E-Pack Jazmín B&B 2. Varias Autoras

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fuerza que fue un milagro que no se le rompieran. En este caso se limitó a asentir levemente.

      –¿Alguna otra condición?

      –Tercera. Aggie y Jett son miembros de mi familia y van donde voy yo.

      –¿Quién es Aggie?

      –Aggie fue maestra de infantil y, en estos momentos, es mi cocinera y mi ama de llaves. Dado que soy un desastre en la cocina y todos tenemos que comer, la he contratado para ocuparse de todo lo que se refiere a la casa.

      –¿Sabe cocinar?

      –Y limpiar –afirmó Daisy mirando con desagrado el despacho–. En serio, Justice. Este lugar es un desastre. No puedo creer que te encuentres cómodo viviendo así.

      –No es más que un poco de polvo. Además, yo no vivo en esta sección de la casa.

      –¿Científicos locos más lugar secreto es igual a laboratorio misterioso y secreto?

      –Algo así.

      –¿Un laboratorio misterioso, secreto e impoluto?

      –Por supuesto.

      –Bien, dado que ahora tienes invitados que van a vivir en esta sección de la casa, necesitaré que nuestras habitaciones estén tan impolutas como nuestro laboratorio.

      Justice volvió a examinar el despacho. Aquella vez miró de verdad y por fin vio a lo que Daisy se refería.

      –He estado muy centrado en un proyecto y no me había dado cuenta de lo mal… Perdón. Debería haber hecho más para preparar vuestra llegada.

      –Nosotros nos ocuparemos.

      –Ya me has explicado quién es Aggie. ¿Quién es la niña con aterrador aspecto gótico?

      –Es Jett.

      –Jett… ¿Tu experto en ordenadores?

      –Efectivamente.

      –Estamos en el mes de noviembre. ¿No debería estar en el colegio?

      –Terminó hace unos meses. En estos momentos está pensando a qué universidad quiere ir.

      Justice la miró asombrado.

      –¿Cuántos años tiene? Si parece que tiene doce.

      –Va a cumplir los diecisiete dentro de unos meses. Ella te podrá dar los días, las horas y los minutos y hasta los segundos si quieres un número más exacto.

      –Es lista.

      –Sí. Da un poco de miedo de lo lista que es. Como tú. Y como Noelle.

      –Por eso estás aquí…

      –Sí. Es uno de los motivos –explicó. No había razón para señalar los otros. Se harían evidentes con el tiempo–. Resulta evidente que necesita a alguien que vaya a comprender el modo en el que piensa. En estos momentos tiene a Jett, que es una gran ayuda, pero Jett no va a estar a su lado para siempre. Además, no hay figura masculina en la vida de Noelle. Condición número cinco.

      –Cuatro.

      –Lo que sea. Mis padres son parte de mi vida del mismo modo que Jett y Aggie. Tendrás que aceptarlo.

      Justice la miró con desaprobación. Los ojos le ardían como si fueran de oro líquido.

      –¿Alguna otra condición?

      –No has accedido a la última.

      –¿Por qué no dejas que esa la discutamos en un futuro cercano?

      –Ni hablar. Si crees que voy a dejar a mis padres al margen de la vida de su única nieta, estás muy equivocado. Y antes de que decidas infringir de nuevo la condición número uno…

      –¡Maldita sea! ¡Demasiado tarde!

      –… te sugiero que te pongas en mi lugar. En el lugar de Noelle. Tú eres el que se marchó, Justice. Mis padres han estado a mi lado siempre. Tú no.

      –Solo porque no lo sabía.

      –Eres un hombre muy inteligente. Deberías haber considerado esa posibilidad y haberte asegurado. Al menos, deberías haberte puesto en contacto conmigo después de las primeras doce cartas.

      –Eso no es cierto. Yo habría… –se interrumpió y se dio la vuelta para mirar por la ventana–. ¿Alguna otra condición?

      –¿Accedes a la última?

      –Sí.

      Daisy se tomó un instante para pensar antes de proseguir.

      –Condición diez.

      –Cinco.

      –Tengo las otras en reserva. Necesito una habitación para que sea mi estudio. Debe tener ventanas –dijo, aunque no estaba segura de que lo utilizara. Su don para pintar no había regresado e íntimamente había empezado a cuestionarse si volvería a hacerlo. Ese pensamiento la aterrorizaba–. Ventanas grandes, si no te importa.

      Justice se encogió de hombros.

      –Puedes echar un vistazo y ver si algo te viene bien. Asegúrate de que está en esta planta o arriba. El sótano está prohibido para todo el mundo.

      –¿Es ahí donde vive tu tío?

      –Sí. Y también es donde está mi laboratorio.

      –¿Tú también tienes condiciones?

      –¿Acaso pensabas que tú ibas a ser la única?

      –Bien. ¿Cuáles son las tuyas?

      Justice se acercó a ella. La esfera no dejaba de dar vueltas entre sus dedos.

      –Una. Es tu responsabilidad evitar que nadie baje al sótano. Y eso te incluye a ti. Tenerte a ti y a Noelle aquí ya es demasiado para Pretorius. Dos personas más será extremadamente difícil para él. Necesita saber que está a salvo en su zona de la casa. ¿Ha quedado claro este punto?

      –Cristalino.

      –Dos –dijo. Un paso más–. Yo tengo una rutina, una rutina que no aceptaré que te interrumpa.

      –Venga ya, Justice. Estamos hablando de un bebé. Los bebés rompen con todas las rutinas. Es parte de su naturaleza.

      –En ese caso, espero que procures que las interrupciones sean las menos posibles.

      –Mira –le espetó ella colocándose las manos en las caderas–. Tú eres el que me pediste que la trajera aquí, ¿recuerdas? Si no puedes aceptar ciertas cosas, nos vamos.

      –Es demasiado tarde. Está a punto de nevar.

      –Estoy segura

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