Las cadenas fisiológicas (Tomo V). Léopold Busquet

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Las cadenas fisiológicas (Tomo V) - Léopold Busquet

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es subvenir estos problemas técnicos. Pero, en caso de choque, un sistema autobloqueante complementario a la hoz y la tienda debe funcionar para evitar que el cerebro se aplaste, debido a su masa, contra las paredes óseas. Así pues, resulta necesario un sistema equivalente al airbag.

      

Figura 11 Hoz del cerebro-del cerebelo. Tienda del cerebelo: “cinturón de seguridad con tres puntos”.

       Figura 12 Tienda del cerebelo

       Figura 13 “Cinturón de seguridad”: movimientos de balanceo

       Figura 14 “Cinturón de seguridad”: movimientos de cabeceo

       Figura 15 “Cinturón de seguridad”: movimientos de cabeceo

      En un movimiento brusco o en un choque frontal, este cojín de aire asegura una buena amortiguación neumática. Enseguida se vio que la protección anterior debía ser completada con airbags laterales y airbags de techo, sin olvidar la necesidad del reposacabezas en caso de percusión trasera. Hubo que multiplicar el número de airbags para mejorar la protección, cualquiera que fuera la dirección del impacto.

      

Foto 6 “Airbag”

      De la misma manera, el encéfalo requiere un sistema amortiguador que se despliegue 360° cualquiera que sea la dirección del choque.

      

Figura 16 Airbag

      Las meninges y el líquido cefalorraquídeo forman un cojín líquido.

      Consideremos la posibilidad de que se produzcan heridas por la cohabitación íntima del cerebro con las paredes óseas de la cavidad craneana y de la médula con el conducto vertebral. Un sistema de suspensión hidráulico permite asegurar la estática, la protección y los deslizamientos controlados del conjunto cerebroespinal (fig. 17).

       Figura 17 Suspensión hidráulica del eje cerebroespinal

      La cadena neuromeníngea, integrada por las diferentes meninges, es la encargada de este problema.

      La duramadre y la aracnoides aseguran la relación con las paredes. En el interior de los ventrículos, entre la aracnoides y la piamadre, la suspensión la asegura el líquido cefalorraquídeo (LCR).

      Este sistema de suspensión tiene la ventaja de adherirse íntimamente a todos los contornos del eje cerebroespinal. En la cavidad craneana, la libertad de deslizamiento del encéfalo (en suspensión) es moderada. En el conducto vertebral, la estructura cerebroespinal se puede adaptar a los diferentes movimientos de la cabeza. Por ejemplo, durante la flexión-extensión de la columna cervical, la médula se ha de poder deslizar varios milímetros en el conducto vertebral sin rasgarse.

      Sin embargo, esta solución tiene un gran fallo: el líquido es incompresible. En caso de choque, transmite directamente las fuerzas. Para que el LCR sea amortiguador, hay que proyectar el escape de líquido. Hay que instalar una válvula de seguridad.

       Figura 18 LCR: sistema hidráulico

      En la cadena neuromeníngea, esta válvula existe, es el agujero de Magendie. Dicho agujero facilita la evacuación instantánea del LCR fuera del sistema ventricular, como lo haría una válvula de seguridad (fig. 18).

      Este funcionamiento permite comprender que un automovilista que ha tenido un accidente pueda afirmar en ese momento:“no me he hecho nada, no siento ninguna molestia”. Sin embargo, al día siguiente se encontrará magullado de la cabeza a los pies, con grandes dificultades para mover la cabeza y flexionar la columna.

      En caso de choque se produce una compresión, asociada a un aumento momentáneo de la presión del LCR en las envolturas meníngeas, antes de que el agujero de Magendie deje escapar el exceso de presión. Al día siguiente aparecen “agujetas meníngeas”, así como un gran cansancio.

      La cadena neuromeníngea se conecta a la altura de todos los agujeros intervertebrales (de conjunción) hasta el sacro y se continúa hasta el extremo de cada uno de los nervios periféricos. Si retiene puntos de fijación, tensión o lesión, el sujeto presentará neuralgias craneanas, faciales, cervicales, cérvico-braquiales, dorsales, intercostales, lumbares, ciáticas, etc. Las tensiones de la cadena neuromeníngea pueden causar también síntomas neurovegetativos y el agotamiento de la dinámica mental: melancolía, laxitud o depresión en los días que siguen al accidente. La fuga de LCR provoca la disminución de la presión de dicho líquido y la aparición, lógica, de una tendencia depresiva.

      Como el LCR se puede expulsar, hay que prever en este sistema hidráulico una fuente que lo renueve. Ése es el papel de los plexos coroideos en los ventrículos. Debido a la secreción permanente, cuando la presión del LCR supera la presión de referencia (homeostasia), el exceso sale de manera automática fuera del sistema meníngeo por el agujero de Magendie.

      Algunos experimentos han demostrado que, después de la inyección de colorante en el LCR, se encuentran trazas de estos pigmentos en todas las partes del cuerpo.

       ¿Qué sucede cuando el sistema hidráulico no funciona?

      • En caso de que la válvula de seguridad esté bloqueada, se evoluciona hacia el riesgo de hidrocefalia. Puesto que el LCR no sale, se produce un desarrollo anormal de la caja craneana con compresión cerebroespinal. En este caso hay que establecer lo antes posible una derivación.

      • En caso de que la secreción de LCR sea insuficiente, se produce una microcefalia. Las presiones internas no solicitan lo bastante las suturas en expansión. Tienden a soldarse.

      El agujero de Magendie tiene, pues, una función esencial; lo mismo ocurre con la dosificación de flujo del LCR. Estos dos elementos permiten regular de forma ingeniosa la circulación del LCR y resolver así eficazmente

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