E-Pack HQN Sherryl Woods 3. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 3 - Sherryl Woods Pack

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el nudo que se le formó en la garganta antes de poder decir:

      –Lo siento.

      –A veces la echo de menos.

      –Es normal. Mi madre murió hace tiempo, y aún la echo de menos.

      –¿Alguna vez lloras?

      –Claro que sí, ¿y tú?

      –Sí, pero intento ser valiente porque sé que hablar de ella pone a papá muy, pero que muy triste.

      Emily tuvo ganas de abrazarlo con fuerza hasta que liberara todas las lágrimas que tenía contenidas, pero, como sabía que ella no era quién para hacer tal cosa, le dijo con voz suave:

      –Apuesto a que a tu papá le gustaría que hablaras de tu mamá siempre que tengas ganas de hacerlo. Aunque nos sintamos tristes al hablar de alguien, yo creo que siempre es reconfortante recordar a esa persona con alguien que también la quería.

      La expresión de B.J. se iluminó un poco.

      –¿De verdad lo crees?

      –Sí, de verdad. ¿Dónde está tu padre?

      –En su restaurante. Yo estaba aburrido, así que ha llamado a la señora Cora Jane para preguntarle si podía venir con Tommy.

      –¿Sabe ella que estás aquí conmigo?

      –No –se sonrojó al admitir avergonzado–: Me ha mandado a decirte que salgas y te pongas a trabajar.

      Emily se echó a reír, aunque tenía la sospecha de que su abuela había tenido motivos ulteriores para mandar al niño.

      –¿Ah, sí? ¿Qué te parece si no le decimos que se te ha olvidado darme su recado? Le explicaremos que te he pedido tu opinión de experto sobre el trabajo que estoy haciendo, así serás mi asesor.

      El niño la miró con los ojos como platos.

      –¿En serio?

      –En serio. Bueno, se acabó mi descanso. Será mejor que haga caso a mi abuela y salga a echar una mano.

      Después iba a tener una charla con ella, por enviarle a B.J. con el solo propósito de que estrecharan lazos. El plan había sido todo un éxito, y tenía la sensación de que iba a acabar por lamentarlo tarde o temprano.

      Boone había entrado en el Castle’s justo a tiempo de oír la conversación de su hijo con Emily. La sutileza y la ternura de esta última le tomaron por sorpresa, pero le dolió en el alma saber que B.J. tenía miedo a lastimarle.

      Salió del restaurante con sigilo antes de que se percataran de su presencia, y Cora Jane le miró sorprendida y le preguntó:

      –¿No están dentro?

      –Sí –le contestó él con rigidez.

      –Pareces enfadado.

      –No lo estoy.

      No estaba seguro de lo que estaba sintiendo, pero no era enfado. Quizás era un pánico ciego, porque había vuelto a ver algo que demostraba que su hijo estaba estrechando lazos con una mujer que al final acabaría marchándose y haciéndole daño. No había podido protegerle de muchos golpes de la vida, pero no esperaba tener que protegerle tan pronto de una nueva pérdida.

      –Me parece que será mejor que le mantenga alejado de aquí durante las próximas semanas –no sabía cómo iba a lograrlo sin que el niño se emberrinchara.

      –¿Por qué? –le preguntó Cora Jane, atónita.

      –Está encariñándose demasiado con Emily.

      –Yo creo que eso es algo positivo tanto para él como para ella.

      –Se marchará tarde o temprano. Yo sé de primera mano lo que es eso, lo que se siente, pero él es un niño. Ya ha perdido a su madre. ¿Qué pasa si le toma afecto a Emily y ella se larga?, ¿cómo va a encajar ese golpe?

      Cora Jane le miró con exasperación.

      –Ya sé que sientes cierto resquemor hacia Emily, pero ¿de verdad crees que sería tan cruel como para dejar que B.J. le tomara afecto antes de marcharse sin más? No tienes muy buena opinión de ella.

      –¿Y eso te extraña? Me dejó sin pensárselo dos veces.

      –Los dos sabemos por qué lo hizo –le recordó ella con tacto–. Le daba pánico que, con una mera palabra, lograras convencerla de que se quedara. Pero tú ni siquiera lo intentaste. Peor aún: en un abrir y cerrar de ojos, diste media vuelta y te casaste con Jenny.

      Boone frunció el ceño al notar cierto matiz acusador en su voz.

      –¿Crees de verdad que la ruptura fue culpa mía?

      Ella sonrió al verle tan indignado.

      –No, lo que creo es que ella rompió contigo y tu orgullo te impidió intentar arreglar las cosas.

      –Tú dejaste que se fuera porque la quieres, ¿qué tiene de distinto lo que hice yo? Me di cuenta de que no sería feliz aquí conmigo.

      –¿En serio? Tú podrías haberle ofrecido algo que no estaba en mis manos, el futuro que ella siempre ha querido en el fondo.

      –Cora Jane, me dejó muy claro que compartir su vida conmigo no era lo que quería para su futuro.

      –Puede que no lo fuera en aquel preciso momento, pero ella estaba enamorada de ti en aquel entonces y estoy convencida de que sigue estándolo ahora. Lo que pasa es que debe encontrar la forma de tenerlo todo, tiene que darse cuenta de que elegirte a ti no significaría sacrificar la carrera profesional que ansía. Esa es una lección que te da la madurez, y creo que ya está a punto de aprenderla.

      Boone la miró ceñudo, y afirmó con testarudez:

      –Es demasiado tarde. ¿Cómo es ese dicho…? El gato escaldado del agua fría huye, ¿no?

      –Ah, entonces ¿no crees en las segundas oportunidades? Pues me parece que a ti te dieron unas cuantas hace años. Acuérdate de aquella noche en que tuve que mandar a mi marido a buscarte a comisaría, cuando te pillaron intentando comprar cerveza con un carné falso y me llamaste a mí en vez de a tus padres.

      –Era un idiota –admitió, avergonzado.

      Ella no negó aquella afirmación, y se limitó a contestar:

      –Pero yo no te di la espalda, ¿verdad?

      –Porque eres una santa, o a lo mejor para poder echármelo en cara durante el resto de mi vida.

      –A lo mejor fue porque te quiero, y sé que tus defectos forman parte de ti.

      Él suspiró y la miró a los ojos.

      –Te entiendo, de verdad que sí, pero no puedo arriesgarme. No puedo poner en peligro mi corazón, y mucho menos el de mi hijo.

      No

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