E-Pack HQN Sherryl Woods 3. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 3 - Sherryl Woods Pack

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¿A que ha sido genial, papá?

      –Sí, una pasada.

      Boone no pudo ocultar su preocupación al verle ir al comedor, y Cora Jane le observó unos segundos en silencio antes de preguntar:

      –¿No vas con él?

      –No, Emily y él tienen que hablar de un par de cosas. ¿Os importa si me sirvo un café y me quedo haciéndoos compañía?

      –Me parece que estás evitando a mi nieta. ¿Por qué?, yo pensaba que habíais hecho las paces.

      –Y así es.

      Cora Jane esbozó una amplia sonrisa al oír aquello.

      –Cada vez te afecta más estar con ella, ¿verdad? ¿Su presencia te recuerda a lo que compartisteis en el pasado?

      –No hace falta que me lo recuerde, no se me había olvidado –le contestó él con impaciencia–. Fue ella la que lo echó todo por la borda.

      –Te da miedo que vuelva a hacerlo, sobre todo ahora que también están en juego los sentimientos de B.J. –Cora Jane lamentaba lo mal que su nieta había hecho las cosas en el pasado.

      –Sí, algo así. Por favor, ¿podríamos dejar de darle vueltas a este tema? Las cosas son como son, y punto.

      –No tienes por qué conformarte. Estoy convencida de que estás deseando darle una segunda oportunidad a Emily, ¿por qué no lo haces?

      –¿Acaso ha hecho ella lo más mínimo para indicar que quiere otra oportunidad? Porque yo no lo he visto.

      Jerry optó por intervenir por primera vez en la conversación.

      –No insistas, Cora Jane. Si no dejas que arreglen las cosas a su manera, vas a quedar atrapada en medio de los dos.

      –¡Ya lo estoy! Los quiero a los dos y sé que, lo quieran reconocer o no, cuando estaban juntos eran más felices que en el tiempo que han estado separados –miró a Boone a los ojos, y añadió–: No estoy menospreciando a Jenny, era una muchacha fantástica y una esposa maravillosa. Y bien sabe Dios que fue una madre increíble.

      –Sí, y eso es algo que no quiero olvidar jamás –le contestó él.

      Cora Jane observó a aquel muchacho que había sobrevivido al abandono de Emily. Se había casado de forma demasiado impulsiva y, por desgracia, la vida le había dado demasiados motivos para arrepentirse de aquella decisión. Ella creía saber por qué era tan renuente a pasar página y seguir adelante con su vida, al menos con Emily.

      –¿Piensas pasar el resto de tu vida haciendo penitencia por no haber podido amar lo suficiente a Jenny? –le preguntó, con voz suave–. La quisiste todo lo que pudiste, Boone. Fuiste un muy buen marido.

      –Sabes que eso no es cierto –protestó él con incredulidad.

      –Sí, sí que lo es. No olvides que yo vi cómo erais como pareja. A Jenny no le faltaba de nada, tuvisteis juntos un hijo maravilloso. Ella estaba radiante de felicidad.

      Era obvio que no había logrado convencerle, porque él insistió:

      –Nunca fui suyo por completo.

      –Por supuesto que no –dijo ella con impaciencia–. A lo largo de la vida, podemos enamorarnos una vez si tenemos muchísima suerte. Casi todo el mundo ama dos veces, o incluso más. El corazón tiene una capacidad ilimitada para amar. Parte del mío siempre pertenecerá a mi difunto esposo, que en paz descanse, pero eso no significa que lo que siento por Jerry no sea profundo y sincero.

      –Y yo no espero que se olvide de Caleb –apostilló Jerry–, por supuesto que sigue llevándolo en su corazón.

      Cora Jane le miró con agradecimiento por el apoyo antes de volverse de nuevo hacia Boone.

      –No creo que Jenny pretendiera que fueras a olvidar por completo a Emily. Ella sabía mejor que nadie lo que había supuesto para ti perder a mi nieta. Esa muchacha te amaba, y por eso te entendía mejor de lo que tú mismo crees.

      –Sentí que estaba siéndole infiel durante todos los días que duró nuestro matrimonio, porque nunca pude desprenderme del todo del pasado. Quería ser un buen marido, el marido que ella se merecía, pero fracasé una y otra vez.

      –Eso no es verdad, estás dejándote llevar por un sentimiento de culpa que no tiene sentido. Tú no hiciste nada malo, no intentaste buscar a mi nieta; que yo sepa, nunca hablasteis por teléfono ni mantuvisteis contacto alguno. Siempre fuiste fiel a tu compromiso con Jenny.

      –Eso díselo a sus padres. Ellos sabían lo que pasaba, su madre me lo echó en cara tras su muerte. Me dijo que había arruinado la vida de su hija, que yo era el culpable de su muerte, que Jenny no tenía nada que la impulsara a vivir.

      Cora Jane se quedó atónita al oír eso.

      –No me puedo creer que Jodie Palmer se atreviera a decirte algo así, y justo cuando acababas de perder a tu esposa.

      –Me dijo eso y mucho más –afirmó él. Jodie había amenazado con arrebatarle la custodia de B.J.

      –Y tú la creíste, ¿verdad? Ya te habías condenado tú mismo, así que te creíste las acusaciones de una madre enfadada que estaba sufriendo por la pérdida de su hija.

      –¿Cómo no iba a creerla?, sabía que estaba diciendo la verdad. Por mucho que me esforzara por ser un buen marido, no estuve a la altura.

      Cora Jane no podía permitir que siguiera creyendo semejante barbaridad, tenía que encontrar las palabras adecuadas para hacerle entender que la amargura de Jodie no estaba basada en la realidad.

      –¿Llegó Jenny a insinuar siquiera alguna vez que la habías defraudado?

      –No, pero es que ella era así. Quería a todo el mundo. Pasaba por alto los defectos de los demás, en especial los míos.

      –Por el amor de Dios, ¿cómo es posible que seas tan duro contigo mismo? Jenny era inteligente, ¿verdad?

      –Por supuesto que sí.

      –¿Y te eligió a ti como marido?

      –¿Adónde quieres llegar?

      –Dudo mucho que una mujer inteligente eligiera a un hombre que no le pareciera digno de su amor. Y no creo que aguantara ni por un segundo ser el segundo plato de nadie, no si esa persona le echara en cara que no era más que eso, un segundo plato.

      –¡Claro que no se lo eché en cara! –exclamó él, indignado.

      Cora Jane sonrió.

      –No, claro que no, justo a eso me refiero. Cuando decidiste comprometerte con esa muchacha, pusiste todo tu empeño en ser un buen marido, y eso bastó para que Jenny tuviera una sonrisa radiante en el rostro y el corazón lleno de felicidad. Ella era feliz, Boone. Apostaría mi vida a que lo era. Y esa felicidad se debía a ti –le miró con severidad al añadir–: No quiero volver a oírte decir ni una palabra que indique lo contrario.

      La

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