E-Pack Jazmín B&B 1. Varias Autoras
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу E-Pack Jazmín B&B 1 - Varias Autoras страница 12
Yelena miró a Pam, que tenía la vista clavada en la taza de café vacía.
–Me encantaría ver tu invernadero –le dijo en tono decidido–, si tienes tiempo.
La otra mujer levantó la vista.
–¿Ahora?
–Claro –contestó Yelena sonriendo–. El trabajo puede esperar. Me encantan las plantas, aunque no tenga mano para ellas.
–¿Y eso?
–Siempre se me marchitan, por mucho empeño que ponga.
Pam le dedicó una sonrisa temblorosa, como agradeciéndole el cambio de conversación, pero la expresión de Alex siguió siendo indescifrable.
Yelena se levantó y entrelazó su brazo con el de la otra mujer, pero se sintió confundida al notar que esta… ¿se estremecía? La miró fijamente a los ojos, pero no vio nada en ellos, y se dijo a sí misma que no podía ser.
–¿Te veré en la cena, cariño? –le preguntó Pam a Alex.
Yelena no quería mirarlo, pero se obligó a hacerlo. Alex seguía sentado, en silencio, pensativo.
Él levantó la vista.
–Es probable que tenga que trabajar, pero ya te avisaré –luego, añadió–: ¿Y Chelsea?
Pam sacudió la cabeza.
–Lleva dos semanas enfadada. Estoy intentando dejarle algo de espacio, así que, por favor, no la agobies. Necesita –hizo una pausa, como midiendo sus palabras–… averiguar quién es y lo que quiere. Ya sabes cómo es, a esa edad.
–Sí.
Yelena no pudo evitar fijarse en el ceño fruncido de Alex. Luego ambas mujeres se marcharon.
Alex estaba haciendo números, solo con media cabeza puesta en la tarea, cuando Yelena entró en su despacho una hora más tarde.
–Tienes que contárselo a tu madre.
Él dejó la pluma Montblanc muy despacio encima de los papeles y se echó hacia atrás.
–¿Qué le has dicho?
–Nada –respondió ella, poniendo los brazos en jarras, sin saber que aquella postura realzaba todavía más sus curvas–, pero nunca he trabajado en una campaña sin tener el apoyo del cliente.
–Yo soy tu cliente.
Ella cambió de postura y Alex contuvo la respiración.
–Dime una cosa, si no hubiese sido por Pam y Chelsea, ¿me habrías contratado? –le preguntó.
«Si no hubiese sido por Carlos, ninguna de las dos estaría aquí», pensó él.
–No –respondió sin más, poniéndose de pie, cada vez más consciente de la atracción que sentía por Yelena–. ¿De qué habéis estado hablando?
–Bueno, pues me ha preguntado dónde trabajo, así que no creo que tarde en atar cabos –respondió ella, sacudiendo la cabeza.
Un mechón de pelo se le escapó de la coleta y Yelena se lo retiró de la cara con impaciencia.
–También tengo la sensación de que piensa que tú y yo… –hizo una pausa y se llevó la mano al colgante– tenemos una especie de aventura.
–Ya entiendo.
Alex salió de detrás del escritorio y ella volvió a cambiar de postura, como nerviosa.
Yelena nunca retrocedía cuando había una discusión, lo que quería decir que tenía que haber algo más. Alex se preguntó si tendría algún efecto sobre ella y sonrió satisfecho.
–Te avergüenza tener una relación amorosa con un sospechoso de asesinato –le dijo.
Yelena abrió mucho los ojos.
–¡No! ¿Cómo puedes pensar eso?
–Entonces, ¿cuál es el problema?
–Tienes que dejar de mentirle.
Él entrecerró los ojos.
–No le estoy mintiendo.
Ella resopló, molesta.
–Mentir por omisión sigue siendo mentir. Y ya me miente bastante mi her…
No terminó la frase, cerró corriendo la boca.
–¿Qué ha hecho Carlos? –inquirió Alex.
–Nada. Lleva meses sin decirme absolutamente nada. Y tu silencio con él tampoco va a solucionar el problema.
–¿Qué te hace pensar que hay un problema?
–No me trates como si fuese idiota, Alex. Hay un problema.
–Eso no es asunto tuyo –le dijo él.
–Tonterías. Esto no solo afectará a Sprint Travel y a la campaña. Además, es mi hermano, y tu socio.
Él la fulminó con la mirada.
–¿Y tu regla de no hacer preguntas personales? –le preguntó, cruzándose de brazos–. ¿O es que estás intentando provocar una discusión?
Le había dicho lo último en un tono sorprendentemente íntimo. Yelena notó un cosquilleo por todo el cuerpo y se le aceleró el corazón.
–Siempre te gustó una buena… –continuó.
–¡Alex!
–Pelea –terminó él sonriendo.
Estaban teniendo una conversación muy seria y él parecía… ¿divertido?
Furiosa, Yelena intentó controlarse.
–Tal vez me esté cansando de tus caras raras.
–¿De qué caras raras?
–Tan pronto me miras como si no me soportases, como me miras como si quisieras…
–¿Besarte?
Alex atravesó la habitación tan rápido que a Yelena no le dio tiempo a darse cuenta de lo que iba a hacer. Notó que la agarraba del brazo y se quedó inmóvil, sorprendida.
–No me toques –le dijo en tono frío.
–¿Por qué no?
Ella se ruborizó.
–Porque te estás comportando