GB84. David Peace

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GB84 - David  Peace Sensibles a las Letras

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Pone en marcha el Mercedes…

      Él también tiene tuercas que apretar. Distintas tuercas.

      Medianoche del miércoles al jueves. La cara oculta de la luna. Paran enfrente del bungaló de Vince. Las luces están apagadas…

      —Espera aquí —dice el Mecánico a Jen.

      Baja del coche. Recorre el camino de entrada. Llama al timbre. Golpea la puerta.

      —¿Quién es? —grita Vince desde dentro—. ¿Qué quieres?

      —Soy yo —dice el Mecánico—. Quiero hablar.

      Llaves giran. Cadenas caen. Vince Taylor abre la puerta…

      El Mecánico le enfoca la cara de lleno con la linterna. Vince levanta la mano…

      Vince lo sabe.

      —Dave —dice—. Guarda eso.

      —¡Vince! —grita su esposa al fondo del pasillo—. ¿Qué coño pasa?

      —Nada, cielo —contesta él—. Vuelve a dormir.

      El Mecánico baja la linterna.

      Vince se ciñe el cinturón de la bata. Mira por el camino de entrada.

      —¿Quién está en el coche contigo? —pregunta.

      —Jen.

      —Me cago en la puta —exclama Vince.

      El Mecánico asiente con la cabeza.

      —¿Schaub? —inquiere—. ¿Leslie?

      —Solo Leslie —dice Vince.

      —¿Schaub?

      —Quién coño sabe.

      —¿Y dónde está Leslie?

      —Tiene miedo, Dave.

      —Todos tenemos miedo, Vince —le dice el Mecánico—. A ver, ¿dónde está?

      —Dave…

      El Mecánico sacude la cabeza.

      —¿Dónde está? —vuelve a preguntarle.

      —Lo llaman Pequeña América —dice Vince—. Pero, Dave…

      —¿Dónde está eso, Vince?

      —En Atcham, en la carretera de Telford. Es un campo de aviación abandonado.

      —¿Qué hace allí?

      —Está escondido. ¿Qué crees que hace allí?

      El Mecánico consulta su reloj.

      —Ponte algo de ropa, Vince.

      Vince niega con la cabeza.

      —Dave… —dice Vince.

      El Mecánico agarra a Vince Taylor por la bata.

      —Que te pongas algo de ropa, coño —repite.

      Vince va a vestirse. Vince vuelve a salir. Vince se sienta en el asiento delantero…

      Y se van.

      Treinta minutos más tarde, Vince señala a la izquierda…

      El Mecánico apaga los faros. Sale de la carretera principal…

      Atraviesa un polígono industrial.

      Vince señala al frente.

      Hay una valla con una puerta y un viejo letrero de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. Un Escort rojo aparcado.

      El Mecánico para al lado del Escort. Apaga el motor.

      El Mecánico se vuelve hacia Vince en el asiento del pasajero.

      —Bueno, ¿dónde está Leslie? —pregunta.

      —Yo qué coño sé —dice Vince.

      El Mecánico agarra la cara gorda de Vince Taylor con la mano derecha. Estruja fuerte sus carrillos pálidos. Le hace girarse hacia el asiento trasero…

      —¿Sabes quién es esa? —pregunta el Mecánico a Vince.

      Vince asiente con la cabeza.

      —Es la mujer que amo —le dice el Mecánico—. Así que no hables así delante de ella.

      Vince asiente otra vez con la cabeza.

      El Mecánico empuja la cabeza de Vince contra la ventanilla lateral. Lo suelta.

      Vince se toca la cara.

      —Perdona, Dave —se disculpa.

      —Está bien —dice el Mecánico—. Vamos a buscar a Leslie.

      Los tres salen a la oscuridad. El frío y la lluvia.

      —¿Nos separamos? —pregunta Vince.

      El Mecánico enciende la linterna. Enfoca con ella la cara de Vince…

      Vince levanta otra vez la mano.

      —Vince —dice el Mecánico—. Separarse siempre es un error.

      Echan a andar hacia el campo de aviación y una vieja torre de control.

      Vince forma una bocina con las manos y se las lleva a la boca.

      —¡Leslie! —grita—. ¡Soy yo, Vince!

      Nada.

      —¡Leslie! Soy yo, Vince —vuelve a gritar—. Dave y Jen están aquí conmigo.

      —Allí —dice Jen. Señala una luz que se enciende y se apaga más adelante.

      Agitan las linternas hacia la señal. Se dirigen a la luz.

      Leslie se encuentra delante de un pequeño cobertizo. Está temblando. Cae de rodillas. Los mira…

      —Fue el gilipollas de Julius —explica sollozando—. Fue a guardar las putas bragas. Le dije que no lo hiciera, pero él creía que volverías a hacerle daño. Entró, y entonces ella llegó a casa. Fui a ayudarle, pero…

      Forman un semicírculo. Miran a Leslie.

      Él vuelve a alzar la vista…

      —Se le fue la olla.

      —¿Dónde están ahora, Leslie? —le pregunta el Mecánico.

      —No lo sé. Lo juro. En serio. No lo sé.

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