Una propuesta para Amy - El amor de mi vida - Mi vida contigo. Tessa Radley

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Una propuesta para Amy - El amor de mi vida - Mi vida contigo - Tessa Radley Ómnibus Deseo

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en quiebra.

      Amy desvió la mirada. Sabía que él tenía razón. Contempló el mar que tenía frente a ella. Estaba en calma. Escuchó el chillido de una gaviota siguiendo a otra a lo largo de la playa. Pero lo único que acudía a su mente era la expresión de indiferencia del director del banco cuando había ido a presentarle su proyecto para abrir un pequeño hostal con el que aliviar las cargas financieras de su padre. El director no le había concedido el préstamo. Le había dicho que se trataba de un negocio poco fiable que necesitaba un avalista que garantizase la inversión.

      Entonces Heath se había presentado en el banco con una oferta de compra de Chosen Valley.

      –Sabía que no atravesaba una buena situación económica, pero no pensé que fuera tan mala –dijo ella finalmente.

      –Pensaste que me aproveché de ello comprándola a precio de saldo, ¿verdad? –exclamó él, arqueando las cejas–. Pues debes saber que pagué por ella más de lo que valía.

      –Si hubiera sucedido ahora, habría podido ayudar a mi padre. He aprendido muchas cosas del negocio desde que trabajo en Saxon´s Folly. Gracias a ti, Heath.

      –No quiero tu gratitud –replicó él, apretando los puños por detrás de la espalda.

      –Lo siento –dijo ella en voz baja.

      –Amy, no es contigo con quien estoy enfadado, sino conmigo mismo.

      –¿Por qué? Tienes todo lo que cualquiera desearía.

      –Causé muchos problemas cuando era joven. Apenas tengo ahora relación con mi padre y sé que eso le hace sufrir a mi madre. Tampoco le demostré ningún afecto a Rafaelo. Pensé que todo era una farsa. Nunca lo reconocí como hermano.

      –Podría haber sido un impostor.

      –Gracias –dijo él, exhibiendo un atisbo de su diabólica sonrisa–. También fui siempre demasiado crítico con Roland.

      Amy siguió con la mirada puesta en el Pacífico mientras Heath desgranaba el catálogo de sus pecados.

      –Tal vez se lo merecía.

      –Por eso, necesitas casarte conmigo. Cuando me fui de casa y compré Chosen Valley, mi padre se puso furioso. Me dijo una cosas terribles. Entre ellas, que nunca me perdonaría haber entrado en competencia con él y que no se me ocurriera volver nunca por Saxon´s Folly.

      –Pero volviste.

      –Por Caitlyn, no porque él me lo pidiera. Y porque Joshua le convenció de que era lo más sensato de momento.

      –¿Piensas quedarte?

      –Sí. Después de todo lo que ha pasado estos últimos meses, sé que no hay nada seguro en la vida. Quiero cerrar la brecha que tengo abierta con mi padre.

      –Lo comprendo. ¿Significa eso que vas a vender Chosen Valley?

      Él negó con la cabeza.

      –Chosen Valley es ahora mi casa. Puedo trabajar como enólogo en ambos viñedos.

      –¿No habrá un conflicto de intereses?

      –No, cada viña cultiva una variedad diferente de uva. Yo me estoy centrando más en la cabernet sauvignon. Pero necesito que me ayudes a convencer a mi padre de que he vuelto con intención de quedarme. Mis padres te adoran. Eres su ahijada favorita. Y eso que tienen varias.

      Ella sonrió abiertamente. Parecía estar recobrando su alegría natural.

      –Es solo porque Kay y mi madre fueron siempre muy amigas. Y además porque, de niña, vivía muy cerca de vuestra casa y me veían a todas horas.

      –No es solo eso. Tú eres parte de la familia.

      –No sabes lo que me agrada oírte eso. Pero me preocupa lo que puedan pensar de mí cuando sepan que…

      –¿Te acostaste con Roland antes de la boda?

      Ella bajó la cabeza y su sonrisa se desvaneció.

      –Vamos, Amy, con todas las cosas que han salido a relucir últimamente en mi familia, no creo que nadie esté en situación de tirar la primera piedra. Además, ya sabes lo mucho que te quieren mis padres.

      La forma tan enternecedora con que Heath la miraba le hacía sentirse la mujer más adorada del mundo. ¿Cómo no se había dado cuenta hasta ahora de lo atractivo que era Heath?

      Tal vez porque había estado comprometida con Roland. O porque siempre había tenido a Heath por un chico malo. O tal vez porque había estado demasiado ciega.

      Sintió calor en las mejillas, amenazando extenderse por todo su cuerpo.

      «¡Basta, Amy!», le dijo una voz interior. «¡Esto es una locura!».

      –Yo también quiero mucho a tus padres. Sería muy triste que decidieran separarse.

      –Si te casaras conmigo, tal vez la llegada de su nieto les ayudara a reconciliarse.

      –Pero se preguntarían por qué motivo querrías casarte conmigo. Pensarían incluso que el bebé podría ser tuyo. No. No podría soportarlo. Sería una gran humillación para mí.

      –Si eso es lo que te preocupa, les dejaré bien claro que el bebé es de Roland, no mío –dijo él con aire sombrío.

      –¿Harías eso por mí?

      Él asintió con la cabeza.

      –No me gustaría que pudieran pensar que traicioné a Roland –añadió ella.

      –Nadie podría pensar una cosa así de ti, Amy. Siempre has hecho lo correcto en la vida. ¿Quién podría creer que te hubieras acostado con el hermano de tu prometido?

      Amy vio la tensión con que él pronunciaba esas palabras. Se levantó del banco bruscamente.

      –Solo quiero hacer lo que sea mejor para mi bebé.

      –Casarte conmigo es lo mejor que puedes hacer por tu bebé, Amy –dijo Heath levantándose también del banco–. Ya lo verás. Todo el mundo estará encantado de saber que estás embarazada. Tómate todo el tiempo que quieras, pero recuerda, este bebé es un Saxon, y Roland estaba orgulloso de ser un Saxon.

      Heath veía en aquel matrimonio la oportunidad de reconciliarse con su familia. Daría a sus padres la ocasión de olvidar sus diferencias y mitigar el dolor por la pérdida de su hijo con la llegada de su primer nieto.

      En cuanto a ella, podría tener a su bebé. Un bebé que crecería en Chosen Valley, en la casa donde ella había nacido. Todo era perfecto. Excepto que entre Heath y ella no habría amor.

      Capítulo Cuatro

      Casarse con Heath o marcharse a Auckland. Era una decisión difícil.

      Amy miró la mesa del enorme salón comedor de los Saxon y sintió acrecentar

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