Pack Bianca y Deseo enero 2021. Varias Autoras

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pasa nada. Steve me ha dicho que necesitabas esto para la reunión, así que iba a llevártelo.

      –Gracias –le respondió ella entre dientes, tomando la funda del ordenador.

      Comprobó que tenía dentro todo lo que necesitaba y añadió:

      –Hasta mañana.

      Sin esperar a que Logan respondiese, se dio la media vuelta y se marchó, maldiciéndolo por estar allí y por existir. A pesar de sus buenas intenciones, al parecer era incapaz de estar en el mismo lugar que Logan Parker sin sentir calor por todo el cuerpo. ¿Qué le pasaba? Estaba prometida e iba a casarse. Con un hombre idéntico al hombre del que acababa de huir como alma que llevase el diablo.

      ¿Idéntico?, le preguntó una vocecilla en su interior.

      Se le hizo un nudo en el estómago mientras reconocía que Keaton y Logan no se parecían tanto. Ella amaba a Keaton e iba a casarse con él. Era guapo, inteligente, en ocasiones, hasta ocurrente, cosas que le gustaban de él, pero no la atraía como Logan Parker. ¿Por qué no?

      Honor jugó con el anillo de compromiso de camino a la sala de reuniones y, una vez allí, tuvo que hacer un esfuerzo para centrarse. Aunque no lo consiguió hasta que no llegó el nuevo proveedor. Se dijo que algún día Keaton y ella dirigirían Richmond Developments juntos, como marido y mujer. Como Douglas y Nancy hacían. Eran muy parecidos. Tenían los mismos sueños y la misma manera de ver su futuro. Y todo eso no se le podía olvidar.

      Logan estaba trabajando frente al ordenador cuando entró Kristin en el despacho.

      –Ah, si estás aquí –le dijo–. Estaba buscando a Honor.

      –Va a estar toda la tarde reunida con un proveedor. ¿Quieres que le dé algún mensaje?

      –No, ya hablaré con ella luego –le respondió ella, intentando ver lo que había en la pantalla del ordenador de Logan sin ningún disimulo–. ¿Son las fotografías del nuevo proyecto?

      –Sí. Hemos estado hoy. Estoy trabajando en un plan para convencer a tu padre de salvar la mayoría de los edificios.

      –¿En serio? Ya sabes que aquí no hacemos eso. No es rentable.

      Logan se encogió de hombros.

      –Ya veremos.

      –Confía en mí. No dirijo el departamento financiero por diversión. No es posible recuperar los costes de renovar esos edificios tan deprisa como si los tiramos abajo y los construimos nuevos.

      Kristin se acercó más y se quedó allí, cruzada de brazos, con la misma actitud combativa del día anterior.

      –En ocasiones no se trata solo de ganar dinero –comentó Logan.

      Ella se echó a reír.

      –¿Estás seguro de que eres de nuestra familia?

      Logan no pudo evitarlo, rio también.

      –Sí, estoy seguro. Por cierto, ¿sabes si están ya los resultados de la prueba de ADN?

      –Supongo que ni siquiera el dinero de papá puede comprar eso. Tardarán un par de días más, aunque tengo la sensación de que él ya no necesita ninguna prueba.

      –¿Y tú?

      Kristin descruzó los brazos y se dejó caer en la silla que había enfrente de él.

      –Te pareces a mi hermano, pero no hablas como él.

      –Pero yo sé, aquí… –Logan se llevó la mano al corazón–, que soy tu hermano. Es muy extraño, ¿verdad?

      Ella frunció el ceño antes de responder.

      –¿Y qué ocurrirá si eres quien piensas ser? ¿Te quedarás en Seattle? ¿Buscarás un sitio en Richmond Developments?

      –Todavía no lo sé –admitió él–. En casa tengo un buen equipo que lleva mi empresa, pero siempre hace falta que alguien lo dirija. Al fin y al cabo, la idea inicial fue mía y odiaría que alguien la cambiase mientras estoy aquí.

      –¿Y has pensado alguna vez en dedicarte a la política? Porque no has respondido a mi pregunta.

      Él sonrió.

      –Es cierto. Si somos hermanos, debería serte sincero, ¿no?

      Suspiró.

      –Supongo que tengo la esperanza de hacerme un hueco aquí sin pisar a nadie. Sé que tanto Keaton como tú habéis trabajado en la empresa familiar desde que terminasteis la universidad y es probable que incluso antes.

      Kristin asintió.

      –¿Y?

      –Que yo no quiero ser el recién llegado que pasa por encima de los demás para conseguir lo que quiere. Dicho eso, debería haber formado parte de esta familia y de Richmond Developments toda mi vida. Quiero un lugar en mi familia.

      Kristin volvió a asentir.

      –Lo comprendo, pero hasta que tengamos los resultados de las pruebas de ADN, estás en el limbo, ¿no? ¿Y qué has hecho con tu negocio? ¿Estás de excedencia mientras estés aquí, has nombrado a un sustituto?

      –De momento, estaré tres meses de excedencia.

      Kristin ladeó la cabeza y lo miró muy seria.

      –Esto es muy importante para ti, ¿verdad? No se trata solo de encontrar a tu familia biológica, sino, más bien, de encontrar tu verdadera identidad.

      Logan, que no había sido consciente de lo tenso que estaba, se relajó ligeramente.

      –Eso es. Tenía que intentarlo. Pensé que en tres meses podría demostrar que pertenezco a esta familia y descubrir si encajo o no en ella. Si no, siempre tendré mi otra familia y mi trabajo en Nueva Zelanda. Tampoco planeo abandonarlos.

      Kristin asintió y lo miró con curiosidad.

      –¿Y qué le parece a tu familia de allí que hayas venido?

      Logan hizo girar un bolígrafo entre los dedos mientras pensaba su respuesta.

      –A algunas personas les preocupa que todo esto manche el nombre de mi madre, en especial, por el asunto del secuestro. No obstante, casi todos mis primos entienden el motivo por el que es tan importante para mí. No voy a darles la espalda. Siempre los querré y los respetaré. Mi abuela todavía vive y me ha dado su bendición. Seguimos considerándonos familia. Eso es todo.

      –Nuestros abuelos ya no viven –comentó Kristin–. Fallecieron antes de que yo naciese y Keaton era demasiado pequeño para recordarlos. ¿Piensas que tu abuela también nos aceptaría a nosotros?

      Logan sonrió de oreja a oreja.

      –Os recibiría con los brazos abiertos. Lo mismo que todos mis primos.

      –Papá y mamá son hijos únicos,

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