Fantasmas del pasado. Marion Lennox

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Fantasmas del pasado - Marion Lennox Bianca

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tomar a Rose en sus brazos.

      Rose seguía durmiendo. Ella miró a la niña y sintió un amor tan grande dentro que estuvo a punto de emocionarse. ¡Y ese maldito canalla! Había hecho tanto daño…

      –Me iré ahora –dijo finalmente.

      Jock se quedó mirándola, visiblemente enfadado.

      –¿Quién se va a encargar del turno de noche? –preguntó él–. Su contrato es de tres meses, señorita Rafter.

      –No.

      –¿Qué significa eso?

      –Quiere decir que tengo problemas personales más importantes y que algunas veces los problemas personales son el motivo de que se incumplan los contratos. En este caso ningún abogado me puede obligar a que lo finalice. También significa que no esperaré ninguna amabilidad por su parte, Jock Blaxton. Ellen me dijo que me equivocaba con usted y que reaccionaría bien si descubría lo que estábamos haciendo. Fui una estúpida por hacerle caso.

      La muchacha tomó aire.

      –De manera que… Me llevaré ahora mismo a Rose a casa y cobraré el jueves. Significa que tendrán que trabajar más durante un par de días, hasta que encuentren a otra interina, pero me imagino que sobrevivirá, doctor Blaxton. ¡Incluso puede sentarle bien!

      Se giró sobre los talones y caminó hacia la puerta.

      Pero Jock se acercó rápidamente y puso una mano sobre su hombro.

      –Espere un minuto.

      –No voy a aguantar ninguna bronca suya, Jock Blaxton –declaró Tina, dándose la vuelta–. Ya ha hecho suficiente daño a esta pequeña. Fui idiota dejándola cerca de usted. Y ahora déjeme pasar.

      Los ojos de Jock se oscurecieron y la mano que tocaba el hombro de Tina se hizo más pesada.

      –No entiendo.

      –No. Esa es su especialidad.

      –Tina… –Jock se apresuró tras la muchacha, obligándola a que diera la vuelta y lo mirara.

      Detrás de ellos, la enfermera se asomó por la ventana de recepción.

      –Escuche, ¿le importaría contarme qué demonios está pasando aquí? –exigió él–. Descubro a mi personal cuidando de su hija ilegítima, hija de la que no nos habló al aceptar el trabajo, y ahora reacciona enfadándose como si fuéramos nosotros los que estamos equivocados. Usted siempre parece estar enfadada conmigo desde que nos conocimos. Y…

      Pero Tina no pudo seguir escuchando.

      –¿Mi hija ilegítima? ¿Mi…?

      –Pero ¿qué…?

      Pero Tina no podía hablar. Estaba fuera de sí. Levantó su mano libre y le abofeteó tan fuerte como pudo. Y luego le empujó para pasar, todavía con la pequeña Rose contra su pecho.

      Antes de que Jock pudiera recuperarse, Tina había desaparecido dentro del aparcamiento. Poco después oyó que arrancaba un coche y se quedó allí confuso, viéndolo desaparecer en la lejanía.

      Capítulo 2

      JOCK apenas tuvo tiempo para pensar en la extraña reacción de Tina durante el resto de aquella noche. Estuvo demasiado ocupado. Lo normal era que por la noche sólo se quedara un médico de guardia. Aquella noche le tocaba a Tina Rafter, que se había marchado, perdiendo su empleo, por lo que Jock tuvo que sustituirla, además de ejercer de obstetra cuando fue necesario.

      Y fue necesario. Después de atender a una anciana con un ataque de ansiedad debido a la incapacidad de conciliar el sueño, Jock tuvo que atender un parto. El parto fue, además, complicado y tuvo que utilizar el fórceps. De modo que a las siete de la mañana Jock estaba exhausto.

      A esa hora vio a Ellen, que ya se había cambiado, y se disponía a marcharse.

      La mujer miró a Jock con gesto recriminatorio. En los hospitales de las pequeñas ciudades el respeto de las enfermeras por los médicos se desdibuja. Y si a eso se añade que Ellen había tenido a Jock en sus rodillas cuando éste era un niño, el resultado era que ese respeto desaparecía por completo.

      En esos momentos era evidente que la enfermera Silverton estaba muy enfadada.

      –Doctor Blaxton, no había ninguna necesidad de que despidiera a la doctora Rafter. La enfermera jefe de guardia me dijo lo que había pasado. Me contó que usted había despedido a Tina sin dejarle que se explicara siquiera… Jock, si tu madre pudiera verte ahora, se avergonzaría de ti.

      Jock cerró los ojos. Se había pasado toda la noche del domingo atendiendo un parto. Toda la mañana del lunes en la consulta. La noche del lunes estaba a punto de acabar agotado. ¡No podía más!

      –Ellen, yo no despedí a Tina –dijo, con los dientes apretados–. Fue ella quien se marchó. Y por lo que a mí concierne, me alegro de que así sea.

      –Eso no es verdad.

      –Sí que lo es. Es frívola, flirtea con los pacientes, es impuntual, incompetente y espera que el hospital se ocupe de su hija ilegítima debido a que ella es tan irresponsable que no se puede ocupar de la niña. O una tacaña, que no quiere pagar la guardería. No tengo ni idea de dónde estará el padre, pero tampoco me sorprendería que no supiera siquiera quién es.

      Ellen se quedó mirándolo fijamente.

      –Y ahora, si has terminado, ocúpate de decir al señor Macky que vaya buscando una sustituta para la doctora Rafter antes de irte –dijo Jock, con voz cansada–. Necesito desayunar algo y tengo consulta a las ocho.

      –¿Te golpeó? –preguntó Ellen, que por fin pudo hablar. En la mejilla de Jock se podía ver la marca de cuatro dedos, pero en el tono de la mujer no había ninguna compasión–. Bárbara me dijo que ella te había golpeado. ¿Te dio fuerte?

      –Sí que lo hizo. Y debería denunciarla. De todas…

      Pero no pudo terminar. Ellen Silverton se adelantó y le dio una sonora bofetada en la otra mejilla.

      –De parte de tu madre. Y mía también. Y ahora si quieres despedirme, adelante. Soy demasiado mayor para estar complaciéndolo, doctor Blaxton. De todos los arrogantes y autoritarios… Deberías avergonzarte.

      –Debería…

      –Sí, deberías –Ellen le obligó a sentarse en una silla. Él, asombrado, cedió–. Siéntate, Jock, y cállate y escucha.

      –Pero…

      –Ni una palabra más hasta que acabe –Ellen estaba furiosa–. En primer lugar, Tina es una chica estupenda. Y no sabes por lo que ha tenido que pasar…

      –Yo no…

      –Silencio, doctor Blaxton. En segundo lugar, Rose Maiden no es la hija de Tina. Así que no es extraño que te abofeteara al acusarla de ser la irresponsable madre de una niña ilegítima. ¡Después de lo que está haciendo por ella!

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