y acogedora que supuse valía la pena correr el riesgo.

      Hice mi baile de cama. Los perros no nos sentimos bien hasta que hacemos uno de esos bailes rápidos antes de echarnos a dormir.

      Una vez que todo estaba en orden, me acosté, formé un pequeño bulto de cachorro y remonté las olas sobre esa barriga como un diminuto y endeble bote en un inmenso océano marrón.

      Cuando Iván abrió los ojos, a la mañana siguiente, no pareció sorprenderse de encontrar a un cachorro roncando sobre su vientre. Se rehusó a moverse hasta que yo desperté.

      Creo que estaba tan contento como yo de haber encontrado un nuevo amigo.

img24

      La increíble historia del mejor

      amigo del hombre

      Antes de que pasara mucho tiempo, Iván y yo nos convertimos en los mejores compañeros.

      Somos una pareja poco probable, por supuesto. Iván es callado y sereno, un filósofo, un artista. Desearía poder ser más así. Nunca nadie me ha acusado de ser sensato.

      ¿De ser temperamental? Por supuesto.

      Y no puedo hablar bonito, como Iván. Soy un perro callejero, después de todo. Y me siento orgulloso de serlo.

      Aun así, nos conectamos de una manera que nunca he conseguido con los humanos.

      ¿“El mejor amigo del hombre”? De ninguna manera. ¿“El mejor amigo del gorila”? Puedes apostarlo.

      Me parece que la primera vez que escuché esa frase —“El mejor amigo del hombre”— fue mientras veía televisión con Iván.

      En algún momento, Iván tuvo un pequeño televisor, y veíamos un montón de cosas juntos. Películas viejas o de vaqueros, caricaturas, lo que se te ocurra. El pobre grandulón se encontraba atrapado en una jaula diminuta y no tenía mucho más que hacer más allá de lanzar sus “bolas de mí” a los boquiabiertos humanos.

      Como sea, Iván y yo éramos grandes admiradores de la televisión. Anuncios de comida para gatos. Programas de boliche profesional. Bailando con las estrellas. ¿Qué más se podría pedir?

      Una vez vimos un programa especial en el canal de la naturaleza. Se llamaba La increíble historia del mejor amigo del hombre. Todo el programa era sobre perros famosos. Había perros de rescate y perros de terapia y perros de guerra y perros bomberos y perros actores y estos perros y aquellos perros. Y aquí entre nos, la mayoría eran simplemente canes triunfadores.

      Luego llegaron a este perro llamado Hach-no-sé-qué. ¿Hach-chico, tal vez? Parece que su dueño murió (sólo para el registro, me opongo a la palabra “dueño”, pero dejemos ese detalle de lado por ahora), y Hach-no-sé-qué se sentó durante más de nueve años en el mismo lugar, en la misma estación de tren, día tras día, esperando a que éste regresara.

      La cosa es que el narrador hablaba sin parar sobre este perro, y todo lo que decía eran verdaderas exageraciones: ¡Qué leal! ¡Qué amoroso! ¡Saca los pañuelos! ¡Bla, bla, bla, y más bla, bla, bla! ¡El mejor amigo del hombre!

      Y a Hach-no-sé-qué le hicieron su propia estatua. No es broma.

      Al perro que se sentó alrededor de nueve años a esperar a un hombre muerto.

      En mi opinión

      Ese perro era un bobo.

      Un zopenco.

      Un tonto.

      Soy tuyo

      Déjame hablarte sobre ser El mejor amigo del hombre.

      Ser El mejor amigo del hombre significa un montón de cosas. Compañerismo. Caricias en la barriga. Pelotas de tenis.

      Pero también puede significar una autopista oscura e interminable, y una ventana abierta de una camioneta.

      Puede significar el olor del viento húmedo cuando unas manos toman la caja en la que te encuentras con tus hermanos y hermanas, y sales volando hacia la cruel noche y aun así, aun así y por más loco que suene, tú estás pensando: Pero soy tuyo, soy tuyo, soy tuyo.

      Nadie

      Eso es lo que puede darte ser El mejor amigo del hombre.

      Una carretera oscura.

      Una caja vacía.

      Y nadie en el mundo, salvo tú.

      Primeros días

      No recuerdo mucho de mis primeros días como cachorro. Eso fue hace tres años, pero a veces se siente como si hubiera sido hace trescientos. Sobre todo, recuerdo haber peleado con mis hermanos por el mejor lugar para comer. Muchos retorcimientos y quejidos. Un tumulto suave con olor a leche. Como si fuéramos un solo animal, grandioso y enorme.

      Nunca conocí a papá, y mamá no dijo mucho sobre él, excepto que era un problema. Mamá tenía un hermoso abrigo beige. Chihuahua, algo de esto, algo de aquello. Bonita línea de sangre…

      Los mestizos gobiernan.

      Mamá nos cantaba. Nos narraba historias. Establecía las reglas.

      Me pregunto si sabía que no tendría mucho tiempo para prepararnos para el mundo.

      Nacimos en un lugar oscuro. Tal vez bajo las escaleras de un porche, sospecho, porque recuerdo el sonido de botas subiendo y bajando, el horrible y penetrante hedor de los pies humanos.

      Ellos llamaban Reo a mamá. Y la alimentaban casi a diario,

Скачать книгу