Falacias, dilemas y paradojas, 2a ed.. Manuel Sanchis i Marco

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Falacias, dilemas y paradojas, 2a ed. - Manuel Sanchis i Marco Educació. Sèrie Materials

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pide el profesor Manuel Sanchis que prologue este libro. Es totalmente innecesario y quien lo lea no perderá mucho si salta estas líneas. No sé hasta qué punto ha dejado de ser cierto el viejo adagio de que «el buen paño, en el arca se vende». Lo que es indiscutible es que al buen paño, de origen inglés, catalán o flamenco, que tanto da, se le reconoce fácilmente en comparación con el que nos anega, por ejemplo, de China, gracias a la liberalización del mercado textil.

      Es, mutatis mutandis, lo que pasa con este libro. Se quede en el arca o no, no necesita en modo alguno que le hagan publicidad. Se la hace él mismo, por la mera circunstancia de que el autor lo ha escrito. Como conozco al profesor Sanchis desde hace más años de los que quisiera acordarme, es la buena amistad que nos une lo que sin duda le ha inducido a pedirme que le escriba unas cuantas líneas.

      ¿Qué encontrará en este libro el lector? En comparación con numerosos análisis de economistas que, con frecuencia, olvidan lo esencial e hipertrofian lo periférico, el lector comprobará cómo el profesor Sanchis, con un envidiable sentido del humor, pasa sus virtuosos dedos sobre un teclado singular para combinar tres pulsaciones: su conocimiento profundo del pensamiento y reflexión económicos que han ido acuñándose en los alveolos (léase despachos, opulentos o microcovachuelas) de los funcionarios de la Comisión Europea; su aplicabilidad, y en las condiciones institucionales derivadas de la pertenencia a la Unión Europea, a una amplia paleta de situaciones y políticas nacionales; su saludable escepticismo sobre la ciencia económica como instrumento taumatúrgico. Es una combinación que, por desgracia, no abunda en nuestras tierras.

      ¿Cuál es el resultado? Reflexiones divertidas, pero profundas, sobre la realidad económica que nos circunda, sobre los conocimientos para salir del paso que vehiculan los medios de comunicación y sobre las afirmaciones con que políticos e ideólogos inducen a comulgar al respetable, como si fueran auténticas ruedas de molino.

      Decía –y demuestra continuamente– uno de mis viejos maestros, el profesor José Luis Sampedro, que el economista debe tener rigor. Pero no se privaba de señalar que ese rigor no debe ser mortis.

      Por razón de edad, ¡afortunado él!, y de procedencia geográfica, el profesor Sanchis no fue alumno directo de José Luís Sampedro. Pero es un académico que no se ha sustraído a las atracciones de su epistemología. Un académico, me apresuro a decir, que sabe de lo que habla, porque no ha estado encerrado en las torres de marfil de la vida académica sino que se ha batido, con habilidad y con dureza, en las pugnas burocráticas, técnicas y del conocimiento que puntean la actuación de la Comisión Europea. Veinte años en Bruselas, tantos como quien ha pasado en ella el que estas líneas escribe, crean carácter. Uno llega al Rond-Point Schuman con el pelo de su dehesa nacional respectiva. Es difícil dejar el Quartier européen con resabios nacionalistas. Nuestra experiencia común es la de que, en general, uno se convierte en ciudadano si no del mundo, por lo menos de una Europa felizmente en ampliación y en la que conviven sensibilidades, tradiciones, enfoques y posturas muy diferentes. Es un brebaje que consumen economistas, politólogos, sociólogos, juristas, médicos e ingenieros, por no citar sino unas cuantas profesiones, de toda laya. Es el antídoto más seguro contra la prepotencia, los viejos demonios exclusivistas y la hipertrofia de un conocimiento excesivamente parcelizado.

      Los alumnos del profesor Sanchis, y por extensión los lectores de este libro, tienen mucha suerte. En 23 píldoras, o por utilizar una terminología más adecuada a mi función de prologuista, en 23 joyitas podrán degustar la quintaesencia de una experiencia única y de un talante único. Que les sea provechosa su lectura.

      Ángel Viñas

      Bruselas, enero de 2007

      Este es un libro sin pretensiones, pero pensado con una clara finalidad: la de explicarme como economista delante de mis alumnos de segundo curso de ADE y de tercero de ECO de la Universitat de València y, al hacerlo, crear actitudes intelectuales ante el día a día de la economía. Fue concebido el 17 de febrero de 2005, mi primer día de clase después de casi 20 años de ausencia de las aulas. Nació al comprobar, tras un rápido sondeo, que los universitarios que tenía delante de mí, ni leían habitualmente el periódico ni se interesaban por las noticias de actualidad económica. Ante este hecho, y consciente del bombardeo de mensajes al que son sometidos todos los días que genera en ellos una turbamulta de pensamientos que les impide seleccionar lo valioso, les prometí quince «píldoras»; una por cada una de las quince sesiones teóricas que teníamos atribuidas en el calendario académico. Aunque les prometí quince, de las cuales colgué unas cuantas en mi página Web, aquí han salido algunas más.

      Ha movido mi ánimo la necesidad de hacerles ver la realidad, y no sólo la económica, más allá de lo que nos muestra su apariencia. Entre otras razones porque la ciencia –la episteme griega de Aristóteles– es demostrativa y, por lo tanto, no muestra simple y llanamente sino que de-muestra (apo-deixis), es decir, muestra a partir de un punto de apoyo. Por lo tanto, me interesaba en ellos que desarrollaran no sólo el elemento deliberativo de la razón científica en economía, sino también el elemento intuitivo y abstractivo del intelecto, pues es éste, el que nos permite leer economía y construir una estructura no circunscrita a lo particular.

      Estas «píldoras«, pensadas para que sean tomadas indistintamente a la hora del telediario o inmediatamente antes de irse a la cama, tienen por objetivo que el consumidor pueda alcanzar el equilibrio de máxima utilidad o satisfacción de su función de utilidad llamada «sueño», pues la utilidad marginal que reporta el último euro adicional gastado en una píldora cualquiera que se lea o se consuma, es igual a la utilidad marginal de cualquier otra píldora. La elaboración de cada «píldora» deja abierto un importante campo de trabajo y sugerencias ; quizás en esa apertura se encuentre el punto de conexión con la realidad económica. Transitar a través de esa apertura ha de constituir el trabajo del alumno.

      También persiguen crear en los alumnos una reacción instintiva, de sano escepticismo, sobre la sabiduría convencional, relativa a cuestiones económicas particulares y concretas. La pretensión se reduce a intentar que el alumno aparte su atención –dirigida hacia el escenario– para que la focalice en la tramoya, en las tripas del discurso económico, que se pare a distinguir voces y ecos o, lo que nosotros los economistas llamaríamos analizar –es decir, separar– la buena, de la mala economía. Necesitamos ampliar los horizontes de la economía si no queremos quedar encorsetados en un pensamiento económico de naturaleza unilateral y miope que sólo percibe con total claridad una parte de los problemas económicos, pero que, al desatender otras partes igualmente importantes, queda reducido a algo desprovisto de relevancia.

      Ésta es la intencionalidad del libro: ha de ayudar a justipreciar los argumentos económicos, sin perder de vista el norte, la guía y buen horizonte completo de la buena economía. Y estas son las razones por las que expongo –en su doble acepción de poner a la vista y de arriesgar– mi visión personal sobre la economía. Un libro de esta índole está llamado a crecer y a mudar de aspecto de acuerdo con las mismas circunstancias que lo han motivado; tendrá su día a día y, por ello, ha precisado a esta altura de este laboratori de materials. En un manual convencional se recogen referencias, conceptos y datos que después son desarrollados en clase, con mayor o menor fortuna, por el profesor que, a veces, da por descontada un nivel de formación en el alumno que le exime de tener que abordar todos los detalles de una exposición oral y de las reflexiones pertinentes, o de actualidad, sobre el tema del programa que se encuentre explicando. Por ello, estas píldoras vienen en ayuda del profesor, para que el alumno encuentre de forma sistemática, por escrito, y en pocas páginas –entre dos y seis– algunas reflexiones que el manual no permitió encauzar.

      Tengo por cierto que la labor de la universidad no consiste en transmitir información, sino en formar a las personas para las tareas intelectuales. Por ello, la función del profesor ha de consistir, más

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