E-Pack HQN Susan Mallery 2. Susan Mallery
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–Deberías echar un vistazo a lo que están haciendo. La empresa constructora es Janack Construction.
–Sí, he oído hablar de ella –admitió Rafe.
Janack era una multinacional. Tenían proyectos impresionantes, como puentes flotantes en países en desarrollo y rascacielos en China. Era realmente significativo que estuvieran construyendo algo allí.
–Agradezco la información –le dijo.
–Podrías establecerte aquí, Rafe.
Era poco probable que lo hiciera, pero en vez de contestarle eso directamente, le deseó que disfrutara de un buen día y continuó avanzando hacia la serrería.
Rodeó el edificio, sacó el teléfono móvil y marcó un número de teléfono.
–Jefferson –ladró su amigo Dante.
–¿Tienes un mal día?
–¡Rafe! –Dante se echó a reír–. No, estaba esperando la llamada de otro abogado. Ya sabes que hay que transmitir una imagen de dureza. ¿Cómo va todo? ¿Has conseguido convencer a tu madre de que vuelva a disfrutar de la vida en la gran ciudad?
–Eso es imposible.
–Es una mujer muy decidida.
–Dímelo a mí. Y ya que estamos hablando de esto, cuéntame todo lo que sepas sobre el proyecto del casino y el hotel Lucky Lady.
Esperó mientras Dante buscaba información en el ordenador. Se produjo un segundo de silencio seguido por un largo silbido.
–Impresionante.
Le leyó las cifras, las habitaciones, el número de hectáreas y el coste aproximado del proyecto.
–Janack Construction lo tiene todo bajo control. No podemos intervenir de ninguna manera en el proyecto.
–Tampoco tenemos por qué hacerlo –pensó en la cantidad de tierra sin utilizar de la que disponía el rancho–. A lo mejor mi estancia aquí no es una completa pérdida de tiempo. El hotel y el casino necesitarán empleados. Es imposible que en Fool’s Gold haya alojamiento para todos ellos y allí es donde veo que podemos tener una oportunidad.
–Pondré a alguien con los preliminares –le dijo Dante–. Averiguaré la normativa de la zona, si alguien está pidiendo permisos para construir y ese tipo de cosas... –Dante se interrumpió–. Y esto también podría ayudarte en el juicio.
–¿De qué manera?
–Tu madre quiere que arregles el rancho. Invertir dinero en la casa y en las tierras podría colocarte en una posición de fuerza en el caso. Incluso si al final el juicio te es adverso, podrías apelar. Con un hotel y un casino de por medio, tienes muchas más razones para querer ganar.
Sí, porque aquel proyecto podía significar varios millones de beneficios, pensó Rafe. Y, en cuestiones de dinero, las cosas siempre le habían salido bien.
–Si consigues involucrarte en la comunicad, la jueza te mirará con buenos ojos –añadió Dante.
–No pienso involucrarme en nada.
–Tampoco te vas a morir por ello.
–Es posible –respondió Rafe–. Tenemos que ganar este caso, Dante. No voy a permitir que me gane una mujer que se dedica a criar cabras.
–Una mujer bastante atractiva, por cierto.
–Eso no me afecta.
–A lo mejor a mí me está afectando por los dos.
Rafe se echó a reír.
–No es tu tipo.
A Dante le gustaban las mujeres sofisticadas, arregladas y fáciles. Heidi podía tener muchas cualidades, pero ninguna de ellas encajaba con los intereses de Dante.
–¿La quieres reservar para ti? –preguntó Dante–. ¿Debería estar preocupado?
–¿Crees que me voy a enamorar de la cabrera y eso va a ablandarme?
–Bueno, dicho así... Tendrás un informe sobre el potencial de las tierras de tu madre para el final del día.
–Gracias.
Rafe colgó el teléfono y entró en la serrería. A los pocos segundos se acercó a él un hombre con un delantal y una chapa en la que ponía su nombre, Frank.
–¿Puedo ayudarle en algo? –le preguntó.
–Necesito unos quince kilómetros de cerca para reparar un establo.
Sacó del bolsillo de la camisa la lista con todo lo que iba a necesitar y se la tendió. Desde que se había enterado de la próxima apertura de un casino y un hotel, estaba más interesado en el proyecto de su madre.
–¿Conoce a alguien que pueda estar interesado en trabajar unos cuantos días?
Frank revisó la lista y soltó un largo silbido.
–Esto parece que va en serio. Muy bien, haremos el pedido. En cuanto a lo del trabajo, la mejor manera de conseguir trabajadores es a través de Ethan Hendrix. Es el propietario de la constructora más grande de la ciudad. Y también el de más confianza y experiencia. Construcciones Hendrix. Ahora mismo le daré una tarjeta.
Rafe siguió al hombre, sorteando en su camino a un adolescente con dos tablones al hombro. Le resultó curioso que le hubiera recomendado a Ethan Hendrix. Rafe recordaba tanto el nombre como el niño que era años atrás. Rafe y Ethan habían sido amigos, al igual que Josh Golden. Sabía que este último, antiguo ciclista profesional y ganador del Tour de Francia, se había establecido en Fool’s Gold, pero no sabía que Ethan continuaba allí.
Frank le condujo al patio de la serrería y le mostró las diferentes opciones que había para la cerca. Rafe tomó una decisión y eligió después la madera para el establo. Frank le enseñó después el material que tenían para el tejado y le aseguró que disponía de la cantidad que Rafe necesitaba. Justo cuando estaban dando por terminada la conversación, entraron dos enormes camiones, obligándolos a separarse.
–Esos tipos están trabajando para algo grande –comentó Rafe cuando estuvieron de nuevo en el interior del aserradero. Unos camiones tan grandes solo podían significar eso–. ¿Son trabajadores del casino y del hotel?
–¿Ya le ha llegado la noticia?
–Sí.
Frank sonrió.
–Hemos tenido mucha suerte. El constructor es de los que cree que hay que potenciar el negocio local. También han contratado a mucha gente del pueblo. ¿Está buscando trabajo?
Rafe negó con la cabeza.
–No, es simple curiosidad.
Pagó la madera y algunas cosas más y acordaron que se la llevarían al cabo