Depósito de sufrimiento. Miguel Quintana
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MIGUEL QUINTANA
DEPÓSITO
DE
SUFRIMIENTO
¿Cómo es vivir con ansiedad y depresión?
Editorial Autores de Argentina
Quintana, Miguel
Depósito de sufrimiento : ¿Cómo es vivir con ansiedad y depresión? / Miguel Quintana.- 1a ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.
Libro digital, EPUB
ISBN 978-987-87-1409-7
Archivo Digital: online
1. Ansiedad. 2. Depresión. I. Título.
CDD 152.46
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: [email protected]
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Contacto con el autor
Mail: [email protected]
Para los que están.
Para los que ya enfrentaron sus miedos más altos y,
para aquellos que se callaron por años y se suicidaron.
Para todos lo que están en el mismo viaje de la ansiedad,
para sumar más fuerzas para éste enemigo silencioso
que habita en el alma y en los pensamientos.
Bienvenidos.
Depósito de sufrimiento
Tal vez uno está sufriendo un aislamiento,
pero no un aislamiento por una pandemia o por un virus,
tal vez uno esté sufriendo por depresión.
Es una desesperación
de estar acorralado y atrapado
Sin tener siquiera
la oportunidad de escapar
Porque no hay lugar adónde huir
Lo único que uno puede hacer
es quedarse ahí:
Raro, impotente
y a la merced de la ansiedad.
INTRODUCCIÓN
La ansiedad ya forma parte de cada día.
Sentimos un vértigo interno, nos aterra y nos incapacita. Perdemos la estabilidad y no vale ninguna explicación.
Nos quedamos inmóviles porque sentimos que no hay escapatoria ni dirección hacia dónde ir.
Palpitaciones, sensación de taquicardia, falta de aire, tienes una opresión en el pecho y empiezas a sudar. Sientes ganas de vomitar y tienes un dolor gigantesco en las tripas, sientes la sensación de que todo se va a caer, te sientes marear.
Cuesta la hora de poder relajarse y poder respirar.
Buscamos infinitos recursos para sobrellevarlo y poder estar bien.
Sentimos que somos rehenes de nuestros miedos, nos agobiamos y no podemos afrontar nuestra realidad, sobre todo cuando la percibimos como una amenaza.
La puerta de la conciencia pareciera estar dormida y los síntomas son cada vez más violentos, más súbitos, más intensos. Y producen mucho malestar. Al principio parece que uno puede controlarse pero cada vez son más los ataques. Pueden aparecer sin motivo alguno, mientras que otras veces son provocados por circunstancias como el propio miedo y la preocupación de haber pasado por una situación similar y temer que vuelva a ocurrir: esos sentimientos pueden desencadenar un nuevo ataque.
Evitamos todo aquello que nos provoca daño emocional e incluso evadimos a las personas que nos podrían lastimar con sus comentarios, por su falta de empatía y por minimizar nuestros sentimientos o porque no queremos que nos etiqueten de locos u exagerados.
Poco a poco dejamos lo que solíamos hacer. Nuestros pensamientos van a cien. Sientes que tu fuerzas van debilitándose cada vez más. Estás en un modo no presente. No duermes de noche. Tienes apetito voraz. Vives tensionado, contracturado, inquieto, con una inmensa tempestad y con un vacío extraño dentro tuyo. Te fulminas entre las pequeñas cosas insignificantes. Desapareces calladamente y vives cada vez más en silencio, vives cada vez más en soledad.
El cuerpo se expresa a través de dolores y otros síntomas, y aunque intentemos ocultarlo, tarde o temprano salen a manifestarse como un recurso de liberación, de mecanismo de defensa y de refugio.
Buscamos refugio en la razón, pero cuanta más razones creemos tener, más lejos se encuentra la explicación de la verdadera causa del malestar.
Es así que al vivir en una sociedad llena de exigencias sociales y presiones constantes decidimos ocultarnos poco a poco, con esa incertidumbre que nos conlleva el día a día. Los ataques de pánicos pueden llegar a ser debilitantes, se vuelven más significativos y comienzan a interferir con la vida de uno mismo, se apoderan de vos.
Esta circunstancia produce un miedo que se expresa en el cuerpo con un difuso, aunque muy incómodo, estado de inquietud física cuyo origen no es consciente y que en general suele llamarse <<Ansiedad>>.
La función de la ansiedad es movilizar al organismo, mantenerlo alerta y dispuesto para intervenir frente a los riesgos y amenazas de forma