La cuestión del estado en el pensamiento social crítico latinoamericano. Juan Camilo Arias

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La cuestión del estado en el pensamiento social crítico latinoamericano - Juan Camilo Arias

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desgarra y atraviesa el Estado, en un único movimiento, a su vez, este conforma lo social. Así, en los aparatos estatales no solo se materializa la violencia represiva como garante última de la dominación, sino que, a la vez, toman cuerpo las respuestas del capital a las demandas activas del polo del trabajo. Tales respuestas, expresadas en normas, instituciones y políticas, no constituyen meras concesiones calculadas astutamente por el capital para perpetuarse, sino que son conquistas acumuladas por largos procesos históricos de luchas sociales. Como tales, suelen implicar logros —tan parciales y mediatizados como concretos y tangibles— en las condiciones de vida de las clases subalternas. Al mismo tiempo, tales conquistas institucionalizadas son portadoras del efecto “fetichizador” (aparecer como lo que no son) de volver aceptable la dominación del capital, mediante la construcción del andamiaje material e ideológico que amalgama a la sociedad capitalista y la legitima. Es decir, la misma institución que puede beneficiar en las condiciones de vida presentes se convierte en soporte de la legitimación del capital para afirmar su dominio en el largo plazo. De modo que, en un mismo movimiento, en un solo proceso contradictorio, la lucha de los pueblos por obturar el orden capitalista y trascenderlo se imbrica con aquello que puede producir efectos que terminen reforzando la integración al sistema.

      El Estado es una forma y también un lugar-momento de la lucha de clases cuyo rasgo esencial, que lo define como capitalista, es reproducir a la sociedad qua capitalista. Pero las formas de producción y reproducción capitalista y de entrelazamiento con el mercado mundial son diversas en los distintos espacios territoriales en los que encarnan, no son inmutables y llevan en sus entrañas la fuerza del polo del trabajo, que con su resistencia puede imponerle límites y definirle contornos a la lógica reproductiva del capital. Además, tales formas están doblemente condicionadas: por una parte, por los ciclos de acumulación a escala global, que determinan bienes y servicios de mayor o menor relevancia, según el ciclo histórico y, por la otra, por la composición de las clases fundamentales que operan en el espacio nacional y conforman las estructuras de producción y reproducción, también variables según el ciclo histórico. Es a partir de las determinaciones múltiples y contradictorias que se establecen las diversas “maneras de ser” capitalista de los Estados nacionales, con sus rasgos peculiares de estructuración interna de la dominación. Aquí es donde se plantearon históricamente las diferencias constitutivas entre los Estados del capitalismo central y la periferia subordinada y donde, tanto antes como en la actualidad, cobran sentido los análisis particulares de los espacios estatales nacionales y regionales. La identificación de los rasgos capitalistas nodales, genéricos y específicos, que connotan las realidades estatales territorialmente delimitadas en nuestra región, es lo que habilita su comprensión y, eventualmente, su transformación. La clásica interrogación acerca de la especificidad de los Estados en América Latina se inscribe en esta perspectiva, que es abordada en varios trabajos de este volumen.

      Un autor muy citado en las páginas de este libro, René Zavaleta Mercado, acuñó dos conceptos para determinar lo específico y lo general capitalista en cada sociedad de América Latina: “forma primordial” y “determinación dependiente”, como pares contrarios y combinables que remiten a la dialéctica entre la lógica del lugar (las peculiaridades de cada sociedad) y la unidad del mundo (lo comparable a escala planetaria). La noción de “forma primordial” permite dar cuenta de la ecuación existente entre Estado y sociedad dentro de un territorio dado y en el marco de una historia local, porque define “el grado en que la sociedad existe hacia el Estado y lo inverso, pero también las formas de su separación o extrañamiento” (Zavaleta, 1990). La noción de “determinación dependiente”, por su parte, refiere al conjunto de condicionamientos externos que ponen un límite (o margen de maniobra) a los procesos de configuración de carácter endógeno. Según Zavaleta, “cada sociedad, incluso la más débil y aislada, tiene siempre un margen de autodeterminación; pero no lo tiene en absoluto si no conoce las condiciones o particularidades de su dependencia. En otros términos, cada historia nacional crea un patrón específico de autonomía, pero también engendra una modalidad concreta de dependencia” (1990, p. 123). Es decir, la condición dependiente de una formación social asume rasgos propios que la caracterizan como tal, pero estos no son pétreos ni inmunes a los procesos de lucha capaces de alterar la ecuación estatal en un sentido emancipador para las masas populares.

      Importa señalar un aspecto muy presente en este libro: la necesidad de comprender lo específico no se relaciona con la búsqueda de jerarquizar la diferencia, la condición de unicidad o la singularidad irrepetible que demandan abordajes exclusivos. Lo que persigue es la identificación de aquello que rompe con alguna pauta de generalidad también tenida en cuenta en el análisis. La noción misma de especificidad remite a la existencia de lo general capitalista, que opera como unidad sistémica e insoslayable, como bien se analiza en algunos de los artículos comprendidos en este volumen. De lo que se trata es, pues, de identificar el grado de abstracción a partir del cual delimitar lo general y lo específico, cuya significación explicativa amerite tal recorte analítico. Porque, si se siguiera exclusivamente la lógica genérica, no se avanzaría mucho más allá de la comprensión de las variables centrales que distinguen las formas capitalistas de producción y dominación. Si, en cambio, se pusiera el foco en la especificidad última de cada espacio estatal territorialmente definido, la multiplicidad de rasgos no repetibles haría imposible una comprensión más amplia y situada. El desafío pasa, entonces, por entender la generalidad (capitalista) en la que se inscribe la especificidad (dependiente), para poder establecer tanto los rasgos que enmarcan el accionar estatal nacional y le ponen límites precisos, como los puntos de fractura que permiten pensar estrategias alternativas al capitalismo, su potencialidad y viabilidad.

      A la luz del resquebrajamiento del neoliberalismo y del surgimiento de modelos alternativos en disputa es posible pensar que la especificidad actual de los Estados latinoamericanos —en el marco del capital global— puede ser concebida como la apuesta a ganar grados de libertad (soberanía), ya sea por la vía de recuperar el manejo de una porción sustantiva del excedente local, o, con una dosis de radicalidad mayor, procurar que una parte de la masa de capital que circula por la región se “desconecte” del ciclo de capital global, al menos en algunos grados. Esto nos lleva nuevamente al lugar de los Estados como momentos del capital global, pero mediados por la posibilidad —y, por cierto, la aspiración política— de apropiarse y gestionar —con un grado mayor de autonomía— el ciclo del capital regional. Y aquí es interesante volver sobre la reciente experiencia del Ciclo de Impugnación al Neoliberalismo en América Latina (CINAL), ilustrativa de cómo aun los procesos políticos con propuestas más radicalizadas lo que intentaron fue gestionar una masa de capital que, tanto por la forma en que se valoriza como por los propios actores en juego, funciona en el marco global de la lógica de la mercancía y la ganancia. Dada la conformación del sistema económico mundial, esto supone que las estructuras estatales —en todas sus variantes— no se escapan de esa funcionalidad básica de reproducción del capital. En este punto radica uno de los núcleos más sustantivos para pensar en y confrontar con la estatalidad realmente existente, en la región y en el mundo (Thwaites Rey y Castillo, 2013).

      De ahí la importancia de recuperar, como lo hacen los trabajos reunidos en este volumen, los mejores debates que protagonizaron desarrollistas y dependentistas de los años sesenta en adelante. La caída del “socialismo real” y el auge de la globalización como eje estructurador de la economía mundial parecieron diluir por completo las opciones nacionales, en cualquiera de sus variantes, y haber empujado al arcón de la historia las teorías de la dependencia. Sin embargo, la realidad de la existencia de una articulación subordinada en el mercado mundial y la preeminencia de los núcleos de poder supraestatales no han aniquilado ni los rasgos sustantivos que definen la asimetría y la dependencia, ni las funciones, capacidades o eventuales posibilidades de acción en el seno de los espacios estatales nacionales, concebidos como instancias o nudos de concertación de fuerzas sociales y de despliegue relativamente autónomo. La crisis capitalista actual, agudizada por la pandemia del Covid-19, no hace sino renovar la necesidad de concebir y desplegar alternativas

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