Sangre olvidada. Natalia Hatt

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Sangre olvidada - Natalia Hatt Saga Sangre enamorada

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se olvidó por un rato de la misteriosa mujer que había invadido sus más profundos pensamientos, mientras la vampira y él desataban su pasión el uno con el otro. A pesar de ello, por dentro, sabía que ansiaba algo diferente, algo que esa vampira, por más bella que fuera, no podía darle.

      ***

      Alejandra se despertó con el aroma del café que Juliann estaba preparando en la cocina.

      «¡Mierda!», pensó, «me he quedado dormida».

      Miró la hora. Ya eran casi las siete. Saltó de la cama y fue a saludar a su marido con un dulce beso en la boca, mientras él ponía mermelada sobre unas rodajas de pan integral.

      —¿Por qué no me despertaste para preparar el desayuno? —preguntó.

      —Te oí levantarte en la noche y supuse que no habías dormido bien. No te preocupes, no llegarás tarde al trabajo.

      —Eso espero —contestó ella, tomando una taza de café que estaba posada sobre la mesa de la cocina.

      —¿Qué hacías en la sala anoche? —inquirió él.

      —Tuve un sueño interesante en el que estaba en el mundo de las hadas, donde había un lago azul, montañas, un cielo violeta estrellado y un bosque encantado lleno de criaturas luminosas que volaban. Allí me encontré con un hada que se llamaba Lilum. Ella parecía conocerme. Yo le pregunté sobre los nueve mundos de los cuadros y me habló sobre ellos.

      —¿Lilum? —preguntó él, luciendo pensativo— Pues ese nombre me resulta familiar.

      —No es un nombre que yo haya escuchado antes, cielo —dijo Ale, preguntándose por qué le resultaría familiar a él.

      —¿Cómo era esa hada? —quiso saber su marido, mordiendo una rodaja de pan con mermelada de fresa.

      —Tenía el pelo rojo, con rulos. Sus ojos eran de color violeta... similares a los tuyos —dijo ella, recordando que los ojos de su marido siempre le habían parecido extraordinarios—. Sus dedos eran más largos que los de un humano y sus orejas eran puntiagudas.

      —Interesante... —opinó él, todavía meditabundo.

      —¿Por qué te resulta tan relevante?

      —Porque... creo que también he soñado con ella.

      Alejandra posó su taza de café sobre la mesa y miró a su marido.

      —¿Qué? Eso es imposible. No podemos estar soñando los dos con alguien que no conocemos.

      —Ya lo sé —dijo él— y algo me dice que ella tiene cierto significado para mí. Solo que no sé bien cuál. Contame, ¿qué hiciste cuando te levantaste?

      —Pues había preguntado en un foro de Internet sobre los nueve mundos y miré allí cuando desperté. Un hombre llamado Kevin me había contestado. Me describió los nueve mundos de manera similar a la que empleó la muchacha en el sueño. Estoy realmente asombrada.

      —¿Estás segura de que nunca antes habías leído sobre ello?

      —Absolutamente. Ni siquiera me había interesado por todo lo que es metafísico. ¿Y sabés una cosa?

      —¿Qué?

      —Cuando estaba en el mundo de las hadas en mi sueño, podía sentirme como si finalmente hubiese encontrado mi hogar. Era un lugar realmente hermoso y yo sentía que pertenecía allí.

      —Creo haber soñado con ese lugar también —confesó Juliann—. Te contaría mis sueños, pero la verdad es que no los puedo recordar bien. Tal vez deberías hacer un cuadro sobre lo que has visto. Seguro sería una verdadera obra de arte.

      —Eso voy a hacer esta tarde, cielo —le dijo Alejandra, terminando su desayuno—. Sí, creo que voy a hacer un cuadro más grande que los que hago siempre. Va a estar espectacular.

      —Muy bien —le dijo él—. Esta noche seguimos conversando sobre este tema. Espero que te vaya bien en el trabajo.

      —Yo también —expresó ella y se levantó de la mesa para ir a vestirse.

      Un poco más tarde, llegó a su trabajo y se dispuso a ponerse a trabajar en los cuadros, teniendo en mente cómo los organizaría; mas su jefe había faltado, por alguna razón, y era el único que tenía acceso a la caja fuerte. Se limitó entonces a trabajar en la computadora, realizando descripciones detalladas de la colección y del profundo significado de los nueve mundos. Prepararía los volantes de distribución y diseñaría carteles para colocar en la entrada del museo, a fin de promocionar la futura exposición. Estaba muy entusiasmada y no podía ver la hora de tener esos nueve cuadros colgados sobre una misma pared. Sabía que sería realmente asombroso.

      Cuando volvió a casa, miró su buzón para ver si había llegado alguna correspondencia nueva. No había cartas ni facturas para pagar, pero sí dos invitaciones para ir a un bar que quedaba a unas diez cuadras de donde ella vivía. Esa noche tocaría una banda gótica. El sitio parecía interesante.

      A ella le encantaba la música gótica y dark, aunque ya no se vestía tanto de gótica como durante su adolescencia. Ahora usaba otros colores, más que nada desde que se había casado con Juliann. No sabía explicar bien por qué había cambiado esa parte de sí. Si le preguntaban, tal vez diría que era porque necesitaba un look diferente para trabajar. Como fuese, lo único que conservaba de esa etapa era el pelo negro, pero solo porque se había acostumbrado a él después de tantos años de estar tiñéndoselo cada tres semanas.

      Dejó las invitaciones sobre la mesa de la cocina cuando entró a su apartamento. Se preparó algo para almorzar y luego se sentó sobre el sofá con su laptop para revisar su correo y ver si Kevin había contestado su mensaje privado. Efectivamente, lo había hecho, y el mensaje de Kevin se leía así:

      Estimada Alejandra:

      Me ha parecido de lo más interesante el sueño que has tenido. Por lo visto, eres una protegida de las hadas, o algo por el estilo.

      Tengo la impresión de que hay algo que debes recordar, mi intuición me dice que es importante.

      No ando diciéndoselo a todo el mundo, pero soy psíquico y tengo un consultorio de consejería parapsicológica en Nueva Orleans. Tal vez podría ayudarte si vienes. No te preocupes por el dinero. Algo me dice que necesitas esa ayuda que puedo darte. Tus sueños son más que simples sueños y me gustaría ayudarte a encontrar su significado. Llámame por teléfono para acordar una cita.

      ¡Mucha luz! Kevin

      Alejandra leyó detenidamente el mensaje de Kevin y agendó su número telefónico. Sin embargo, dudaba en llamarlo. Siempre había pensado que quienes se hacían llamar psíquicos no eran más que un grupo de estafadores que se alimentaba de la ilusión y la fantasía de las personas.

      ¿Cómo saber que Kevin no era uno más de ellos? ¿Cómo comprobar que era genuino? Finalmente, decidió no comunicarse con él por el momento, aunque lo haría más adelante si lo creía necesario. Luego cerró su laptop y se preparó para dedicarse a crear su obra maestra.

      Juliann se sentía confundido. Se pasó el día pensando en el sueño de su esposa

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