De uno a cuatro. Paulien Bom

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De uno a cuatro - Paulien Bom Colección Vivir con niños

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los niños tantean, palpan y sostienen pequeños objetos entre el pulgar y el índice. Poco a poco aprenden a apilar las piezas de un juego de construcción, a comer con cuchara y tenedor, a beber solos de un vaso y a desatar cordones o desabrochar un botón.

      Hacia el cuarto año la motricidad fina se ha desarrollado tanto que ya son capaces de vestirse solos o de ensamblar las piezas de un tren de juguete.

      Un momento de reflexión

      EL APRENDIZAJE DEL MOVIMIENTO EN LOS NIÑOS TAMBIÉN SE PUEDE VER COMO UN APRENDER A ENTENDER LA FUERZA DE LA GRAVEDAD. Aprenden a erguirse en dirección contraria a esta fuerza. Para ejecutar correctamente sus movimientos, todos sus sentidos tienen que cooperar de forma bien coordinada. En el adulto ese tipo de colaboración está tan desarrollada que ya no piensa que en que en cada movimiento ejecutado se hallan implicados varios sentidos. Al ver con el rabillo del ojo el umbral de la puerta, levantará inmediatamente el pie para no tropezar. Correr y sostener al mismo tiempo algo en la mano, correr y mirar hacia atrás, o darle una patada a una pelota sin caer al suelo, son destrezas evidentes para el adulto, pero un niño las aprende con grandes esfuerzos y después de practicar mucho.

      EL DESARROLLO DEL HABLA

      Habitualmente el desarrollo del habla inicia su plena actividad entre el primer y el segundo año. Durante el primer año los padres pueden haber “preparado el terreno” hablando con su hijo y cantándole canciones.

      1ª fase

      El primer año de vida se denomina algunas veces período rítmico-musical porque, durante este tiempo, los niños sienten más interés por los elementos musicales, melódicos y rítmicos del lenguaje que por el significado de las palabras. Después de esta fase sigue existiendo esa afinidad, pero, además, los niños desarrollan un interés más verbal: entienden y aprenden a utilizar muchas palabras.

      En todo el planeta los niños de pecho comparten un lenguaje idéntico, lo que los adultos denominamos balbucear. Solo más tarde adoptan la lengua materna y el balbucear se especializa, es decir, se mantienen solamente los sonidos que constituyen el fundamento de la lengua materna.

      Las primeras palabras que aprenden los niños hacen referencia a las personas, a los objetos y a las acciones de su entorno inmediato, como “papá”, “mamá”, “guau”, “miau“, etc. Al principio las pronuncian de forma totalmente ininteligible, y a menudo solo son capaces de entenderlas quienes siempre están con ellos. Poco a poco aumenta su vocabulario y pueden expresarse con palabras comprensibles.

      Generalmente, a la aparición de esa capacidad de expresión le precede un período durante el cual, aunque los niños quieran expresarse con palabras, no lo consiguen. Ese es quizá uno de los motivos por los que tienen fases transitorias en las que están impacientes y refunfuñones, hasta que finalmente logran armonizar mejor el querer y el poder.

      El desarrollo de los niños durante la primera infancia

      La lengua, espejo del desarrollo del pensar

      LAS PALABRAS QUE EMPLEAN LOS NIÑOS NOS PERMITEN HACERNOS UNA IMAGEN DE LO QUE ENTIENDEN DEL MUNDO.

      Primero descubren que todo objeto tiene un nombre. En esta fase utilizan solamente sustantivos, de ese modo nos muestran que viven con las cosas que ven, es decir que “son”. Cuando los niños empiezan a utilizar verbos demuestran que comprenden lo activo, lo que está en formación, lo que deviene. Por primera vez se despierta en ellos una idea de lo que es el tiempo. Cuando a los verbos les siguen los adjetivos como “bonito”, “grande”, “pesado”, etc., manifiestan que se están ocupando de los matices y de las cualidades de las cosas.

      Durante el tercer año, los niños empiezan a emplear el “Yo” para referirse a sí mismos, a diferenciar entre “yo” y “tú”, “mío” y “tuyo”, y a utilizar pronombres. Entonces podemos deducir que ya sienten a las otras personas como seres autónomos, distintos de ellos, con su propia existencia. Además, cada vez con mayor frecuencia, incorporan a su lengua los llamados conceptos abstractos, como “ayer” y “mañana”, “primero” y “después”.

      illustration ALGUNOS CONSEJOS PARA FOMENTAR EL DESARROLLO DEL HABLA illustration

      * Para aprender una lengua, lo más importante es tener un buen modelo. Es muy efectivo que el adulto acompañe con palabras todo lo que hace, de ese modo transmite al niño con el lenguaje lo que el niño ve y vive. Si se habitúa a hacerlo y lo hace con ganas, el adulto ayudará sin darse cuenta a que el niño pronuncie correctamente las palabras que quiere aprender. Por el contrario, si le habla en un lenguaje infantil y lleno de diminutivos, el niño empezará de forma instintiva a rebelarse.

      * Un niño se podrá expresar mejor y establecer mayor comunicación verbal con otras personas, cuando experimente que realmente se le está escuchando, incluso aunque se embrolle con las palabras o se enrede al construir una frase. A menudo, solo por sus gestos ya sabemos lo que nos quieren decir. El arte de educar consiste ahora en esperar pacientemente hasta que también ellos sean capaces de encontrar, por sí solos, la expresión verbal de lo que quieren decirnos. Del mismo modo, es importante que durante la infancia practiquen el escuchar a otra persona atentamente. Los ruidos de fondo constantes de la radio, disco compacto o de la televisión entorpecen ese proceso, porque los niños se acostumbran desde pequeños a seguir parloteando y hablando en voz alta, aunque haya alguien hablando al lado suyo.

      * “Corrección suave”. Cuando los niños pronuncian mal algunas palabras o no construyen bien algunas frases, les servirá de ayuda que repitamos otra vez lo que han dicho de forma clara, pero sin excesivo énfasis. Los niños aprenden a hablar con mayor facilidad en un entorno en el que se sienten seguros. También son muy sensibles a cómo reaccionan los adultos ante sus intentos de hablar.

      * Los niños pequeños poseen un sentido muy marcado del elemento musical del lenguaje y adoptan sobre todo la entonación con la que se dice algo. A los niños les encantan los dichos y las rimas, puesto que en ellos el elemento melódico está mucho más marcado que en el lenguaje coloquial.

      2ª fase

      Tras la fase de las palabras sueltas, es decir, hacia finales del segundo año, los niños empiezan a hablar con frases cortas y entran en un nuevo ámbito de la lengua. La formación de frases está relacionada con estructuras de la lengua que se hallan reflejadas en un gran número de reglas gramaticales. Aunque un niño no es directamente consciente de esas reglas, gracias al buen ejemplo y a sus propias pruebas y experimentos, poco a poco adquiere una sensibilidad y un sentido de las mismas. El buen dominio de la lengua materna y un buen vocabulario son los requisitos más importantes para una facultad de comprensión bien diferenciada y para la adquisición de un pensar rico en matices.

      EL DESARROLLO DE LA FACULTAD DE PENSAR

      Los primeros aspectos que debe desarrollar un niño en su camino hacia la facultad de pensar son la percepción y el reconocimiento. Al final del primer año ha logrado ya grandes progresos en ese sentido.

      Podemos decir que a través de la percepción una parte del mundo exterior entra en el mundo interior del niño. Así, desde pequeños, los niños adoptan con todos sus sentidos muchísimas percepciones que se convertirán

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