La túnica inconsutil. Santiago Arellano Hernández
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los sordos oyen, los lisiados andan
la lepra huye de cuerpos desastrados
tiemblan despavoridos los demonios
al oír del perdón de los pecados,
se iluminan las sombras y tinieblas
por este Sol que baja de lo alto
túnica y turbante y manto de profeta
nunca en afectación engalanado.
No te vestí con pieles de camello.
Cetro fue tu cayado, gallardo el manto.
Con la ropa talar de los humildes,
un buen pastor y nunca un mercenario.
Nunca los valles oyeron voz tan bella
ni atónitos quedaron los collados:
es de los pobres el reino y la riqueza,
no son los ricos los bienaventurados
los limpios de corazón verán la gloria
los que ahora lloran serán los consolados
la mansedumbre heredará la tierra
y la pondrá al servicio del hermano.
Los justos hallarán su recompensa:
los que aman la justicia: serán hartos.
Benditos son los misericordiosos
la paz arrullará en sus descansos
los perseguidos serán los escogidos.
Hijos de Dios serán siempre llamados.
No temáis los insultos por mi causa
que el reino del amor ha comenzado
los hambrientos se saciarán de bienes
de desazón los ricos hastiados.
Es la Fuerza que libra del temor.
Por los santos profetas anunciado
vuelve la humanidad a la esperanza
a la paz de unos cielos recobrados.
Voz del Maestro que enseña en Galilea.
La buena nueva del amor sagrado
revela a un Padre que añora nuestra ausencia.
Y el retorno del hijo extraviado.
Es la Palabra que cumple la promesa.
Un Profeta en tiempos anunciado.
La Historia del Señor entra en el mundo
la plenitud del tiempo ha comenzado.
María sigue al Hijo, siempre oculta,
siempre atenta a todos sus cuidados,
busca cobijo, dispone el alimento,
se encarga del vestir y del descanso
acompaña a su Hijo y hace posible
que el Evangelio extienda su legado
solo el amor tiene por recompensa
y dar amor al Hijo en amor dado
calladamente en su humildad sublime
sirve al Señor y sirve a su Reinado
«Padre nuestro» recita conmovida,
el Shemá que Jesús les ha enseñado
III
Subir a Jerusalén
Lo desveló en Cesárea de Filipo.
Desde el principio su Madre lo sabía.
Aquella espada que anunció el anciano
dejó en desvelo siempre su alma ungida.
Ha venido a ofrecerse en sacrificio
restaurar la alianza destruida
rescatar a los hombres de la muerte.
Y en la verdad, huir de la mentira.
Esto enseña Jesús con voz de Hombre
y lo confirma un Dios crucificado.
No anuncia ni ensueños ni embelesos
ni delirios de bien siempre anhelados
no palabras aladas como el viento
ni promesas a expensas de los años
no con abracadabras seductoras
ni con susurros dulces, hechizados
hizo real el reino para el hombre.
El sí son obras de un cielo recobrado.
El fíat sumió a Dios en carne humana
y desveló el camino necesario
para vivir aquí comprometidos
en un quehacer diario esperanzado
que hace del sufrimiento y de la muerte
cuota segura del cielo conquistado.
Adorador
«¡Sube a Jerusalén! Oh Jesús mío
no escuches el consejo envenenado
de quien llama locura ir a la muerte
y necedad morir vilipendiado».
Mundo
¿No es suficiente predicar el reino?
¿Por qué mostrar el pecho traspasado?
Cristo
El mismo Pedro razona humanamente
y a Satanás escucha malhadado.
No piensas como Dios sino como hombre.
Adorador
Gracias